La última laguna natural que queda en Tlaxcala enfrenta un riesgo latente de desaparecer. El daño ambiental, la contaminación y la explotación de recursos naturales propician cada vez más la desecación del refugio de cientos de especies de flora y fauna.
En los últimos años, el problema se ha agravado con la invasión de la misma, un ecocidio silencioso que, si no se frena a tiempo, podría acabar con el cuerpo de agua de gran valor no solo natural, sino histórico y cultural.
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“Por su historia y cultura podría considerarse igual de valiosa que el Lago de Texcoco, recién declarado Área Natural Protegida”, dice el biólogo Rafael Rodríguez Razgado, quien ha hecho estudios en torno a la laguna situada entre los municipios de Tlaxcala, Tepeyanco y Xiloxoxtla, al sur de la capital del estado.
Investigaciones recientes han puesto en evidencia una serie de irregularidades como la obstaculización de las barrancas que alimentan la laguna. “El crecimiento urbano y poblacional de los pueblos que la rodean ha afectado la recarga de agua, reduciendo así el área que ocupa el espejo de agua. Incluso, en algunos momentos de finales del siglo pasado se llegó a considerar extinta al ya no tener agua”, precisó a este Diario.
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Por fortuna, añadió el biólogo, en la década pasada el nivel de agua se recuperó y con ello su extensión geográfica, aunque no del todo. Para 2016 la laguna había reclamado su territorio y fueron inundadas las áreas deportivas que los vecinos ya habían establecido, incluso quedaron sin concluir dos construcciones, las cuáles dan cuenta del abuso que se vive en una propiedad declarada de la nación desde 1939.
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CONFLICTO HISTÓRICO
Desde los tiempos de la revolución mexicana, la laguna de Acuitlapilco ya tenía fieles protectores. En los códices indígenas de los primeros pobladores de la localidad, entonces llamada “Xochitototla” -lugar de pájaros y flores-, ya se hablaba de una serpiente guardiana con alas y cabeza de mujer que habitaba en las profundidades.
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De acuerdo con Victoriano Cote Hernández, vecino de Santa María Acuitlapilco y también defensor de la laguna, su bisabuelo Gregorio Flores fue quien inició la lucha por declarar patrimonio natural de dicha comunidad, aunque solo logró su reconocimiento como propiedad privada con fines de explotación pública en 1922, pero 17 años después (1939) fue declarada propiedad federal.
Don Gregorio es recordado en su pueblo como “un incansable luchador social de la laguna”, cuyo conflicto territorial inició en 1898 con el municipio de Tepeyanco, que se beneficia de las aguas para uso agrícola. “Nos querían quitar la laguna”, dice don Victoriano Cote.
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Más tarde, Santiago Tlacochcalco y Santa Isabel Xiloxoxtla mostraron fuerte dependencia a ésta, “dado a las diversas ventajas que representaba vivir al margen de la laguna, principalmente para la obtención de alimentos y agua de los manantiales que alrededor de ella existían”, dice Rafael Razgado.
A lo largo de los años, se han planteado diversos intentos de uso y aprovechamiento de la laguna con proyectos comunitarios, los cuales no han prosperado debido a los conflictos entre vecinos.
Aunado a ello, el interés reciente por apropiarse ilegalmente del vaso lacustre ha agravado su desecación. “Si bien se realizó el decreto de la laguna como propiedad federal, quedó pendiente su delimitación, lo que ha favorecido que vecinos colindantes a ella hayan buscado constantemente ganar terreno”, advierte el también maestro en Gestión de Turismo Regional Sustentable.
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ACCIONES SIN PROSPERAR
Después de Gregorio Flores, han surgido una serie de grupos y asociaciones civiles en defensa del humedal; con acciones de limpieza, cuidado y protección, los activistas alzan la voz para impedir la invasión de particulares, sin tener resultados contundentes.
Han denunciado abusos de personas que se han pronunciado abiertamente “defensores de la laguna”, y que solo han buscado lucrar con el movimiento, dice Frank Cuapio Pérez, integrante del Comité de Vigilancia Ambiental (Profepa, 2018).
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“Es un problema que se ha venido arrastrando desde hace mucho tiempo, sin que las autoridades locales y federales den solución”, añade en entrevista para El Sol de Tlaxcala.
A diferencia de otros grupos que, más allá de ayudar, inciden también en la modificación del área natural como el relleno del vaso de agua para la implementación de “proyectos eco-turísticos” o inclusive la introducción irresponsable de especies exóticas de flora y fauna, el movimiento de Cuapio, conformado por Orlando Cuatepotzo, Maricarmen Cuapio y Plácido Flores, busca la delimitación física de la laguna y la rehabilitación de los espacios de recreación a fin de activar el turismo, así como la recuperación del criadero de peces.
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EN MIRA DE PROYECTOS TURÍSTICOS
Muchos han sido los intentos de activar el turismo en la laguna de Acuitlapilco, pero ninguno ha prosperado. En 2005, el gobierno del Estado anunció un prometedor proyecto urbano llamado “Ciudad Bioclimática”, en el área de influencia de la laguna, sin embargo, cuando los vecinos se enteraron iniciaron una serie de movimientos en defensa de ésta con el argumento de que se trataba de una propiedad de la nación.
Finalmente, lograron la suspensión del proyecto y reiteraron la urgencia de delimitar la zona federal de la laguna, para que, a partir de ello, se dé luz verde a otros proyectos ecológicos y culturales.
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En 2016, la administración de Mariano González Zarur implementó el Programa Parcial de Desarrollo Urbano de la Laguna de Acuitlapilco y su área de influencia, cuyo objetivo era crear el interés y compromiso en las autoridades y habitantes de Tlaxcala, en especial de los municipios circundantes, a fin de rescatar, preservar y difundir el patrimonio natural, cultural y arquitectónico de que son depositarios. Pero tampoco tuvo mayor impacto.
El maestro de Gestión de Turismo Regional Sustentable, Rafael Rodríguez, opina que para llevar a cabo el desarrollo de actividades turísticas, hay que tomar en cuenta la sustentabilidad, es decir, un modelo de turismo de naturaleza que contribuya a reconciliar los diversos intereses, además de fungir como un elemento que forme conciencia ambiental y cultural.
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Para ello, es necesaria la participación de las instituciones de gobierno, tanto de comunidad, municipales, estatales como federales, “y fundamentalmente de los actores locales que son los responsables y beneficiarios directos de la recuperación y conservación del ecosistema”.
EL ANTECEDENTE
Don Victoriano Cote, vecino de Santa María Acuitlapilco, en el municipio de Tlaxcala, rememora su niñez en la laguna. En el atardecer, cuando el Sol iluminaba a la Matlalcueyetl y ésta se reflejaba en el extenso espejo de agua, los pobladores solían terminar su jornada de pesca y caza de aves, mientras los críos jugaban y nadaban a las orillas.
En las aguas cristalinas, que abarcaban más de 200 hectáreas (según los registros en 1940), se podían apreciar peces de variados tamaños y hasta ajolotes, este último el principal sustento económico de decenas de familias. Por temporadas, se solía apreciar el anidamiento de cientos de aves propias del lugar y de las que migran del crudo invierno.
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Pelícanos, garzas, patos, y un sinfín de aves acuáticas adornaban el paisaje rural, único en la entidad. Su valor natural, cultural e histórico ha sido documentado en la historia de Tlaxcala. Personajes como Diego Muñoz Camargo la describen como “una laguna muy honda de agua dulce (…) de donde se saca grande suma de pescados”.
El Camino Real, incluso, rodeaba esta laguna siendo el paso comercial obligado entre las tres grandes ciudades durante la Conquista: México-Tlaxcala-Veracruz. Acuitlapilco, cuyo nombre de origen era “Xochitototla” – lugar de pájaros y flores-, también destacó por su sistema de agricultura alimentada de las mismas aguas de este cuerpo de agua.
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Según datos históricos, la mancha acuífera abarcaba las mil 40 hectáreas, la cual se alimentaba de 16 barrancas que desembocaban aguas pluviales; hoy se tiene el registro de 11 y la mayoría de estas están tapadas debido al acelerado crecimiento poblacional. Es más, existían veneros subterráneos que provenían directamente de la Malinche.
EL DATO:
Datos históricos narran que, durante la época prehispánica, el humedal era el hábitat perfecto de los anfibios como el ajolote, cuya venta fue el principal sustento económico de varias familias de Santa María Acuitlapilco. Mientras que las plantas como el tule eran aprovechadas para la elaboración de cestería.
16 barrancas desembocaban aguas pluviales a la laguna. Actualmente existen 11, de las cuales la mayoría están siendo tapadas por el acelerado crecimiento urbano.
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“Si los tlaxcaltecas no vemos a la laguna de Acuitlapilco en esa dimensión histórica que tiene el lago de Texcoco no vamos a tener ese interés de sumar voluntades, esfuerzos y declararla Patrimonio Natural y Cultural de los Tlaxcaltecas”.
Rafael Rodríguez Razgado, Biólogo
Hay vestigios de que la agricultura se desarrolló hace más de dos mil años alrededor de la laguna.
PARA SABER:
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) retomó este año los trámites para que la laguna de Acuitlapilco sea declarada sitio Ramsar, es decir, un humedal designado de importancia internacional; así como trabajos de delimitación.
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