En la mayoría de las comunidades existe una costumbre arraigada para que los pobladores cooperen en las festividades religiosas o cumplan con sus “cargos”, para que, al morir el servidor de la iglesia católica o algún familiar, esté garantizado un espacio en el camposanto y sepelio.
En los pueblos los cargos van desde un “sacristán menor”, que regularmente es un niño que ayuda durante la misa al sacerdote, una especie de monaguillo, hasta el “sacristán mayor”, considerado el próximo Tiaxca.
Existen variantes de mando eclesiástico, pero la mayoría de localidades cuenta con un “fiscal”, quien está al resguardo del templo; un “teniente”, asistente del fiscal; “mayor”, encargado de los ornamentos de la iglesia y varas de mando; “merino”, una especie de juez; “macuitl”, auxiliar y guardia de la fiscalía.
También figura un “tlacuilo”, quien funge como redactor o notario; “tequiahua”, vocal de la Fiscalía; “tequipixqui”, rezandero; “tequipane o portero”, campanero y el “tequitlahtol”, encargado del trabajo comunal.
Los empleados menores son los “topiles” como vigilantes o policías comunitarios; y el “calpixqui”, quien es el sacristán del templo; pero todos ellos, deben disponer de tiempo para cumplir con las funciones encomendadas y en ciertas fechas deben desembolsar dinero para organizar comilonas para todo el pueblo.
IMPONEN MULTA
En casi todas las organizaciones eclesiásticas de las comunidades, tienen como ordenamiento cumplir con esos cargos y otras cooperaciones, de lo contrario, cuando muere la persona que se niega a trabajar para la iglesia o alguno de sus familiares, no les prestan los servicios para el sepelio o le imponen una multa de varios miles de pesos.
- Los cargos eclesiásticos en comunidades son obligatorios.
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