Su intento por llegar a Estados Unidos de América (EE. UU.) y hacer realidad el llamado “sueño americano” le costó caro a Alex N., un joven de 27 años de edad que hace más de dos meses dejó su casa en Honduras.
En su intento por trepar a “La Bestia”, como es llamado el tren en el viajaban los migrantes, cayó, se impactó contra uno de los postes de concreto instalados a un costado de la vía y el golpe que recibió a la altura del rostro le ocasionó la pérdida de su ojo derecho.
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Es uno de los cientos de centroamericanos y sudamericanos que diariamente abandonan sus países natales para mejorar su situación de vida. Apizaco es lugar obligatorio de paso, en ocasiones para pernoctar en el largo trayecto que se trazan para cruzar la frontera, o por lo menos para llegar al norte de México.
Y aunque al salir de sus hogares definen su proyecto de vida, eso está sujeto a circunstancias ajenas a ellos, y al abandonar la tierra que los vio nacer y crecer saben que estarán expuestos a robos, a sufrir accidentes o en el peor de los escenarios, pueden morir en el intento.
Algo así le sucedió a Alex N., quien mientras ayuda en la cocina del albergue para migrantes La Sagrada Familia, en Apizaco, cuenta a El Sol de Tlaxcala la terrible experiencia que le tocó vivir a consecuencia de los llamados “fantasmas”, el cerco de vallas que hace más de una década colocó la empresa Ferrosur.
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Señaló que el accidente que le arrebató la vista de su ojo derecho ocurrió hace más de mes y medio, un día después de haber arribado al albergue en busca de descanso, cobijo y comida.
Relató que eran cerca de las 15:00 horas de ese día (no específica fechas) cuando decidió continuar su camino hacia “el otro lado”, y acompañado de su sobrino de 22 años dejaron el albergue y caminaron unos metros. Intentaron subir al tren a la altura de la antigua estación, pero Alex N. no lo consiguió.
Ya iba a agarrar el tren pero mi sobrino que iba conmigo no se pudo agarrar bien, entonces me bajé para ayudarlo y cuando yo empecé a agarrarme para subir ya no pude hacerlo porque el tren iba muy fuerte, indicó.
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Lo que Alex N. recordó de ese momento es que el movimiento del tren lo hizo volar y estrellarse en uno de los postes, quedó tirado a un costado de las vías hasta que sus compañeros de viaje llamaron a la ambulancia que lo trasladó al Hospital Regional de Tzompantepec, pero al final recibió la atención en el Hospital General de Tlaxcala, en Apetatitlán.
Sin embargo, el equipo médico no pudo hacer nada y perdió su ojo derecho.
Mientras se recupera completamente colabora en las actividades de la casa del migrante, pero está muy seguro de que su intención es no regresar a su país, Honduras, porque comentó que cuando salió lo hizo para ayudar en la manutención de su familia: su papá, sus hermanos y un hijo (su madre murió hace dos años).
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Su intención siempre fue llegar a EE. UU., pero con el accidente y la pérdida de su ojo los planes han cambiado, y no sabe si podrá continuar su trayecto hasta el vecino país, porque no quiere arriesgar su vida o quedarse en México.
Ahorita lo estoy considerando, pero no sería regresar a Honduras porque es regresar a lo mismo y no valdría la pena… ahorita me está ayudando una abogada del albergue para poder quedarme en México (busca la visa humanitaria).
Alex N. encontró refugio temporal en el albergue, y ahí estará hasta que esté en condiciones físicas de continuar su trayecto o tenga un plan definido.
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En la charla con este Diario, dijo que desde hace dos meses salió de casa, y que ese lapso ha significado un trayecto complicado en el que enfrentó malos tratos de la policía mexicana y asaltos, además de días de frío y hambre, situaciones que minimiza.
Su sobrino sí pudo abordar el tren e hizo su viaje sin mayor complicaciones, no se dio cuenta que su tío sufrió un accidente y hace unos días llegó a Monterrey.
Su intención siempre fue llegar a EE. UU., pero con el accidente y la pérdida de su ojo los planes han cambiado, y no sabe si podrá continuar su trayecto hasta el vecino país, porque no quiere arriesgar su vida, o quedarse en México.