La familia materna de Julio César Salcedo Aquino es originaria de Huamantla, la que visitó en varias ocasiones durante su niñez.
Eso le permitió conocer con antelación el estado y saber de su riqueza cultural y de tradiciones, así como su calidez humana.
Pero ahora, a más de seis meses de iniciar su servicio como pastor de la Iglesia en Tlaxcala, también sabe que es un estado con sufrimientos, como la incidencia de la insuficiencia renal o el cáncer, que lastiman a la gente al igual que las laceraciones sociales como la pobreza.
Por eso, su intención es impregnar de misericordia las comunidades y colaborar con ellos para aminorar el sufrimiento de las familias.
-¿Qué lo hace mejor para comprender Tlaxcala?
-Cada quien tiene sus propios procesos, experiencias y formación; no creo que yo tenga unos instrumentos mejores. Para mí es muy importante seguir las líneas que nos da el Papa Francisco”.
Resaltó tres aspectos fundamentales que impulsará en el nuevo Plan Diocesano de Pastoral: misericordia, alegría y cercanía (una Iglesia en salida).
Explicó que, en lugar de usar las armas de la condena, la Iglesia debe valerse de la misericordia y su dinamismo debe ser plasmado en el concilio, por eso, recordó que desde su llegada ha buscado impregnar a la Diócesis de misericordia, porque cuando ésta toca familias y personas crea una humanidad más grande.
El objetivo es evangelizar y predicar con alegría, dice. Relató que cuando recién llegó a Tlaxcala, al término de una celebración se acercó una señora para decirle que el estado necesita alegría. “Eso lo tomé muy en cuenta porque esa persona habló con la inspiración del Espíritu Santo.
Señaló que el Papa les ha solicitado salir a las periferias geográficas y existenciales, donde la gente sufre, y es por eso que en las comunidades, antes de las celebraciones de las fiestas patronales, visita a los enfermos y se pronunció por defender la vida.
“Todo lo que sea en defensa de la vida tenemos que promoverlo, y la pobreza, la ignorancia y la deserción escolar son aspectos que propician otros problemas más fuertes”, comentó.
SU CERCANÍA CON LA FELIGRESÍA HA SIDO UN LAZO DE CALIDEZ
Desde su llegada, en los recorridos por las comunidades ha percibido que la gente tiene necesidades de contacto normal y espontáneo con la Iglesia, y que a su vez la gente refuerza e ilumina su misión y servicio pastoral.
Indicó que uno de los factores para que la sociedad inquiera cercanía con Dios es la disgregación de las familias, y que normalmente lo buscan después de las celebraciones cuando le piden una oración, una bendición o incluso una fotografía porque “los católicos están deseosos de un contacto desde la fe”.
Al mismo tiempo, reconoció la calidez con la que es recibido en cada comunidad, y específicamente recordó aquella ocasión que con un tapete de aserrín, música de viento, cohetones y flores, le dieron la bienvenida en Atlahapa, comunidad del municipio de Tlaxcala.