/ viernes 5 de noviembre de 2021

Despiden a Mario Lavista con su música en Palacio de Bellas Artes

El compositor que se alejó de las vanguardias y creó su propio camino, fue despedido con un homenaje de cuerpo presente al que acudieron familiares y amigos

Entre la extensa numeración de logros musicales del compositor Mario Lavista, destaca hacer materia una de las expresiones artísticas más inmateriales: la música. En sus creaciones, igual para cine que para concierto, lograba con maestría y aparente sencillez hacer tangibles los sonidos, y conseguir que estos se introdujeran en lo más íntimo del ser humano, su alma.

Así, el músico que falleció ayer a los 78 años de edad puede considerarse un constructor del sonido eterno, del que se siente como materia misma. Eternidad que el propio compositor alcanzó con su muerte y la huella de su amplio legado musical.

Su obra, afirma la compositora Gabriela Ortiz, nos invita a un viaje extraño y fascinante en el que pareciera que nos adentramos a las aguas de otro mar y ahí escuchar sonidos transparentes. "Siempre se mantuvo fuera de las vanguardias musicales para seguir su propio camino, y su poderosa inventiva lo colocó en un lugar privilegiado de la música mexicana de los siglos XX y XXI", apuntó.

Tras el anuncio de la Secretaría de Cultura federal sobre la muerte del miembro del Colegio Nacional, se abrieron las puertas del Palacio de Bellas Artes para rendirle un homenaje de cuerpo presente que, a la vez, fue un recordatorio de su impronta la escena cultural.

Al homenaje asistió María Luisa Camacho, mamá del músico; Claudia Lavista, su hija, y amigos y colegas como Sergio Vela. Entre coronas y flores blancas, el féretro se acompañó de la música del Grupo Tambuco e intérpretes del Cepromusic del INBAL, varios de ellos alumnos del compositor.

"Yo sabía que hoy habría mucha gente, prensa y amigos, pero para mí ahí está mi papá, mi papi, no el personaje público, sino mi papi, esa fue nuestra relación. Su música fue como un útero para mí, un cuenco tibetano", recordó Claudia Lavista, quien desde la danza compartió la música de su padre.

También revivió con gusto el buen humor de Lavista, sus largas charlas y las tantas veces que la obligó a ver y sentir la música: "Una vez que no quería ver ópera me dijo: 'en esta casa se sirve ensalada y Bach', entonces me quedó claro", señaló. Y asegura que promoverá la música de su padre, la única forma de mantenerlo vivo.

SU LEGADO MUSICAL

"El corpus musical de Mario Lavista es un hecho capital de la cultura del mundo en el último tercio del siglo XX y el inicio de éste. Su huella es incuestionable , como la notable nómina de discípulos", atajó Sergio Vela, especialista musical, en el homenaje.

En entrevista por separado, María Luisa Vilar, doctora en Música, dijo que Lavista supo romper veredas para crear su propio sendero.

"Mario representa una generación 'de ruptura' que cuestionó muchos elementos de la música del pasado. Al mismo tiempo, siempre mantuvo un gran interés en la historia del arte de todos los tiempos. En su legado musical nos deja un diálogo entre pasado, presente y futuro que resulta profundo y sumamente interesante".

Al hablar de ruptura, la especialista se refiere a que el compositor utilizó muchas técnicas modernas que se fueron incorporando en la música a partir de los años 50 y que ahora se conocen bajo dos grandes rubros: “indeterminación” y “aleatorismo”. Obras en las que el compositor propone elementos, pero el resultado final depende de la interpretación y del momento y medios con los que se ejecuta.

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"La obra de Lavista se distingue por su carácter reflexivo, pero tiene también piezas de corte más dramático como la titulada Ficciones, compuesta en 1980 y grabada por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México bajo la dirección de Fernando Lozano", detalló.

EXTENSO SENDERO

Su carrera como compositor y divulgador le merecieron reconocimientos como el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y la medalla Mozart en 1991, la distinción de Creador Emérito otorgada por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en 1995, y la Medalla Conmemorativa del Palacio de Bellas Artes, en 2006. Desde 1987 formó parte de La Academia de Artes y en 1998 ingresó a El Colegio Nacional, donde fue miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.

Su obra abarca diferentes formatos, desde música para instrumento solo, música vocal, de cámara, orquesta y la ópera Aura, basada en la obra de Carlos Fuentes y realizada con una beca de la Fundación Guggenheim.



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Entre la extensa numeración de logros musicales del compositor Mario Lavista, destaca hacer materia una de las expresiones artísticas más inmateriales: la música. En sus creaciones, igual para cine que para concierto, lograba con maestría y aparente sencillez hacer tangibles los sonidos, y conseguir que estos se introdujeran en lo más íntimo del ser humano, su alma.

Así, el músico que falleció ayer a los 78 años de edad puede considerarse un constructor del sonido eterno, del que se siente como materia misma. Eternidad que el propio compositor alcanzó con su muerte y la huella de su amplio legado musical.

Su obra, afirma la compositora Gabriela Ortiz, nos invita a un viaje extraño y fascinante en el que pareciera que nos adentramos a las aguas de otro mar y ahí escuchar sonidos transparentes. "Siempre se mantuvo fuera de las vanguardias musicales para seguir su propio camino, y su poderosa inventiva lo colocó en un lugar privilegiado de la música mexicana de los siglos XX y XXI", apuntó.

Tras el anuncio de la Secretaría de Cultura federal sobre la muerte del miembro del Colegio Nacional, se abrieron las puertas del Palacio de Bellas Artes para rendirle un homenaje de cuerpo presente que, a la vez, fue un recordatorio de su impronta la escena cultural.

Al homenaje asistió María Luisa Camacho, mamá del músico; Claudia Lavista, su hija, y amigos y colegas como Sergio Vela. Entre coronas y flores blancas, el féretro se acompañó de la música del Grupo Tambuco e intérpretes del Cepromusic del INBAL, varios de ellos alumnos del compositor.

"Yo sabía que hoy habría mucha gente, prensa y amigos, pero para mí ahí está mi papá, mi papi, no el personaje público, sino mi papi, esa fue nuestra relación. Su música fue como un útero para mí, un cuenco tibetano", recordó Claudia Lavista, quien desde la danza compartió la música de su padre.

También revivió con gusto el buen humor de Lavista, sus largas charlas y las tantas veces que la obligó a ver y sentir la música: "Una vez que no quería ver ópera me dijo: 'en esta casa se sirve ensalada y Bach', entonces me quedó claro", señaló. Y asegura que promoverá la música de su padre, la única forma de mantenerlo vivo.

SU LEGADO MUSICAL

"El corpus musical de Mario Lavista es un hecho capital de la cultura del mundo en el último tercio del siglo XX y el inicio de éste. Su huella es incuestionable , como la notable nómina de discípulos", atajó Sergio Vela, especialista musical, en el homenaje.

En entrevista por separado, María Luisa Vilar, doctora en Música, dijo que Lavista supo romper veredas para crear su propio sendero.

"Mario representa una generación 'de ruptura' que cuestionó muchos elementos de la música del pasado. Al mismo tiempo, siempre mantuvo un gran interés en la historia del arte de todos los tiempos. En su legado musical nos deja un diálogo entre pasado, presente y futuro que resulta profundo y sumamente interesante".

Al hablar de ruptura, la especialista se refiere a que el compositor utilizó muchas técnicas modernas que se fueron incorporando en la música a partir de los años 50 y que ahora se conocen bajo dos grandes rubros: “indeterminación” y “aleatorismo”. Obras en las que el compositor propone elementos, pero el resultado final depende de la interpretación y del momento y medios con los que se ejecuta.

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"La obra de Lavista se distingue por su carácter reflexivo, pero tiene también piezas de corte más dramático como la titulada Ficciones, compuesta en 1980 y grabada por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México bajo la dirección de Fernando Lozano", detalló.

EXTENSO SENDERO

Su carrera como compositor y divulgador le merecieron reconocimientos como el Premio Nacional de Ciencias y Artes, y la medalla Mozart en 1991, la distinción de Creador Emérito otorgada por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en 1995, y la Medalla Conmemorativa del Palacio de Bellas Artes, en 2006. Desde 1987 formó parte de La Academia de Artes y en 1998 ingresó a El Colegio Nacional, donde fue miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.

Su obra abarca diferentes formatos, desde música para instrumento solo, música vocal, de cámara, orquesta y la ópera Aura, basada en la obra de Carlos Fuentes y realizada con una beca de la Fundación Guggenheim.



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