/ lunes 30 de septiembre de 2024

El cáncer cambió su vida, pero Kevin no se dejó vencer

A los nueve años de edad le fue detectado un tumor en el cerebelo y actualmente, a sus 24 años de edad, está por terminar la licenciatura en Filosofía

La historia de Kevin N. es una de las contadas por personas con cáncer que tienen un final feliz. A los nueve años le fue detectado un tumor en el cerebelo y aunque lo venció en menos de nueve meses, la enfermedad le causó varias secuelas que no han sido impedimento en su desarrollo académico.

Pese a las complicaciones que ha enfrentado y los daños que le dejó el cáncer, como la pérdida de coordinación y discapacidad auditiva, Kevin, un joven de 24 años de edad, sostuvo que lleva una vida normal y que en los próximos meses terminará sus estudios universitarios en Filosofía.

En entrevista con El Sol de Tlaxcala, el joven compartió su experiencia como un sobreviviente al cáncer infantil y la importancia que tiene que la enfermedad sea detectada a tiempo y el identificar signos y síntomas anormales.

"Yo me daba cuenta de que me daña sueño, detecté a tiempo que algo no estaba bien, que había cambios. Fue muy importante la detección oportuna porque aunque me decían que estaba bien, yo sabía que había algo más", compartió.

Relató que desde que tiene memoria en la escuela fue más lento que sus compañeros y que, por ejemplo, notaba que en las clases de Educación Física no tenía tanta fuerza como sus compañeros, pero aclaró que eso nunca fue un motivo de preocupación hasta que en cuarto de primaria comenzó a notar ciertos síntomas como vómito matutino, pérdida de la coordinación y hubo una ocasión - que fue el detonante- que perdió la vista durante unos momentos.

En la charla, Kevin N. mencionó que ser niño pudo ser favorable en ese momento, ya que son pocos los recuerdos que tiene del tratamiento que vivió para sobreponerse al cáncer, pero mencionó que sí tiene presente que no fueron momentos tan dolorosos y, lo más importante, es que por su cabeza, a los nueve años de edad, nunca pasó la posibilidad de morir.


Expresó que después de la operación en la que le quitaron la mayor parte del tumor no volvió a tener ninguna complicación grave, y eso fue importante para no pensar en que podría perder la vida, pues consideró que por ser un niño no sabía la gravedad de la situación.

"Pero sí me acomplejó el hecho de que después de eso (retirarle el tumor, la hidrocefalia y los quistes) mi capacidad motriz disminuyó todavía más, necesité tratamiento y rehabilitación física para poder volver a estar bien. De hecho, a la fecha, todavía no recupero completamente el movimiento del lado derecho de mi cuerpo, pero estoy muy agradecido con los doctores y con todo el personal médico que me atendió durante ese proceso", indicó.

Tras relatar su experiencia, llamó a las personas a valorar su salud, al considerar que sólo lo hacen cuando la pierden y que cambia radicalmente el estilo y dinámica de vida, por lo que sugirió evitar el consumo del alcohol y el cigarro, hacer ejercicio y dormir bien.

"A las personas que ya están en un tratamiento me gustaría decirles que resistan, que sean valientes, que el cáncer es una enfermedad curable siempre y cuando se sigan las indicaciones de los médicos, que no vayan por la idea de tratamientos alternativos porque lamentablemente conocí a varios niños que perdieron la lucha contra el cáncer debido a que buscaron otras alternativas", externó.

BUSCAR MUCHAS OPCIONES, SUGIERE SU MAMÁ

Durante la entrevista, Lucía Escobar Basilio, mamá de Kevin, hizo hincapié en poner atención a todos los síntomas que presentan los niños y los adolescentes, pero sobre todo a no quedarse con un único diagnostico si nos los deja satisfechos.

Lo anterior, al recordar que a Kevin le diagnosticaron el cáncer dos meses después de haber obtenido una primera opinión médica que no mejoró la salud de su hijo, pues por el contrario empeoraba.

Cuando a los nueve años de edad Kevin comenzó con náuseas y vómitos matutinos a propulsión, Escobar Basilio sabía que algo en la salud de su hijo no andaba bien. Lo primero que pensó es que había enfermado del estómago, pero tras la revisión médica y tratamiento el niño, que en ese momento estaba en cuarto año de primaria, no mejoraba.

"Entonces, la doctora me dijo que el motivo de las náuseas era porque estaba muy consentido, que su enfermedad era psicológica. Lo mandaron a psicología, pero yo veía que se iba empeorando y empeorando, por lo que yo sabía que no era psicológico ", contó.

Un signo que la convenció de que su hijo sufría de alguna enfermedad grave fue la pérdida momentánea de la vista, y fue hasta entonces que un médico la escuchó y sometió al niño a varias pruebas, pero, una vez más, la respuesta que le dieron es que se trataba de una enfermedad neurológica.

La señora relató que ante la desesperación, al ver que su hijo no mejoraba, durante dos meses intentó de todo, incluso acudió a hacerle un tipo de limpias para “curarlo de brujería”.

"Lo llevé al Hospital General en la Ciudad de México donde me dijeron que mi hijo era candidato a tener un tumor en el cerebro, ahí fue cuando realmente sí me espanté. Le hicieron una tomografía y tenía un tumor en el cerebelo", relató.

Recordó que le recomendaron atención inmediata porque el cerebro de su hijo estaba lleno de agua, que el tumor le había ocasionado hidrocefalia, por lo que fue transferido al Hospital Infantil de Tlaxcala, en Apetatitlán, para su atención médica y recibir tratamiento.

"Llegamos un lunes y el martes le pusieron una válvula para desalojarle el agua. Al sábado siguiente le hicieron la operación para retirarle el tumor, pero no se lo pudieron quitar todo porque era enorme y tocaba parte sensibles del cerebro, que lo podrían haber dejado, ciego, mudo o sin caminar. Inmóvil", contó.

Posteriormente, dijo, Kevin fue sometido tratamiento de quimioterapia y radiaciones, pero cuando parecía que las cosas mejoraban se enfrentaron a la noticia de que Kevin tenía tres quistes en el cerebelo.

"Yo creo tuvo alrededor de unas ocho cirugías, aparte de la válvula de derivación del agua, y aparte del tumor intentaron ponerle otras cosas en el cerebelo hasta que quedó: un drenaje que va de la parte del cerebelo hacia el estómago, aparte de la válvula. Y después ya fueron las demás especialidades como endocrinología, nutriólogos, psiquiatras y demás especialidades que lo comenzaron a atender", expuso.

Sin embargo, destacó que el proceso para vencer al cáncer fue rápido, aproximadamente ocho meses entre terapia y radiación, pero el tratamiento se alargó con las intervenciones para retirar los quistes, pero que eran sin que su vida corriera riesgo.

A pesar de que Kevin venció al cáncer desde hace casi 15 años, su familia no sintió la seguridad y el monitoreo de la enfermedad seguía, pues son conscientes de que en cualquier momento podría tener una recaída y saben que lo indispensable ahora es no abandonar la vigilancia.

Actualmente Kevin sigue con resonancias magnéticas cada medio año y es vigilado por neurocirujano.

La historia de Kevin N. es una de las contadas por personas con cáncer que tienen un final feliz. A los nueve años le fue detectado un tumor en el cerebelo y aunque lo venció en menos de nueve meses, la enfermedad le causó varias secuelas que no han sido impedimento en su desarrollo académico.

Pese a las complicaciones que ha enfrentado y los daños que le dejó el cáncer, como la pérdida de coordinación y discapacidad auditiva, Kevin, un joven de 24 años de edad, sostuvo que lleva una vida normal y que en los próximos meses terminará sus estudios universitarios en Filosofía.

En entrevista con El Sol de Tlaxcala, el joven compartió su experiencia como un sobreviviente al cáncer infantil y la importancia que tiene que la enfermedad sea detectada a tiempo y el identificar signos y síntomas anormales.

"Yo me daba cuenta de que me daña sueño, detecté a tiempo que algo no estaba bien, que había cambios. Fue muy importante la detección oportuna porque aunque me decían que estaba bien, yo sabía que había algo más", compartió.

Relató que desde que tiene memoria en la escuela fue más lento que sus compañeros y que, por ejemplo, notaba que en las clases de Educación Física no tenía tanta fuerza como sus compañeros, pero aclaró que eso nunca fue un motivo de preocupación hasta que en cuarto de primaria comenzó a notar ciertos síntomas como vómito matutino, pérdida de la coordinación y hubo una ocasión - que fue el detonante- que perdió la vista durante unos momentos.

En la charla, Kevin N. mencionó que ser niño pudo ser favorable en ese momento, ya que son pocos los recuerdos que tiene del tratamiento que vivió para sobreponerse al cáncer, pero mencionó que sí tiene presente que no fueron momentos tan dolorosos y, lo más importante, es que por su cabeza, a los nueve años de edad, nunca pasó la posibilidad de morir.


Expresó que después de la operación en la que le quitaron la mayor parte del tumor no volvió a tener ninguna complicación grave, y eso fue importante para no pensar en que podría perder la vida, pues consideró que por ser un niño no sabía la gravedad de la situación.

"Pero sí me acomplejó el hecho de que después de eso (retirarle el tumor, la hidrocefalia y los quistes) mi capacidad motriz disminuyó todavía más, necesité tratamiento y rehabilitación física para poder volver a estar bien. De hecho, a la fecha, todavía no recupero completamente el movimiento del lado derecho de mi cuerpo, pero estoy muy agradecido con los doctores y con todo el personal médico que me atendió durante ese proceso", indicó.

Tras relatar su experiencia, llamó a las personas a valorar su salud, al considerar que sólo lo hacen cuando la pierden y que cambia radicalmente el estilo y dinámica de vida, por lo que sugirió evitar el consumo del alcohol y el cigarro, hacer ejercicio y dormir bien.

"A las personas que ya están en un tratamiento me gustaría decirles que resistan, que sean valientes, que el cáncer es una enfermedad curable siempre y cuando se sigan las indicaciones de los médicos, que no vayan por la idea de tratamientos alternativos porque lamentablemente conocí a varios niños que perdieron la lucha contra el cáncer debido a que buscaron otras alternativas", externó.

BUSCAR MUCHAS OPCIONES, SUGIERE SU MAMÁ

Durante la entrevista, Lucía Escobar Basilio, mamá de Kevin, hizo hincapié en poner atención a todos los síntomas que presentan los niños y los adolescentes, pero sobre todo a no quedarse con un único diagnostico si nos los deja satisfechos.

Lo anterior, al recordar que a Kevin le diagnosticaron el cáncer dos meses después de haber obtenido una primera opinión médica que no mejoró la salud de su hijo, pues por el contrario empeoraba.

Cuando a los nueve años de edad Kevin comenzó con náuseas y vómitos matutinos a propulsión, Escobar Basilio sabía que algo en la salud de su hijo no andaba bien. Lo primero que pensó es que había enfermado del estómago, pero tras la revisión médica y tratamiento el niño, que en ese momento estaba en cuarto año de primaria, no mejoraba.

"Entonces, la doctora me dijo que el motivo de las náuseas era porque estaba muy consentido, que su enfermedad era psicológica. Lo mandaron a psicología, pero yo veía que se iba empeorando y empeorando, por lo que yo sabía que no era psicológico ", contó.

Un signo que la convenció de que su hijo sufría de alguna enfermedad grave fue la pérdida momentánea de la vista, y fue hasta entonces que un médico la escuchó y sometió al niño a varias pruebas, pero, una vez más, la respuesta que le dieron es que se trataba de una enfermedad neurológica.

La señora relató que ante la desesperación, al ver que su hijo no mejoraba, durante dos meses intentó de todo, incluso acudió a hacerle un tipo de limpias para “curarlo de brujería”.

"Lo llevé al Hospital General en la Ciudad de México donde me dijeron que mi hijo era candidato a tener un tumor en el cerebro, ahí fue cuando realmente sí me espanté. Le hicieron una tomografía y tenía un tumor en el cerebelo", relató.

Recordó que le recomendaron atención inmediata porque el cerebro de su hijo estaba lleno de agua, que el tumor le había ocasionado hidrocefalia, por lo que fue transferido al Hospital Infantil de Tlaxcala, en Apetatitlán, para su atención médica y recibir tratamiento.

"Llegamos un lunes y el martes le pusieron una válvula para desalojarle el agua. Al sábado siguiente le hicieron la operación para retirarle el tumor, pero no se lo pudieron quitar todo porque era enorme y tocaba parte sensibles del cerebro, que lo podrían haber dejado, ciego, mudo o sin caminar. Inmóvil", contó.

Posteriormente, dijo, Kevin fue sometido tratamiento de quimioterapia y radiaciones, pero cuando parecía que las cosas mejoraban se enfrentaron a la noticia de que Kevin tenía tres quistes en el cerebelo.

"Yo creo tuvo alrededor de unas ocho cirugías, aparte de la válvula de derivación del agua, y aparte del tumor intentaron ponerle otras cosas en el cerebelo hasta que quedó: un drenaje que va de la parte del cerebelo hacia el estómago, aparte de la válvula. Y después ya fueron las demás especialidades como endocrinología, nutriólogos, psiquiatras y demás especialidades que lo comenzaron a atender", expuso.

Sin embargo, destacó que el proceso para vencer al cáncer fue rápido, aproximadamente ocho meses entre terapia y radiación, pero el tratamiento se alargó con las intervenciones para retirar los quistes, pero que eran sin que su vida corriera riesgo.

A pesar de que Kevin venció al cáncer desde hace casi 15 años, su familia no sintió la seguridad y el monitoreo de la enfermedad seguía, pues son conscientes de que en cualquier momento podría tener una recaída y saben que lo indispensable ahora es no abandonar la vigilancia.

Actualmente Kevin sigue con resonancias magnéticas cada medio año y es vigilado por neurocirujano.

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