El burro que ancestralmente ha sido considerado un animal de carga por sus características, al ser una especie de tamaño pequeño y robusto, en la actualidad se ha convertido en un entretenimiento en fiestas populares.
Los jumentos se vuelven la diversión de los asistentes a las ferias al competir en los “burródromos”, algunos otros portan creativos disfraces que los llevan a ganar premios como forraje para su alimentación, esto principalmente en localidades de Huamantla, Tlaxco y Nopalucan.
SUS ORÍGENES
Estos animales han jugado un papel importante en la historia, pues sus orígenes datan de hace tres mil años en España, tiempo en el que se forjó una relación estrecha con las labores cotidianas del hombre y las tareas de campo.
La especie llegó en 1495 al continente Americano con la primera expedición de Cristóbal Colón, para sustituir a los conocidos tamemes (hombres que llevaban en su espalda pesadas cargas), pero año con año disminuye en número lo que ha provocado que estén en peligro de extinción.
De acuerdo con datos emitidos por el portal “Investigación y Desarrollo”, en 1991 la población de burros en México era de 1.5 millones y en la actualidad se ha reducido a medio millón de ejemplares.
IDEALES PARA LABORES AGRÍCOLAS
Su actitud dócil los convirtió en un apoyo ideal para las labores de carga, sus características físicas y resistencia permitieron que, por siglos, fueran utilizados para el desarrollo de trabajos considerado “livianos” como la carga de recipientes de agua o forrajes.
También eran aprovechados para el tirado de herramientas agrícolas como cultivadores, tareas para las que cada vez se ocupan menos, a causa del desarrollo tecnológico. Debido a que su precio de compra en el mercado es mucho menor que el de otros animales de carga, los agricultores los preferían para las jornadas de trabajo.
En promedio pueden vivir de 30 o 40 años y, en su edad adulta, pueden alcanzar un peso de 130 a 240 kilogramos, que les permite llevar una carga al lomo de 50 kilos sin lesiones, aunque la lentitud en su traslado los relegó en las labores del campo.
De acuerdo con el catedrático de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), José Rafael Morales Lima, los burros o asnos, todavía se pueden apreciar en importantes cantidades en comunidades rurales de los municipios de Huamantla, Ixtenco, Hueyotlipan y Nativitas aunque cada vez se utilizan menos para las actividades agrícolas.
Señala que es necesario emprender un programa médico que permita la preservación de los equinos pues, en algunos casos, por los costos elevados, no se les dan los cuidados que requieren.
SIN PROGRAMA OFICIAL PARA SU PRESERVACIÓN
El gobierno estatal no cuenta con un programa formal de atención médica y reproducción asistida para la preservación de este animal utilizado para labores de carga y cabalgadura.
En 1998, la UATx trabajó de manera coordinada con la fundación inglesa The Donkey Sanctuary, para promover el cuidado y protección de burros, caballos y mulas a través de programas médicos. Empero, concluyó por la falta de recursos para solventarlo. Durante varios años se brindó atención médica que incluía recortes de cascos, cirugías, castración, desparasitación y curación de heridas, que concluyó cuando la fundación dejó de brindar servicios en la entidad; la UNAM intervino en estos trabajos.
LA TRADICIÓN
Actualmente la importancia de estos animales de carga se conceptualiza de una manera diferente, se han vuelto el personaje principal en fiestas anuales de comunidades de Huamantla, Nopalucan y Tlaxco, donde las carreras son todo un espectáculo y una forma para que sus propietarios puedan solventar –momentáneamente- la manutención de estos animales.
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