A menos de 30 % de su nivel se encuentran nueve de las 17 presas en Tlaxcala, en la víspera del verano.
La sequía que se presenta desde hace cinco años no ha permitido su llenado, lo que ya afecta al sector agrícola.
Las llamadas Cárdenas, Cunetas, Sol y el Muerto están completamente secas desde enero de este año e, incluso, ya se acabó la flora y fauna.
El Sol de Tlaxcala constató que en la entidad el ciclo de temporal tiene un retraso significativo. Las plantas de maíz apenas germinaron y a la tierra le hace falta agua, pero el temporal no se regulariza a unos días de entrar el verano.
El líquido de la presa Cárdenas de Tlaxco servía para regar hortalizas de unas 300 hectáreas, pero ahora está azolvada y hay cientos de toneladas de tierra agrietada.
La Saltillo, localizada en Emiliano Zapata, tiene un 50 % de agua almacenada, pero no se utiliza para la agricultura, según reportó la Conagua.
La dependencia precisó que la Tenexac, de Toluca de Guadalupe, en Terrenate, apenas alcanza un 22 % de su capacidad instalada y, de seguir la ausencia de lluvias, nuevamente se quedará vacía.
El agua pluvial almacenada no alcanza a llegar a las compuertas hidráulicas para que sea utilizada en el riego, admitieron los trabajadores de esa dependencia federal.
En esas demarcaciones, el agua de ollas, jagüeyes y ríos se evaporó ya que registran ocho meses sin lluvia.
CAMPO DESOLADO
En Lázaro Cárdenas, por primera vez desde hace 47 años, no sembraron hortalizas pues el agua se agotó.
Estos hombres que hasta llegaron a exportar betabel, lechuga y cilantro a Alemania, abandonaron la tierra.
Todavía algunos campesinos cosecharon betabel el año pasado, aunque no tuvo precio. “Se acabó el agua y este año no hubo apoyos, aquí estamos en casa por la pandemia del Coronavirus”, lamentó don Sebastián González
Otros productores que cultivaban hortalizas con agua limpia, regresaron a las siembras tradicionales de maíz de temporal. En el predio “El Ocotito”, de unas 300 hectáreas, lo que antes era una agricultura por contrato y segura pues salían hasta 30 camiones diarios cargados a la Central de Abasto de la Ciudad de México, todo está desolado.
Incluso, la tubería móvil fue desconectada de la fuente principal de la presa y los invernaderos están abandonados.
El entusiasmo de los campesinos de esa comunidad se vino abajo de la noche a la mañana. Antes, se quejaban de las fuertes heladas y que no había precio de garantía en sus cosechas en el mercado, pero ahora no tienen nada.
Y es que fue en 1962 cuando el entonces gobernador Joaquín Cisneros Molina les suministró agua para el consumo humano, esto desde el manantial “La Meyal”.
Luego, en 1973 ingenieros de la entonces Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos inauguraron la presa “Cárdenas”.
Tres años después, resultado de la gestión de Hilario González, entonces presidente del comisariado ejidal, les edificaron la presa Tenexac para el riego de 133 hectáreas.
Ahora, a casi medio siglo de explotación del agua, los manantiales dejaron de fluir por la sequía y las presas se han secado.
PINTAN CRUCES PARA QUE LLUEVA
En San José Villarreal, comunidad de Terrenate, a los campesinos de papa y haba les funcionó pintar cruces sobre las rocas de río para que lloviera.
De hecho, en esta comunidad considerada la de mayor altitud y pobreza extrema (a tres mil metros sobre el nivel del mar), hubo algunas precipitaciones pluviales el martes y miércoles.
Fernando Alvarado explicó que “las papas se están componiendo, pero no tenemos apoyos de la Secretaría de Agricultura”.
Recordó que el gobierno de la República les canceló el fertilizante y durante este sexenio no han tenido un solo apoyo.
Lamentó que a más de 18 meses de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, no hayan recibido lo prometido para reactivar al agro. Refirió que tan solo para sembrar una hectárea de papa invierten hasta 30 mil pesos.
17 presas existen en Tlaxcala, de las cuales nueve tienen un 30 % de su nivel
18 meses de gobierno de AMLO han pasado y no han recibido recurso para reactivar al agro
LAS PRESAS
Las llamadas Cárdenas, Cunetas, Sol y el Muerto están completamente secas desde enero de este año e, incluso, ya se acabó la flora y fauna.
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