A los 19 años, Lilia Montiel Rosete, oriunda de San Pedro Tlalcuapan, municipio de Chiautempan, comprendió que por más que trabajara en Tlaxcala, difícilmente sacaría adelante a su familia.
Después de cumplir la mayoría de edad, Lilia quedó embarazada, pero meses después, perdió a su bebé al que puso por nombre Gerardo.
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Tras vivir ese hecho, la oriunda de San Pedro, decidió emigrar a los Estados Unidos de América (EE. UU.), para seguir al padre de su hijo.
En el año 1999, junto con su hermano se trasladó hasta Sonoyta, en el estado de Sonora y, con el apoyo de un “coyote”, cruzó la frontera hacia Arizona en los EE. UU.
Travesía
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“Cruzar la frontera fue muy riesgoso, el coyote nos metía mucho miedo y si la policía americana nos detenía era fracasar, el aliento se nos iba cuando ellos pasaban, era bendecida pues con un gran acompañante, mi hermano”, rememoró la mujer de 42 años.
Dijo que durante ese peregrinar trabajó dos turnos al día, durante 17 años, con un solo objetivo: enviar dinero a San Pedro para la construcción de su casa.
Llegué hasta California al lado de mi padre, y del padre de mi hijo, muy rápido aprendí los secretos de la cocina donde me pagaron con dólares que envié para construir la casa, a la que llamo palacio, comentó a este Diario.
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Su familia creció
Recuerda que cuando tenía 23 años, nació su hija Yadira y a los 34, Sofia Isabel, ahora de nueve años. “regresé para ver levantada mi casa, aunque tengo mi cocina artesanal de humo, porque no se me olvidaron mis raíces”.
En San Pedro Tlalcuapan, los visitantes admiran las cascadas de luces multicolores tipo LED, además de otros motivos navideños, y entre las casas adornadas con motivo de la Navidad, se distingue la residencia de Lilia.
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Los vecinos admiran a la mujer trabajadora que en menos de dos décadas cambió su vida.
“No a todos los migrantes les va bien, debo agradecer a Dios que tengo casa y aunque mi esposo sigue allá, nos sigue apoyando”, resaltó.
-Durante ese tiempo en California ¿qué aprendió?
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A respetar a todos, de diferentes nacionalidades a trabajar día y noche, ahorrar y enviar el dinero a mi madre para construir mi casa.
-Y ahora en Tlaxcala ¿cómo le va?
No se puede tener todo en la vida, el padre de mis hijas sigue allá en Estados Unidos, pero nos apoya, le dijo a Sofía y Yadira que se puede ser feliz a nuestra manera, pero con trabajo diario para esperar la vejez. Relató que ahora se dedica a lo que sus padres le heredaron, a producir maíz, cerdos, gallinas y hasta caballos pura sangre pues “de aquí me fui conociendo el campo y ahora siembro maíz de color y vendo carne en canal, con la tienda de abarrotes, vivo feliz en Tlalcuapan, sirviendo a los que vienen a conocer las casas adonadas que hace 15 años mis paisanos las trajeron de los Estados Unidos”.
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Lilia Montiel trabajó dos turnos al día durante 17 años, con el objetivo de enviar dinero a México para construir su casa.
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