Donde el agua alimentaba a muchos seres vivos hoy todo está seco. Ahí las aves se reproducían al llegar la primavera pero hoy solo queda un suspiro de agua. La tierra se parte.
La presa “El Muerto”, ubicada en Tlaxco, es comparable con la sequía que viven países del continente africano. Lo que antes era vida, hoy es muerte. El fango a unos tres metros de profundidad era el hábitat natural de flora y fauna.
La ironía de la vida. Este miércoles es el Día Mundial de la Naturaleza que se instituyó en 2013, supuestamente para sensibilizar al hombre sobre la importancia de cuidar la biodiversidad. Solo que hoy, la sequía impera y es como una enfermedad sin vacuna. El espejo de agua que daba vida a los visitantes, ahora es un valle de lágrimas, inerte y abandonado.
El lodo se transformó en barro. San Andrés Buenavista, un pueblo católico dedicado a la agricultura y producción de ovinos, dejó de utilizar la reserva natural para alimentar a su ganado.
Algunos acuden a la “Barca de la Fe” para pedir que llueva. El hecho se hace participativo el día de San Isidro Labrador, desde hace un lustro, la gente da gracias a Dios y clama porque sea un buen temporal. Eso se leyó en las cabañuelas de enero, falta que así sea.
En Lázaro Cárdenas, lugar en donde los campesinos utilizaban agua represada de Tlaxco y Terrenate, abandonaron la tierra y la cosecha de hortalizas que exportaban por su sanidad, todo está seco.
Ahora, algunos hombres construyen bordos y jagüeyes particulares para, ahora sí, esperar el temporal y cosechar el agua que caerá del cielo para el verano.
Mientras tanto, el gobierno de la república “tira” a la basura el dinero del programa Sembrando Vida, la falta de precipitación pluvial mató a miles de arbolitos sembrados hace un año.
CONAGUA
En 1989 fue creada la Comisión Nacional del Agua (Conagua) con el fin de represar el recurso pluvial y darle diferentes usos en el campo energético y en la producción de alimentos en los sectores: agrícola, pecuario, pesquero y forestal.
En el temporal de lluvias, cada año los espejos de agua en bordos, zanjas, lagunas y presas, el recurso llegaba hasta las casas. Había vida acuática y terrestre; nunca estuvo en riesgo por contaminación.
En el río Zahuapan había una gran variedad de recursos pesqueros e invertebrados. Por las tardes del verano, se escuchaba el cantar de las ranas y más tarde, las luciérnagas. La siembra de huertos y hortalizas era una práctica ordenada, en cada temporal se cosechaban capulines, tejocotes, duraznos, zapotes y manzanas.
De hecho, el término cambio climático no existía y la palabra ecología apena era utilizada por los profesores de las ciencias naturales. La desaparecida faena comunitaria en la que participaban padres e hijos integraba acciones de reforestación, pero todavía no se hablaba del cuidado del agua.
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