Los adultos tienen los mismos derechos humanos que las niñas, niños y adolescentes, la diferencia es que los menores de edad no tienen obligaciones, aunque sí responsabilidades que van adquiriendo de manera progresiva en el contexto familiar, mencionó Verónica Cobo Téllez, académica en la Licenciatura en Educación Inicial y Gestión de Instituciones en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx).
La especialista educativa, quien trabaja desde hace varios años en los sistemas de protección y derechos de las niñas, niños y adolescentes, explicó que el término de obligación puede confundirse y atribuírselo a los infantes, pero no debe ser así porque los adultos tienen el deber de la manutención, autocuidado, protección de los demás miembros de la familia y cuestiones legales.
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Mientras tanto, agregó que los niños tienen una autonomía progresiva, es decir, la capacidad para ejercer sus derechos de manera libre y responsable de acuerdo con su edad y madurez.
Indicó que atraviesan por una etapa de desarrollo físico y cognitivo, van adquiriendo aprendizaje y conocimiento, su cerebro es distinto al de una persona adulta y no pueden tomar decisiones legales, pero ese crecimiento tendrá influencia de las cuestiones de vida, aspectos biológicos y neurológicos.
Ante esa etapa de madurez cerebral, aseguró que no pueden exigirles acciones, pero sí fincarles responsabilidades para contribuir en el entorno familiar, aunque de manera distinta y paulatina, como participar en las tareas del hogar en función de su etapa y ser colaborativos para que se sumen a la nueva concepción de las familias, que es la recepción democrática.
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Para ello, mencionó que los padres y madres de familia, así como hermanos, tíos, abuelos, tutores y todos los implicados en el entorno del menor, tienen la obligación de proteger de manera integral, sensible y cariñosa a las infancias durante su desarrollo.
Además, dijo que deben ser perceptivos, conocerlos y verlos como titulares de derechos para asegurar su interés superior, que implica tomar la mejor decisión para el infante, pero cuando esté involucrado directamente es aconsejable escuchar su opinión, intereses y necesidades, dejarlos participar y ejercer el derecho de prioridad.
La académica puntualizó que los adultos que asumen su responsabilidad de cuidado y protección con enfoque cariñoso, sensible, entendiendo y respetando sus derechos, autonomía progresiva e interés superior, permitirán que los niños, niñas y adolescentes tengan menos problemas en el transcurso de su vida y sean personas responsables, con mejor integración, exitosos para cumplir sus metas y ejercer sus libertades.
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CAMBIÓ LA FORMA DE EDUCAR
Actualmente la formación educativa registra una transformación importante, ya no puede considerarse como un proceso para transmitir datos, debe percibirse como una manera completa e integral en todas las dimensiones del ser e incluir lo intelectual, racional, social y conductual para entender a la persona como un gran universo, aseguró la académica de la UATx.
Respecto a las niñas, niños y adolescentes, acotó que cambió la manera de relacionarse en el aspecto formativo y educativo, ahora se les reconoce de manera distinta en comparación de hace siglos, cuando este sector fue invisibilizado, y fue hasta el siglo XVIII y XIX que los comenzaron a considerar como un objeto de atención, que requería protección y cumplir sus necesidades, incluso un sentido voluntariado, donde los adultos hacían un favor al tratar que los niños y niñas tuvieran un estatus adecuado.
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En este tenor, agregó que ese sentido existencialista derivó en problemáticas, aunque dejaron de ser maltratados, los niños se convirtieron en un objeto de sobreprotección en función de la voluntad de las personas adultas.
A lo largo de la historia, las personas tenemos una concepción adultocéntrica del mundo, es decir, vemos las cosas como personas adultas y consideramos a los infantes como seres incompletos, en desarrollo y que les falta madurar, pero serán plenos algún día, cuando crezcan, dijo.
En contraste, celebró que ha cambiado la legislación y la concepción de la niñez, ahora son considerados titulares de derechos como cualquier persona adulta, son seres completos que tienen necesidades y opiniones, sin tener que esperar a que sean mayores.
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Entonces, dijo que la sociedad debe comprenderlos como sujetos titulares de derechos, pues desde que nacen tienen dignidad humana, no son influenciables y tienen decisiones autónomas, salvo en cuestiones políticas y legales.
Destacó que la piedra angular es el interés superior de la niñez, que significa reconocer sus derechos humanos, la autonomía progresiva, reconocerlos como personas en proceso de crecimiento y maduración, entonces, las decisiones que involucren a los infantes deben favorecer a los menores.
Los niños tienen una autonomía progresiva, es decir, la capacidad para ejercer sus derechos de manera libre y responsable de acuerdo con su edad y madurez, indicó la catedrática.