/ lunes 22 de mayo de 2017

El día llegó, cierra el circo Ringling Bros

Rhode Island, EU.- Un elefante saca su trompa por una ventana yconsuela a un niño enfermo. Una mujer da a luz y a los tres mesesestá haciendo de nuevo equilibrio desde la altura. Un domador defelinos lagrimea cuando el animal sale del anillo por últimavez.

Estas historias solo pueden ser originadas por artistas decirco, y en particular del que se ha popularizado como “El másgrande espectáculo de la Tierra”, el Ringling Bros. and Barnum& Bailey Circus, que cerrará definitivamente sus puertas estefin de semana.

Hay otros circos que seguirán funcionando en el mundo, pero elRingling era algo especial. Por su tamaño, sus espectáculos, suhistoria, que se remonta a la época en que P.T. Barnum y su gruporecorrían el mundo en el 1800.

Uno de los dos circos Ringling hará su última presentación eldomingo en Nueva York. El otro cerró sus puertas este mes enProvidence, Rhode Island. La Associated Press pudo observar decerca los últimos días.

Ringling es el último circo que hay que se traslada en tren ysi bien vivir en un tren puede ser duro, ofrece comodidades queotros circos no tienen. Como el vagón de las comidas, unaguardería y una escuela para los hijos de los artistas que le danvida al circo.

Algunas observaciones de los artistas que se quedan sin trabajo,del último bautismo, de las payasadas y de otros momentosinolvidables.

El jefe de lospayasos

Sandor Eke todavía se acuerda del elefante que loconsoló haciendo pasar su trompa por una ventana cuando él sereponía de una enfermedad.

Los padres de Eke, ambos húngaros, estaban actuandoen un circo en Suecia y Eke era un bebé. Años después éltambién sería artista de circo y soñaba con sumarse al Ringlingen Estados Unidos.

Lo consiguió a los 20 años, como acróbata. Cincoaños después le dijeron que era muy divertido y que sería unbuen payaso.

Hoy, con 41 años, es el jefe de los payasos. Padrede un muchacho de dos años.

Un circo es una gran familia. Tienes tupropio zoológico. Puedes acariciar a un elefante, jugar concachorros de tigres. Están los payasos. Todo el mundo tequiere”, relata Eke. La esposa de Eke, una ex trapecista,ya consiguió una casa en Las Vegas, donde Eke espera conseguir untrabajo como bartender capaz de hacer malabarismos con lasbotellas.

Sabe que su vida va a cambiar. Mi vida esesto”, dice mirando hacia el circo. “Subirse al tren, unaciudad distinta cada semana. Pero me encanta”.

Manden a lospayasos

A Iván Vargas le gusta contar que sus padres se conocieron enel aire. Su padre era trapecista y su madre equilibrista. Élrepresenta la sexta generación de artistas de circo de sufamilia.

Vargas es parte del Pasaje de los Payasos, un sector detrás delescenario donde los payasos se preparan para actuar.

Está también Brian Wright, que vio el circo por primera vez alos cuatro años y desde entonces soñó con trabajar allí. Sepresentó tres veces y la tercera fue admitido, hace cuatroaños.

El grupo de payasos incluye asimismo a Nick Lambert y StephenCraig, a quienes nunca les pasó por la cabeza trabajar en uncirco, hasta que terminaron la universidad. Voya ser el último en irse”, asegura Lambert.

No es una vidafácil

Las instalaciones en el tren pueden ser muypequeñas. Tanto que uno puede tocar las dos paredes con los brazosextendidos. Muchos trabajadores no pueden salir de sus habitacionescuando el tren está en movimiento porque la única puerta da alexterior.

Ese es el caso de Jeannie Hamilton, quien lleva 12años en el circo y actualmente administra las concesiones.

A diferencia de otros que dicen que en el circo sesienten libres, ella se siente medio prisionera, de la arena y deltren.

De todos modos, quiso disfrutar los últimosmomentos. En el viaje a Providence para la última presentación,“cuando el tren estaba en movimiento, me paré en el sector entrevagones. Quería disfrutar cada minuto”, señaló.

Saludaba, sonreía y tomaba fotos cada vez quealguien iba a despedir a los artistas.

Se me hacía un nudo en la garganta cada vezque se me acercaba alguien”, confesó.

Un bautismo en elcirco

Detrás de la arena, un grupo de artistas se prepara para unbautismo.

Eddie Strickland es llevado de la mano por su padre, Jimmie,quien lleva 20 años con el circo.

El reverendo Jerry Hogan, de la Conferencia de ObisposCatólicos del Ministerio de Circos y Espectáculos Viajeros, estálisto para la ceremonia, vestido con indumentarias circenses.

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Mientras tanto se desplaza equipo pesado y la gente que va albaño se detiene para observar.

El padre Jerry, como se lo conoce, bendice el agua y la arrojasobre la cabeza de Eddie. Eddie, vas a serfamoso. Este es el último bautismo en 146 años de vida delRingling”, afirma.

La vida en uncable

Trabajar en un circo requiere compromiso, disciplina y capacidadatlética, cualidades que le sobran a Anna Lebedeva cuando haceequilibrio en los cables con su esposo Mustafa Danguir.

Hace todo con tanta facilidad que cuesta creer que dio a luzhace tres meses.

Dijo que era importante actuar en la última función y que sepreparó con mucha dedicación tras el nacimiento de su hijo Amir.Me alegro de poder estar en el final. Llevamossiete años en esto. Esto es historia”, expresó. Danguires el primero en una familia marroquí que trabaja en un circomientras que Lebedeva, quien es de Moscú, es la sexta generaciónde su familia en el circo.

Se casaron el año pasado, en un cable a 10 metros de altura,durante una función en Houston.

Ahora regresarán a Europa.

La pareja sueña con montar su propio espectáculo o tal vezabrir una escuela de circo en Marruecos.

La cortina baja por últimavez

El presentador de los tigres derrama algunas lágrimas alterminar la última función de los animales, que son propiedad deFeld Entertainment, dueño también del Ringlin. Tabayara Maluendadebe despedirse de los animales, que serán enviados a un centroespecializado en tigres, según un vocero de Feld.

Años de denuncias de maltrato de animales y un cambio de gustosde la gente son algunas de las razones por las que los circos hanido perdiendo público.

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  Maluenda se secaalgunas lágrimas y le agradece a cada animal individualmente amedida que salen del aro. Abraza y besa a uno en particular: es elprimer tigre que Feld le dio cuando se unió al circo hace 13 añosy lo crió de cachorro. Cuando terminan sus actuaciones losequilibristas, el cañón humano y las bicicletas BMX, llega elfinal. El maestro de ceremonias llama a todas las familias de losartistas y a los empleados para que vayan a la arena para unadespedida.

/amg

Rhode Island, EU.- Un elefante saca su trompa por una ventana yconsuela a un niño enfermo. Una mujer da a luz y a los tres mesesestá haciendo de nuevo equilibrio desde la altura. Un domador defelinos lagrimea cuando el animal sale del anillo por últimavez.

Estas historias solo pueden ser originadas por artistas decirco, y en particular del que se ha popularizado como “El másgrande espectáculo de la Tierra”, el Ringling Bros. and Barnum& Bailey Circus, que cerrará definitivamente sus puertas estefin de semana.

Hay otros circos que seguirán funcionando en el mundo, pero elRingling era algo especial. Por su tamaño, sus espectáculos, suhistoria, que se remonta a la época en que P.T. Barnum y su gruporecorrían el mundo en el 1800.

Uno de los dos circos Ringling hará su última presentación eldomingo en Nueva York. El otro cerró sus puertas este mes enProvidence, Rhode Island. La Associated Press pudo observar decerca los últimos días.

Ringling es el último circo que hay que se traslada en tren ysi bien vivir en un tren puede ser duro, ofrece comodidades queotros circos no tienen. Como el vagón de las comidas, unaguardería y una escuela para los hijos de los artistas que le danvida al circo.

Algunas observaciones de los artistas que se quedan sin trabajo,del último bautismo, de las payasadas y de otros momentosinolvidables.

El jefe de lospayasos

Sandor Eke todavía se acuerda del elefante que loconsoló haciendo pasar su trompa por una ventana cuando él sereponía de una enfermedad.

Los padres de Eke, ambos húngaros, estaban actuandoen un circo en Suecia y Eke era un bebé. Años después éltambién sería artista de circo y soñaba con sumarse al Ringlingen Estados Unidos.

Lo consiguió a los 20 años, como acróbata. Cincoaños después le dijeron que era muy divertido y que sería unbuen payaso.

Hoy, con 41 años, es el jefe de los payasos. Padrede un muchacho de dos años.

Un circo es una gran familia. Tienes tupropio zoológico. Puedes acariciar a un elefante, jugar concachorros de tigres. Están los payasos. Todo el mundo tequiere”, relata Eke. La esposa de Eke, una ex trapecista,ya consiguió una casa en Las Vegas, donde Eke espera conseguir untrabajo como bartender capaz de hacer malabarismos con lasbotellas.

Sabe que su vida va a cambiar. Mi vida esesto”, dice mirando hacia el circo. “Subirse al tren, unaciudad distinta cada semana. Pero me encanta”.

Manden a lospayasos

A Iván Vargas le gusta contar que sus padres se conocieron enel aire. Su padre era trapecista y su madre equilibrista. Élrepresenta la sexta generación de artistas de circo de sufamilia.

Vargas es parte del Pasaje de los Payasos, un sector detrás delescenario donde los payasos se preparan para actuar.

Está también Brian Wright, que vio el circo por primera vez alos cuatro años y desde entonces soñó con trabajar allí. Sepresentó tres veces y la tercera fue admitido, hace cuatroaños.

El grupo de payasos incluye asimismo a Nick Lambert y StephenCraig, a quienes nunca les pasó por la cabeza trabajar en uncirco, hasta que terminaron la universidad. Voya ser el último en irse”, asegura Lambert.

No es una vidafácil

Las instalaciones en el tren pueden ser muypequeñas. Tanto que uno puede tocar las dos paredes con los brazosextendidos. Muchos trabajadores no pueden salir de sus habitacionescuando el tren está en movimiento porque la única puerta da alexterior.

Ese es el caso de Jeannie Hamilton, quien lleva 12años en el circo y actualmente administra las concesiones.

A diferencia de otros que dicen que en el circo sesienten libres, ella se siente medio prisionera, de la arena y deltren.

De todos modos, quiso disfrutar los últimosmomentos. En el viaje a Providence para la última presentación,“cuando el tren estaba en movimiento, me paré en el sector entrevagones. Quería disfrutar cada minuto”, señaló.

Saludaba, sonreía y tomaba fotos cada vez quealguien iba a despedir a los artistas.

Se me hacía un nudo en la garganta cada vezque se me acercaba alguien”, confesó.

Un bautismo en elcirco

Detrás de la arena, un grupo de artistas se prepara para unbautismo.

Eddie Strickland es llevado de la mano por su padre, Jimmie,quien lleva 20 años con el circo.

El reverendo Jerry Hogan, de la Conferencia de ObisposCatólicos del Ministerio de Circos y Espectáculos Viajeros, estálisto para la ceremonia, vestido con indumentarias circenses.

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Mientras tanto se desplaza equipo pesado y la gente que va albaño se detiene para observar.

El padre Jerry, como se lo conoce, bendice el agua y la arrojasobre la cabeza de Eddie. Eddie, vas a serfamoso. Este es el último bautismo en 146 años de vida delRingling”, afirma.

La vida en uncable

Trabajar en un circo requiere compromiso, disciplina y capacidadatlética, cualidades que le sobran a Anna Lebedeva cuando haceequilibrio en los cables con su esposo Mustafa Danguir.

Hace todo con tanta facilidad que cuesta creer que dio a luzhace tres meses.

Dijo que era importante actuar en la última función y que sepreparó con mucha dedicación tras el nacimiento de su hijo Amir.Me alegro de poder estar en el final. Llevamossiete años en esto. Esto es historia”, expresó. Danguires el primero en una familia marroquí que trabaja en un circomientras que Lebedeva, quien es de Moscú, es la sexta generaciónde su familia en el circo.

Se casaron el año pasado, en un cable a 10 metros de altura,durante una función en Houston.

Ahora regresarán a Europa.

La pareja sueña con montar su propio espectáculo o tal vezabrir una escuela de circo en Marruecos.

La cortina baja por últimavez

El presentador de los tigres derrama algunas lágrimas alterminar la última función de los animales, que son propiedad deFeld Entertainment, dueño también del Ringlin. Tabayara Maluendadebe despedirse de los animales, que serán enviados a un centroespecializado en tigres, según un vocero de Feld.

Años de denuncias de maltrato de animales y un cambio de gustosde la gente son algunas de las razones por las que los circos hanido perdiendo público.

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  Maluenda se secaalgunas lágrimas y le agradece a cada animal individualmente amedida que salen del aro. Abraza y besa a uno en particular: es elprimer tigre que Feld le dio cuando se unió al circo hace 13 añosy lo crió de cachorro. Cuando terminan sus actuaciones losequilibristas, el cañón humano y las bicicletas BMX, llega elfinal. El maestro de ceremonias llama a todas las familias de losartistas y a los empleados para que vayan a la arena para unadespedida.

/amg

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