En su oficina de la Iglesia de La Natividad de María, el sacerdote Reinaldo Osorio Nava señala que después de la explosión de cohetones, quedó prohibido el uso de la pirotecnia para las festividades religiosas y civiles del municipio. “Esa fue una determinación del entonces Obispo Francisco Moreno Barrón”, expresa.
Agrega que en lugar de la acostumbrada ofrenda de cohetones que por años se hacía en las festividades religiosas, se cambió y ahora se ofrece música y arreglos florales “que son más bonitos y lucen más en las fiestas patronales”.
Comenta que aquel 15 de marzo de 2013 fue un acontecimiento que “caló hondo en la sensibilidad de las personas y en la manera de vivir tanto la fe como las tradiciones propias de la religión católica”.
Reconoce que más allá de los cambios que se dieron y que se han venido dando para llevar a cabo estas festividades, la gente de Nativitas tomó conciencia en el cuidado que se debe tener en el uso de los cohetones y de la pólvora.
“A la fecha en la comunidad y en toda la parroquia se ha tenido una mayor conciencia en la compra de los cohetones al dejar de adquirirlos de forma abundante y exagerada”.
Agrega que “vemos desde la fe que son signos que Dios, de alguna manera permite que estas cosas sucedan como errores humanos e imprudencias, pero desde la fe lo vemos como eso, un signo de Dios que se nos presenta en la vida para que aprendamos a tener mayor respeto por las cosas y que vivamos nuestras tradiciones, nuestras fiestas con más sentido de convivencia entre nosotros”.
Refiere que es algo que permite que la gente vaya comprendiendo, que vaya forjándose esta mentalidad para convivir en fraternidad las fiestas, bendiciendo y alabando a Dios por sus beneficios, desde lo que nuestra fe y sencillez podemos tributarle.
En la charla, argumenta que en estos cinco años han muerto un total de 25 personas del municipio de Nativitas a causa de la explosión.
“Estamos hablando que fueron todos los que perdieron la vida a causa de ese accidente. El día de la tragedia fueron 13 los muertos, pero los que fueron enviados a los hospitales y desafortunadamente meses después perdieron la vida, fueron un total de 25 porque sus organismos no resistieron las heridas”, afirma quien desde el 15 de marzo de 2013 es párroco del lugar.