Después de los cambios en el ritmo de vida que ha dejado la pandemia por Covid-19, viene el daño colateral: el aumento en la ingesta de gaseosas y comida rápida o llamada chatarra traerán consigo más enfermedades mortales para la gente si no actúa a tiempo.
Esto, ante el poco tiempo disponible para elaborar platillos saludables por parte de las madres de familia; primero, porque son técnicamente quienes atienden las clases a distancia, y segundo por el temor para realizar las compras de insumos en los mercados locales ante el miedo de ser contagiadas de coronavirus.
Solicitar alimentos a través de aplicaciones o para llevar ha facilitado a muchas familias el trabajo en casa en ese tema y ha permitido ahorrar tiempo. El problema es que varios de los miembros de la familia han consumido demasiadas calorías que seguramente repercutirán en su salud, pues por el confinamiento también se volvieron sedentarios.
Julio César Ajuech Zampoalteca, líder estatal del Programa de Determinantes Personales de Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, explicó que la población adulta es la que cuenta con mayor acceso a estos alimentos altamente calóricos que se expenden en la vía pública o en negocios establecidos, debido a que deben salir a trabajar y es ahí donde, por la premura, tiene que consumirlos, “lo que a largo plazo se reflejará en problemas y más enfermos, sobre todos los diabéticos que no han podido controlar el padecimiento debido al confinamiento”.
Explicó que las características de estos alimentos estriban en que tienen una alta carga de sales y azúcares, además de que, si no se realiza actividad física de manera normal o habitual, impedirá que el organismo pueda quemar la misma cantidad de energía consumible.
Aunque existen diferentes factores que influyen en el incremento en la compra y consumo de estos alimentos, el experto consideró que la principal causa de esta alza se debe a los malos hábitos alimenticios, aunado al “bombardeo” de mensajes que invitan a consumir.
Pese a que desde hace un par de años la Secretaría de Salud federal implementó un nuevo etiquetado en los productos como una manera de informar a los consumidores de los riesgos que contrae el ingerirlos, Ajuech Zempoalteca subrayó que todavía es muy poco el tiempo que ha pasado como para determinar que realmente funciona.
“No tiene mucho que se impulsó y se puso en funcionamiento, entonces no se puede asegurar que funciona o no, aunque sí es mucho más claro y se proporciona a la población un mensaje concreto acerca de que el alimento le representa un riesgo, si tienen más azúcares, grasas o cualquier otro nutrimento y es más comprensible que el anterior”, enfatizó.
De igual forma, aseveró que es cuestión de tiempo para que se pueda conocer si es que el plan sirve o no, pues no solo fue avalado por diversas instituciones del país, sino también a nivel internacional por las organizaciones Mundial de la Salud y Panamericana de la Salud.
AFECTACIÓN A MENORES
Los menores son los más dañados pues en ellos está latente la posibilidad de padecer obesidad infantil. Quienes habitan en zonas urbanas tienen acceso a alimentos que representan una carga importante de energía, lo que afecta la salud al carecer de ese valor nutricional y de los alimentos que necesitan en esa etapa, lo que en el futuro se presentará como un riesgo y un daño a la salud si no se atiende de manera oportuna.
Ajuech Zampoalteca puntualizó que no solamente es el sobrepeso y obesidad, pero de ello se derivan las morbilidades que son enfermedades asociadas a la obesidad como es la diabetes, la neuropatía diabética, fallo de los riñones, pérdida de la visión, de la sensibilidad de articulaciones, así como de la memoria, algún tipo de cáncer como de mama, ovarios, y para los hombres el de próstata y colon.
- 13 mil 300 son los pacientes con diabetes en la entidad
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