En un taller adaptado en una casa antigua de Apizaco, Andrea Ramos y Andrea Díaz Ramos devuelven la "vida" a juguetes maltratados, rotos o descompuestos que llegan a sus manos.
No son expertas, pero con el paso del tiempo y con la práctica y la ayuda de tutoriales que ven internet, mamá e hija han aprendido delicadas técnicas para sanar muñecas, peluches, carritos, barbies y cualquier juguete que no use baterías.
En ese hospital de juguetes ubicado a unas cuadras de la basílica de Nuestra Señora de la Misericordia, en Apizaco, arreglan prácticamente cualquier desperfecto: desde una prenda rota, hasta la sustitución del acabado de juguetes antiguos.
Aunque surgió hace apenas unos cuantos meses, a ese hospital, que también es un Spa, llega prácticamente de todo, pero son personas dueñas de muñecas y barbies sus clientes más frecuentes.
Comprometida con su idea de reciclar y reusar, Andrea Díaz ha adaptado enseres y materiales que ya tenía en casa para hacer las reparaciones: cepillos de dientes, tijeras de todo tipo, pinzas, pinceles, resistol, brochas, tazas, lápices, marcadores, estambre, jabón y hasta trozos de tela.
Sin embargo, hay insumos que sí tiene que comprar para que el juguete quede en buenas condiciones, como la pintura epóxica para reparar piezas, que al ser especial que no venden en Tlaxcala, y barniz para evitar que la pintura se corra.
En ocasiones, para la restauración de los juguetes se vale de piezas de otros juguetes, algunos que ella tiene, otros que le han regalado y algunos que compra en mercados de pulgas, pero cuando no la encuentra debe ingeniárselas para, por ejemplo, ponerle una cabellera o confeccionarle la vestimenta que sea acorde no solo con su tamaño, sino también con la época en la que fue elaborada.
“Lo que nosotros queremos es restaurar las muñecas y que alguna persona pueda adquirirlas a un precio más económico”, expresó Andrea Ramos.
LA REPARACIÓN, UN PROCESO ARTESANAL
Hacer la reparación de cualquier juguete podría considerarse un trabajo artesanal, delicado y que debe hacerse con amor.
Todo el proceso es así, artesanal y delicado, desde que al hospital llega un juguete y hasta que "le dan el alta".
En el caso de una muñeca Barbie, lo primero que Andrea hace es bañarla hasta que quede completamente limpia; el cabello, si es lacio, lo lava con agua caliente y suavizante de telas, pero si es rizado lo hace con acondicionador para cabello.
Andrea aprovecha que las muñecas están sumergidas en agua caliente para delinear facciones o para marcar los dedos de las manos y pies que han sido dañados, en muchos casos por una mordedura.
Lo siguiente que hace es retirar con acetona o alcohol cualquier mancha que el jabón no quitó, incluso borra completamente la cara de la muñeca si es necesario para después repintar a mano los ojos, boca, pestañas y hasta pecas.
En la mayoría de los casos tiene que reparar el cuello de las muñecas, pero en ocasiones también tiene que completar dedos mutilados, colocar cabello nuevo y hasta arreglar el mecanismo de los ojos cuando son movibles.
En este proceso de recuperar el juguete, Andrea inventa y reinventa, y puede convertir a una muñeca maestra en princesa con cabello rosa, pero "normalmente trato de solo resaltarlas tal como llegaron".
Actualmente repara tres muñecas de porcelana de aproximadamente 50 años de antigüedad y dijo que será un reto puesto que sus extremidades están unidas con alambre y el material con la que están hechas es muy delicado.
SURGIÓ HACE DOS MESES
Andrea Ramos, mamá de Andrea Díaz, contó que el hospital de juguetes nació hace aproximadamente dos meses, de una idea que surgió de su gusto por conservar y rescatar antigüedades.
Hasta antes de eso, de vez en cuando ella y su hija reparaban objetos propios, pero cuando surge la idea de dedicarse a la reparación de los juguetes se meten de lleno y, a través de videos, mejoran los conocimientos que ya tenían al respecto.
Aunque reparar y arreglar juguetes no es un proceso costoso económicamente hablando, sí se trata de un trabajo en el que se invierten hasta dos días, pues los juguetes pueden estar inservibles, pero poseen un incalculable valor emocional.
“Pero, lo que buscamos es que le den un nuevo uso a un juguete que alguien desechó, sobre todo ante el consumismo que actualmente existe”, dijo Andrea Ramos.
ADOPTAR, PARA NO COMPRAR
Ambas coincidieron en que un juguete puede durar para toda la vida, ya que solo necesitan de algunos cuidados y limpieza que se puede hacer en casa, pero cuando requieren una reparación mayor recomiendan acudir con ellas.
Con el hospital de juguetes buscan evitar que las personas se deshagan de sus muñecas o peluches cuando tienen un desperfecto, pero también los reparan para que alguien más pueda adquirirlos a un costo más bajo.
“Suena raro, pero es mejor adoptar un juguete que comprarlo”, dijo Andrea Ramos al señalar que la intención es evitar la contaminación cuando los juguetes son tirados.
TAMBIÉN COLECCIONA JUGUETES
Un pasatiempo de la señora Andrea Ramos es coleccionar “Ternurines” (chinos y mexicanos), unos peluches miniatura.
Inició hace 10 años, cuando tuvo su primer ternurin y actualmente posee una colección con alrededor de 50 piezas antiguas y nuevas que ha acomodado en diversos escenarios: sala, cocina, cafetería, habitación, hospital y escuela.
Para colocarla su colección adaptó una habitación de su casa, ahí están todos los ternurines que ha comprado, conseguido o le han regalado, borregos, osos, conejos, erizos, renos, ardillas, hipopótamos, gatos, monos y elefantes de peluche de unos centímetros de altura.
UBICACIÓN DEL HOSPITAL
El hospital de juguetes está ubicado sobre la avenida Hidalgo, entre la avenida 16 de septiembre y la calle 5 de Febrero, en Apizaco, en "Kiwi Accesorios".
La atención es de lunes a sábado de 07:00 a 19:00 horas.
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