Ayer, el docente Francisco Castro Pérez y los alumnos Francisco Vega, Ulises Hernández y Erick Cortés presentaron el libro “Cambios tecnológicos en la agricultura tradicional de Tlaxcala, la visión de los herederos”, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT).
Dentro de las actividades del I Congreso Internacional sobre investigaciones de la Región Puebla-Tlaxcala y VI Encuentro de Antropología Social, la publicación, auspiciada por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias 2017, fue comentada por José Ángel Eliosa y moderada por Laura Bety Zagoya.
Previo al acto, Francisco Castro, miembro de la planta académica de la Licenciatura en Antropología, explicó que si bien su función como docente es guiar a los alumnos, no hubo tanta necesidad, ya que pese a la distancia generacional comparten un elemento: “todos provenimos del medio rural y nuestros padres son o fueron agricultores, y de alguna manera los cuatro todavía lo somos”.
Indicó que este elemento fue el pegamento que permitió unificar el criterio para decidir hacer un trabajo que, “más que ser un estudio académico de alta teoría, trata de ser un testimonio de lo que ocurre con la agricultura tradicional en Tlaxcala en estos tiempos, y lo vamos a llevar a las comunidades donde se hizo la investigación para compartirlo con los propios agricultores”.
Reveló que en algún momento los campesinos en México fueron considerados los hijos predilectos del régimen, “el gobierno revolucionario los apoyó, después fueron considerados los herederos de promesas, porque se acabó el reparto de tierras y ya no había otra más que irse a estudiar o irse de obrero o migrante, y recientemente esa ruptura generacional se agudizó”.
Dijo que después de los años 90’s, con las reformas a la Ley Agraria y la instauración del Programa de Certificación de Derechos Parcelarios, el campo sufrió todavía un mayor abandono de parte del Gobierno federal y de las instituciones dedicadas a la política agraria, “entonces en esa orfandad lo que queda en el campo son los abuelos y los nietos, fundamentalmente, ya que la gente de edad productiva está trabajando fuera”.
- LO QUE PERDIÓ EL CAMPO
De acuerdo con Castro Pérez, lo que se pierde primero es ese conocimiento heredado de generación en generación, y después el resultado de ese conocimiento que era la producción de alimentos.
“Hoy se habla de una revolución biotecnológica que está planteando utilizar el maíz para producir biocombustibles, el etanol, también se habla de sustituir el maíz criollo y meter transgénico resistente a las heladas y plagas, pero que no sabemos qué efectos tengan en la salud humana”.
- LOS ALUMNOS OPINAN
En representación de sus compañeros, Francisco Vega Bernal, alumno de octavo semestre, expuso que este trabajo surgió a partir de una inquietud que venían arrastrando desde la experiencia personal.
Del mismo modo, mencionó que el trabajo se ha desarrollado desde los temas de tesis “de los tres compañeros, y es una gran oportunidad de haber concretado aunque sea una pequeña parte de lo que implican esos pequeños estudios de tesis”.
Agregó que este trabajo fue realizado en cuatro comunidades agrarias de dos áreas culturales prehispánicas con antecedentes étnicos específicos, como San José Nanacamilpa, San Mateo Aticpac, San Damián Texoloc y San Miguel del Milagro.
TIRAJE
- 400 libros
- 200 CD’s
A lo mejor estamos tratando de poner un granito de arena de decir que en este viejo modelo de agricultura tradicional había seguridad alimentaria, se transmitía el conocimiento de generación en generación, no se tenía que patentar e importar, era nativo del país, y adicionalmente se conservaba la biodiversidad
Francisco Castro Pérez / Académico de la UAT