A Edgar y Miguel Madrid se les cayeron las lágrimas al depositar en la sepultura de Uriel -su hermano menor- un ramo de rosas rojas, a una década de la explosión de cohetes en Jesús Tepactepec, Nativitas.
En sus rostros desfigurados es visible el dolor que sienten ambos, pero, envalentonados con un trago de cerveza, al visitar a su hermano en el panteón de la comunidad, recuerdan la tragedia como si hubiera sido hoy.
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Miguel Madrid, -el progenitor de ellos- los abrazó para tratar de consolarlos, sin embargo, sabe que sigue siendo un dolor difícil de superar.
CAMBIA LA VIDA EN NATIVITAS
Tras 70 años de tradición, en Jesús Tepactepec, las costumbres cambiaron, después de ser destacados a nivel estatal por la quema de cohetes, los pobladores de la comunidad de Nativitas, los sustituyeron por flores y música de viento.
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La desgracia quedó marcada en decenas de familias, debido a que el saldo final de fallecidos por el incidente fue de 25 de personas, de ellos, 17 provenían de Santa María Nativitas y 154 heridos, de acuerdo al reporte oficial.
Tras el fatídico hecho, ocurrido a las 13:05 horas del 15 de marzo de 2013, las cicatrices en los cuerpos de vecinos de la cabecera municipal son el reflejo de los efectos de la pólvora que explotó y que, a la fecha, no se han borrado.
Y el dolor de las familias permea entre el apego a la religión y el recuerdo de los fallecidos, por las explosiones de ese día, -originadas durante la procesión- para venerar al Padre Jesús de los Tres Caminos.
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A una década de los hechos, la conmemoración es diferente, los sobrevivientes muestran en sus rostros la tragedia, dedos injertados, manos, brazos y piernas con extensas cicatrices; algunos cubiertos con guantes para no dar muestra a los testigos de la explosión que permanecerá por siempre en sus vidas.
Y como aquel quinto Viernes de Cuaresma, antes de llevar la salva de cohetes al Padre de los Tres Caminos, participaron en una reunión a las 10:00 horas en la iglesia de la cabecera municipal de Nativitas.
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Los vecinos recordaron a los 17 muertos de esa comunidad (de los 25 en la tragedia) de acuerdo con datos oficiales durante la explosión de 70 gruesas de cohetes, utilizados para acompañar al santo patrono.
Ahora, para atraer a la feligresía a las fiestas religiosas en Nativitas, la gente dejó atrás la quema de cohetes por el sonido de las campanas lo que anuncia la celebración religiosa. La salva de pirotecnia que los caracterizó por varias décadas quedó en el pasado.
PERDÍ LA FE Y LA RECUPERÉ
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Federico Mellado Bañuelos, uno de los sobrevivientes a las explosiones, no recuerda en su totalidad los hechos ocurridos. Entre sus vagas memorias comenta a El Sol de Tlaxcala que tuvo que arrojarse a la zanja aledaña a la carretera que comunica a Santa Ana Portales, municipio de Tetlatlahuca, para salvar su vida.
A cuatro años de recuperación y envuelto en llanto expresó: “después del accidente en el que perdí el dedo pulgar de la mano izquierda y gran parte de mi cuerpo que sufrió quemaduras, dejé de confiar en Dios en varias ocasiones, incluso, intenté quitarme la vida, pero años después recuperé la fe”
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Federico pidió a los especialistas del Centro Nacional de Investigación y Atención a Quemados que le injertaran el dedo pulgar de su mano izquierda que perdió, para ello, los médicos ocuparon uno de los dedos de pie derecho.
Asimismo, Jesús Murias, otro de los sobrevienientes de la explosión expresó: “tuve quemaduras en un 80% de mi cuerpo, ahora vivo para gracia de mis hijos que he visto nacer y por la voluntad de Dios, soy un milagro”.
ANTES DE LA DESGRACIA
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En la procesión religiosa al Padre de los Tres Caminos, participaba la feligresía de la Virgen de la Natividad y de Santo Tomás la Concordia.
Previo a la festividad anual, la gente se encargaba de recolectar la cooperación para la compra de la pirotecnia, música y flores.
La fiesta religiosa era afamada en el lugar; las cofradías de la Semana Santa no se medían en los gastos. Todo esto por fe al Padre Jesús. Y durante la procesión con las imágenes y estandartes, la quema de cohetes aéreos estaba acompañada de música y flores. Pero, un 15 de marzo de 2013, -hace 10 años- un descuido causó una tragedia.
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Los miles de explosivos que transportaban en una camioneta para la quema, detonaron al unísono, después de que pobladores de Santa María Nativitas se encontraron con una peregrinación proveniente de San Luis Teolocholco, entre las calles Santa Ana, Allende y la Huerta de la comunidad de Jesús Tepactepec.
Y el fuego -de acuerdo con testigos- se propagó hacia los cargamentos que en hombros llevaban niños y adultos, convirtiendo el sitio en una zona roja.
Los cuerpos de rescate y emergencia, provenientes de la vecina entidad de Puebla y Tlaxcala, arribaron para atender a más de cien lesionados con quemaduras de diferentes grados.
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Cuerpos mutilados, muros de viviendas cuarteados y cristales de las ventanas rotos, se sumaron al saldo.
Hospitales de la Ciudad de México, Puebla y Tlaxcala fueron insuficientes para la atención; los niños tuvieron que ser trasladados al Centro Nacional de Quemados.
EL RECUERDO DEL 15 DE MARZO
El quinto viernes de Cuaresma de 2013, marcó la historia del municipio de Nativitas, para Miguel Madrid y su familia la vida cambió, por concluir la procesión en honor al Padre Jesús escuchó fuertes explosiones.
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“Iba en la procesión con mis hermanos Edgar y Uriel, de repente sentimos la explosión y como nunca antes en mi vida, sentí que moría y observé heridos en el piso, fuertes escenas, fue espantoso, mi hermano Uriel falleció”.
A 10 años de la tragedia más grande en la historia reciente de Tlaxcala, la fiesta religiosa persiste, sólo que las quemas de pirotecnia ellos mismos las suspendieron.
Ahora, la comunidad de Nativitas lleva flores y música al Padre Jesús, los participantes en la procesión disminuyen cada año. El quinto viernes, dos antes de la Semana Santa, todo cambió. De los sobrevivientes, -algunos de ellos sin brazos ni piernas- llevaron rezos, flores y música a sus difuntos en el panteón.
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Otros, guardaron un minuto de silencio en la Capilla edificada en recuerdo de los fallecidos. Y otros más, acudieron al templo del Padre de los Tres Caminos.
No obstante, en Jesús Tepactepec, donde no hubo fallecidos por la explosión de hace una década, en reiteradas ocasiones lanzaron cohetes de arranque, durante y después de la procesión, lo que causó miedo entre los visitantes.
25 muertos y 154 heridos el saldo final de la tragedia en Jesús Tepactepec, Nativitas
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Miguel Madrid, Víctima de la explosión
Sentí que moría y observé heridos en el piso, fuertes escenas, fue espantoso, mi hermano Uriel falleció”.
La tragedia de Jesús Tepactepec, municipicios de Nativitas, dejó una lección a la población de Tlaxcala
Con información de Tomás Baños