Para la cultura mexicana y tlaxcalteca, los ritos funerarios sirven para despedirse de los familiares fallecidos y, con ello, la tristeza da paso a la paz y reconciliación entre amigos y parientes, pues se cree que las personas pasan a descansar en paz.
Sin embargo, la pandemia de Covid-19 modificó esas costumbres y tradiciones, pues en los días de mayor presencia del coronavirus en la entidad, cuando un enfermo ingresaba a algún hospital por ese mal, era la última vez que los familiares podían verlo en vida, además de que, una vez muerto, para evitar la propagación el cuerpo era cremado y solamente entregaban las cenizas a los deudos.
Además, los funerales fueron prohibidos para evitar la concentración masiva y, con ello, la posibilidad de que se presentaran más casos y víctimas mortales a causa del virus SARS-CoV-2.
Eso impedía que el difunto tuviera el funeral acostumbrado, que la familia pudiera llorar su partida y que ese desahogo sirviera para aminorar el dolor de saber que ya no estaría más entre los vivos.
Según expertos en psicología, este ritual sirve a los familiares no solo para dar el último adiós, sino ayuda a sobreponerse, superar la pérdida del ser querido y que el proceso de duelo sea menor y llevadero.
“EL DUELO TIENE UN PROCESO NORMAL”: EXPERTA
De acuerdo con Cecilia López Pozos, doctora en psicología y directora de la Clínica de Bienestar Universitario de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), el duelo tiene un proceso normal para curarse, ayudado con el ritual cultural, de tres a seis meses en promedio.
Empero, afirmó que la imposibilidad de realizar los actos posteriores a la muerte puede elevar este tiempo hasta una cifra considerable. Además, provoca depresión y ansiedad en los familiares, principalmente en los niños, a quienes les cuesta más trabajo asimilar ya no ver a la figura materna, paterna o del pariente cercano fallecido.
En el caso de los adultos, argumentó, puede desencadenar también ansiedad, frustración y depresión, al no haber podido expresarle sus últimas palabras o al menos decirle que lo iban a extrañar, vestirlo con su atuendo favorito o colocarle algún objeto dentro del ataúd.
Explicó que la muerte, en sí, se divide en dos partes, una, la propia enfermedad, y la otra el modo de morir y enterrar, que en tiempos de pandemia es alejado de la familia o en circunstancias de aislamiento social, lo que provoca que se profundice el duelo ante la pérdida de un pariente.
Agregó que este proceso suele superarse en medio año, pero en las condiciones actuales no se tienen estas ventajas al no vivir adecuadamente el luto y tampoco enterrar a los familiares, que son partes fundamentales en la despedida.
Asimismo, resaltó que en los niños detectaron que la falta de este adiós les generó trastornos de conducta, reflejados en una agresión a la figura que perdió, pues no entiende por qué “se fue” y tiene coraje porque no logró despedirse y no asimila qué es la muerte.
Aunado a lo anterior, señaló que otro aspecto que descubrieron fue la abnegación, la presencia de mucho sueño, trastornos alimenticios, ansiedad y depresión, señales que indican que la pena sigue presente.
Por otro lado, subrayó que los adolescentes presentan ansiedad y depresión, pues aunque cuentan con las redes sociales necesitan de la interacción para poder salir adelante, en muchos casos encontraron que debido a la depresión crónica manifestaron pensamientos suicidas, algo nuevo para los tlaxcaltecas.
EL APUNTE
Actualmente en Tlaxcala han fallecido más de dos mil 390 personas por causa de Covid, casi igual número de familias que no pudieron realizar los rituales correspondientes para despedir a su familiares, pues algunos pasaron por alto las recomendaciones de las autoridades sanitarias y realizaron el velorio y demás actos correspondientes.
- 3 meses hasta seis, realizando el culto, tarda una persona en superar el luto.
“El duelo tiene un proceso normal para curarse de tres a seis meses en promedio”
Creció la consulta privada en la entidad
Cecilia López Pozos, doctora en psicología y directora de la Clínica de Bienestar Universitario de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), aseguró que ante la necesidad de las personas de ser escuchadas, la consulta psicológica privada creció en la entidad, pues hasta antes de la emergencia sanitaria los tlaxcaltecas no veían como una necesidad el acudir a esta disciplina de las ciencias y humanidades para superar su luto o cualquier otro problema.
Incluso, sostuvo que no ejercía la profesión en el medio privado, tuvo que comenzar a brindar consultas por videollamada, esto debido a la demanda que muchas de las personas solicitaron de este servicio.
EL COSTO DE LA TERAPIA
En un sondeo, El Sol de Tlaxcala constató que existen diversas terapias para ayudar a las personas a superar la pérdida de un familiar, cuestan desde los 300 hasta los 700 pesos o más por sesión, suelen ser, en primera instancia, semanales, luego quincenales y al final mensuales, pero eso depende de la valoración del psicólogo.
Ahora, al tratarse de un tratamiento, el número de sesiones puede variar desde un par hasta más de 10 o, incluso, dependerá del tiempo del duelo y la capacidad de resiliencia del paciente, por lo que no existe un promedio de tiempo para su medición.
Ya sea a través de videoconferencias o de manera presencial, la Clínica de Bienestar Universitario brinda consultas a la población para ayudar a sobreponer a este fenómeno, por lo que para agendar una cita el interesado deberá comunicarse al 246-256-14-26, en un horario de 09:00 a 17:00 horas. Tiene un costo de 30 pesos de forma individual y de 50 para parejas.
Recomendaciones ante depresión
Entre las sugerencias que Cecilia López Pozos, también docente de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) emitió, se encuentran ejercitarse pues es una necesidad vital, además de participar de actividades grupales que favorezcan el deporte, así como implementar juegos de mesa y físicos, principalmente en los niños, pues cuando ellos no contactan con sus amigos, se debe evitar el aislamiento social.
En el caso de los adultos, consideró necesaria la intervención en eventos comunitarios que impliquen el movimiento de la familia, además de que la resiliencia religiosa es algo positivo para las personas a fin de evitar el encierro, pues existe el antecedente de que esta creencia puede ayudar a sobreponerse a las situaciones.
Y la última, pero más importante, es buscar apoyo psicológico, pues el experto ayudará a que la persona canalice esos pensamientos y le brindará herramientas para sobreponerse a la pérdida de su ser querido y no haberlo podido despedir como se debería.
30 PESOS cuesta la consulta en la clínica de Bienestar Universitario.
50 PESOS cuesta la consulta para parejas, ya sea presencial o en línea
“Impotencia, no poder despedir a tu ser querido”
Como a muchas personas que han tenido que enfrentar la pérdida de un ser querido y no han podido despedirse de él por causa de Covid-19, Gustavo López Pozos, de Toluca de Guadalupe, en Terrenate, ha tenido que lidiar con no haber realizado los funerales apropiados para despedir a su hermano menor. El último de cuatro falleció a los 37 años el pasado 24 de diciembre y tuvo que ser enterrado inmediatamente para evitar la propagación del virus, lo que le causó depresión e impotencia.
En entrevista con El Sol de Tlaxcala, dijo que el no poder velarlo, hacerle los rosarios o misas y no compartir con los familiares el dolor, es algo impotente que incluso, a él, lo llevó a tener que medicarse para afrontar la realidad, pues por las noches no conciliaba el sueño, al grado de que tuvo que ingerir diazepam para poder descansar.
“En mi caso tuve una fuerte depresión, pensé que me iba a morir porque estuve muy mal, pero me refugie en mis hermanos y, afortunadamente, aquí estoy”, relató.
Y es que según estudios psicológicos, la falta de este ritual religioso evita que los familiares del fallecido puedan sobreponerse a su pérdida en menor tiempo, además de que causa en ellos diversas afectaciones no solo emocionales, sino de salud.
En este sentido, también lamentó no poder avisarle a más personas o miembros de la familia para evitar más contagios, “porque lo que menos quieres es que otras personas que quieres se vayan a contagiar y puedan morir; es algo muy triste porque no hay nadie”.
Al borde del llanto, recordó que sin el funeral previo, inmediatamente que les entregaron el cuerpo tuvo que ser inhumado por la noche, ya que les mencionaron era imperante enterrarlo para evitar algún otro posible contagio.
De igual forma, señaló que otro de sus hermanos cayó en una profunda depresión, pues acudían juntos los fines de semana a trabajar en el campo, pero después de su fallecimiento “le vinieron enfermedades y ahora está muy mal, pero fue por esa impotencia de no poder hacer nada”.
SE CONTAGIÓ EN LA CDMX
Debido a que laboraba en la Ciudad de México en una empresa, fue ahí donde contrajo el virus en diciembre pasado, pues para el siete de ese mes comenzó con los síntomas, se practicó una prueba y salió positiva, de ahí que comenzó a tomar el tratamiento, pero de manera intermitente.
“Recuerdo que yo fui por él a la Ciudad de México, estuvo en la casa con enfermera las 24 horas y el doctor venía a verlo periódicamente, pero desafortunadamente le dio fibrosis en ambos pulmones y de eso ya no pudo recuperarse. Por eso creo que al final su muerte fue mejor, pues hubiera quedado muy afectado y hubiera sufrido inmerecidamente”, manifestó.
Finalmente, aseguró que no existen palabras que puedan reconfortar a la gente que haya pasado por esto y que no pudieron despedirse de su ser amado que se va de la noche a la mañana, y es un dolor muy fuerte que no se puede describir.
Gustavo López
“Es un proceso que lo vas sobrepasando y a veces te resignas porque sabes que fue lo mejor, pues sabes que no quedaría bien y eso permite asimilar un poco mejor el que tuvo que irse”.
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