Los sonideros nacieron a finales de los años 50, sin embargo su movimiento se consolidó en la década de los 70. Surgieron como una alternativa económica a la contratación de grupos musicales, e iniciaron con eventos pequeños en patios de las casas; poca gente se reunía y bailaba al ritmo de la música cubana, que constituían la mayoría del repertorio de los primeros sonideros; de hecho, fue gracias a la Sonora Matancera que algunos decidieron dedicarse a este oficio, como Ramón Rojo Villa, fundador del sonido La Changa, hace 55 años.
“En aquel tiempo empecé a cobrar cinco pesos la hora, era simbólico porque nunca pensé que esto llegara a ser tan grande y que esto en algún momento se fuera a convertir en patrimonio cultural”, afirmó Villa en entrevista con El Sol de México.
El sonidero es una mezcla entre un DJ y un maestro de ceremonias. Tepito y el Peñón de los Baños son los barrios considerados como la cuna de la cultura sonidera, donde nacieron La Changa y el Sonido La Conga, respectivamente.
Para los sonideros, su barrio es su identidad, su estandarte, es el elemento central de su esencia; pero lo que comenzó como un baile de barrio, llegó a convertirse en un fenómeno cultural y social. Ahora, no sólo en la Ciudad de México, sino también en Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Morelos, Guerrero, Querétaro, Guanajuato, Estado de México, San Luis Potosí, Nuevo León, Baja California, Oaxaca y Veracruz, hay sonidos móviles. Mientras que, en Estados Unidos, el movimiento se hace presente en California, Texas, Arizona, Nuevo México, Nueva York, Nueva Jersey, Illinois, Carolina del Norte, Virginia y Florida.
“El movimiento sonidero es una fuente de trabajo para mucha gente, desde los que venden los dulces, los cigarros, la comida, todo gira alrededor de este movimiento. Para mí es un placer enorme y agradezco al gobierno de México el habernos volteado a ver y darnos las facilidades para que sigamos adelante, sobre todo para sonideros futuros que vienen muy fuertes”, expresó Rojo Villa, de La Changa.
Actualmente, el catálogo musical de cada uno de los sonideros se extiende a repertorios provenientes de países como Puerto Rico, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú principalmente, aunque también figuran Estados Unidos, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Argentina, Paraguay y Bolivia.
Salsa, cumbia, guaguancó, guaracha, mambo, cha cha chá, rumba, vallenato, guajira, merengue, charanga, son algunos de los ritmos que comparten en cada presentación.
“Somos sonidos que hemos ido a Europa, Argentina, Colombia, todo esto representa que hemos hecho bien las cosas y el gobierno ya se está dando cuenta que sí valemos, y lo que representa de verdad un sonido.
“Si no está un sonidero en una fiesta, no es el mismo ambiente, la misma canción la puedes escuchar en tu estéreo, pero con un sonido la transformas, por ese toque sonidero que hace que se ambiente la fiesta”, aseguró Mario Linares, líder de Sonido Siboney, originario de Pantitlán, con 40 años de trayectoria.
Sonido La Changa, Siboney, así como Rumba Caliente son pioneros de esta cultura, que inició con equipos rústicos, a base de bafles hechos por carpinteros que, en ese entonces, se llamaban roperos, los cuales eran equipos con cuatro bocinas de 22 pulgadas cada bafle.
“Tenía un ropero y contaba también con una trompeta, ese era mi primer equipo de sonido con el que inicié Rumba Caliente”, aseguró Lucio Zárate el fundador del sonido con 32 años de carrera, originario de Tacubaya-Observatorio. Hoy, sus equipos se mueven en camiones, para transportarse incluso de un estado a otro.
El sonidero se encarga también de mencionar saludos que los anfitriones reciben escritos en papeles, cartulinas, o desde la pantalla de los celulares. Comparten frases y llevan mensajes a familias, amistades, organizaciones, clubes de baile, colonias, además de complacer las peticiones musicales de los presentes.
“Es un estilo que se fue creando poco a poco, mandar saludos, hablar en medio de la canción, eso empezó a crear otro tipo de identidad que a la gente le llamó la atención, entonces a la voz tú le vas metiendo el eco y se escucha muy bonito.
“Nos quieren comparar con DJ’s que se dedican a poner música, pero somos muy distintos, nosotros hablamos encima de la canción, ellos no, ellos sólo mezclan música. Eso es lo que a mucha gente le gusta, y a otros no tanto, hay quienes dicen que se está estropeando la melodía, pero el estilo se logró gracias a que la gente empezó a pedir ese tipo de saludos”, compartió Linares, de Siboney.
El movimiento sigue creciendo, incluso, ya hay mujeres trans como Abigail Sánchez, de la Alcaldía Azcapotzalco, que se posicionó como la primera en el ramo.
“Yo veo que hay muchos jóvenes sonideros que tienen talento, cada quien tiene su estilo diferente, el modo de agarrar de un micrófono, el modo de hablar, de pensar, de poner un disco necesita uno primero estudiar la letra, el ritmo, lo que es enteramente el sabor tropical.
“Eso es lo que ha faltado últimamente, hacer éxitos; hay que meterse a estudiar, no copiarle a nadie, hay para todos los gustos, hay fans de Fantasma, La Conga, todos tenemos un diferente estilo y cada quien a la hora de trabajar saca ese estilo y ese ritmo para que la gente se aviente a bailar y ahí cosechar seguidores”, compartió Rojo Villa, de La Changa.
La cultura sonidera ha crecido a través de los años, actualmente se contabilizan más de 100 mil sonideros, tan sólo en la Ciudad de México, de acuerdo con la Secretaría de Cultura de la capital. La popularidad de estos sonideros se demostró en marzo pasado cuando decenas de sonideros se reunieron en el Zócalo como parte de un gran maratón de baile y anunciaron que el próximo año estarán presentes nuevamente en dicha explanada.
“Ya hacía falta que nos tomara en cuenta el gobierno de la ciudad ya que el movimiento sonidero se ha convertido en cultura por tantos años de llevar alegría a muchos rincones, la ciudad de México es la cuna, donde nace la esencia y no nos daban ese valor que nos dan actualmente”, aseveró Linares, de Siboney.
Ahora, con la declaratoria de Patrimonio Cultural, se deberá desarrollar una propuesta de Plan de Salvaguardia de la Cultura Sonidera en donde se involucre a los tres niveles del gobierno, instituciones académicas, representantes de cada proyecto y la sociedad civil.
“El reto es sobrellevar un evento bien porque la mayoría de la gente de gobierno nos ha señalado de que albergamos a gente mala, que existe mucho vandalismo, drogadicción; la gente busca espacios para ir a cotorrear, lugares para ir a bailar. Si la autoridad nos va a dar permisos, que eso es lo que buscamos, que nos den chance de trabajar, de no arriesgarnos de andar en carreteras, sino estar en la ciudad, obviamente nos darán unas reglas que nosotros debemos de respetar; eso será un reto no tanto de nosotros como sonideros, sino de la gente que vaya sanamente”, aseguró Linares.
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Los representantes de los sonideros se comprometieron a dignificar el movimiento musical. Esto se logrará a través de mensajes que compartan en cada uno de sus eventos, dijo Zárate, de Rumba Caliente.
“En cuanto a tecnología, ya estamos al nivel de cualquier espectáculo que puede ofrecer una compañía promotora, el sonidero también lleva pantallas, luces, de alguna manera todo lo que se puede ver en un gran espectáculo, para que no nos vean como un ‘x’ sonidito del barrio o de la calle”.