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Además de convertirse en una fecha ideal para compartir la tradicional fiesta religiosa del tamal y el vaso con atole o café, el Día de la Candelaria es una celebración importante para el catolicismo, pues tiene un significado religioso trascendental al representar el cierre de la Navidad.
De acuerdo con la fe católica, la expresión más importante es la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén, por eso los Niños Dios deberían ser vestidos con ropones blancos, aunque últimamente el hecho se ha tergiversado.
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En la tradición judía, las madres recién alumbradas tenían que esperar 40 días después del parto para supuestamente purificarse tras haber derramado mucha sangre, pero hasta entonces no podían presentar al bebé recién nacido ante las autoridades religiosas.
La celebración de la Candelaria es una de las fiestas más antiguas entre todas las dedicadas a la Virgen durante el año, pues fue introducida por el papa Gelasio I, en el año 496 y esta celebra la fertilidad, la vida y la pureza.
En entrevista con El Sol de Tlaxcala, el vocero de la Diócesis de la entidad, Ranulfo Rojas Bretón, dijo que es una celebración que engloba a muchas tradiciones derivadas de la ley judía y cristiana.
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Recordó que en la antigua legislación, el objetivo era presentar al primogénito de las familias y de los animales, entregarlos a Dios y realizar una ceremonia de “rescate”.
Refirió que en ese entonces, las familias entregaban ofrendas de acuerdo con su estatus social, por ejemplo, los pobres llevaban pichones o tórtolas, los de clase media, un cordero y los de clase alta, un novillo, los matrimonios a su primer hijo.
A la fecha, los motivos blancos en la vestimenta en el Niño Jesús representan la pureza del mismo, mientras, las velas simbolizan la luz de cada alumbramiento, el romero, una de las hierbas usadas en el baño posparto y las semillas, la fertilidad de la tierra.
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SE DEBE REGRESAR A LA ESENCIA DE LA VESTIMENTA
El también párroco de Chiautempan aseveró que la ciudadanía debe regresar a la esencia de vestimenta de los “Santos Niños”, con ropones blancos y evitar otras advocaciones de santos, oficios o profesiones.
Eso sí, refirió que los más comunes y un tanto permitidos por la Iglesia Católica son “El Señor de Las Palomas” y “El Santo Niño de Atocha”, pero preferentemente deben evitar vestir a la imagen de algún santo, “pues debemos recordar, los Santos buscan la imagen de Dios, no al revés, Dios no busca la imagen de los Santos”.
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Insistió en que “la Candelaria no es una fiesta de disfraces o una fiesta de niños”, más bien se trata de un acto de purificación y de alabanza al alumbramiento.
Estableció que la palabra Candelaria tiene su connotación en el término “Candela” se forma de la raíz del verbo “candeo”, el cual, quiere decir, ser blanco y brillante o brillar, término asociado a la raíz indoeuropea Kand o brillar asociado, mientras en nuestras actuales palabras: incendio, cándido, candidato, candelabro, candil, entre otras.
El presbítero añadió que detrás de la festividad están los pasajes bíblicos: “Levítico 12:1-4, donde el Señor dice a Moisés: después de parir un niño, la mujer será inmunda siete días... más ella permanecerá 33 días purificándose de su sangre”, es decir, justo 40 días.
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Otro pasaje, recordó, es el de Lucas 2:22-39 donde se narra la presentación de Jesús al templo, al “cumplirse los días de Purificación”.
¿Entonces, de dónde surge la tradición de compartir tamales y atole, padre?, se le cuestionó.
“En México existe la tradición de obsequiar alguna comida o bocadillo cada vez que se lleva a cabo alguna celebración religiosa, desde la patronal, el bautizo, comunión o confirmación, pero esa es una tradición más prehispánica y como la fiesta está asociada al maíz, se elaboran tortillas o tamales”, informó.
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Además, precisó que el seis de enero las familias comparten la rosca de reyes, con la figura del Niño Dios en su interior, y a quien le toca, tiene que ofrecer tamales y atole el día de la Candelaria, pero es un ritual influenciado por el mundo náhuatl, pues ofrecen alimentos prehispánicos.
LAS VESTIMENTAS
Este Diario entrevistó a Margarita Jiménez Molina, una mujer vendedora de vestimentas de Niños Dios, en el municipio de Totolac, quien lleva en el negocio 12 años consecutivos y ha notado cambios importantes en cada solicitud de modelos.
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Precisó que los vestidos “de Gala” cotizan entre los 200 y 300 pesos, aunque también hay económicos elaborados con telas o un poco más sencillas, los cuales, valen entre 150 y 200 pesos.
Los modelos que tenemos actualmente son del Divino Niño, Sagrado Corazón de Jesús, San Juditas Tadeo, Niño de La Abundancia, el Niño de Las Palomas, el Niño de La Sagrada Familia, Los milagros de Jesús, el Niño de Los Olivos y advocación a San Benito, detalló.
De igual manera, estableció, ofrecen el ropón blanco, la vestimenta del Niño de la Salud, el de San Miguel Arcángel, Jesús Celestial, Misionero de los Sueños, el Niño Doctor de Cuerpos y Almas, Santo Niño Dios de la Luz Divina, El señor de La Misericordia y Arcángel Uriel.
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También hacemos vestimentas de pedidos especiales, pero con una semana de anticipación y esos valen unos 400 pesos, aunque he de decir que no hemos recibido peticiones extrañas, solo el año pasado vestimos un niñito de policía, pues lo trajeron los elementos del municipio de Totolac y sí se los vestimos, resaltó.
La vendedora detalló que la vestimenta más cara es para imágenes pequeños, de entre 12 y 15 centímetros, cuyo valor del vestuario es de 300 pesos, “aunque manejamos un niño especial que se llama de Belén, el cual mide 60 centímetros y ese ropón cuesta 400 pesos”.
Su negocio está ubicado en Carretera Federal Sur, número seis, casi llegando a la calle que conduce a la presidencia municipal o a un costado de la cancha conocida como la del Hoyo, con un horario de 10:00 a 20:30 horas.
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VESTIMENTA
El primer año en que se tiene al niño debe ser vestido de blanco, sin corona ni trono, en el segundo año puede ser vestido con un traje de color y el tercero se le debe vestir como rey, con una corona, pues según la creencia católica es cuando ya puede realizar “milagros”.
