La vocación de la maestra Laura Del Razo Tecamachaltzi, originaria de la Ciudad de México pero de raíces tlaxcaltecas, ha marcado la vida de miles de niños en Tlaxcala durante las últimas cuatro décadas.
Con una entrega absoluta, ha dedicado su vida a la docencia, convirtiéndose en un pilar de la educación en distintas comunidades, pues asegura que los docentes son “espejo de la sociedad”.
“Desde pequeña quería ser maestra”, comentó en entrevista con El Sol de Tlaxcala. Y su sueño de infancia la llevó a Tlaxcala a los 21 años, donde comenzó una trayectoria de gran impacto en las escuelas donde laboró.
LA HISTORIA
Laura Del Razo llegó a Huamantla para trabajar en la primaria Ricardo Flores Magón y, posteriormente, en la Miguel Hidalgo de Yahuquemecan. Sin embargo, fue en Apizaco donde adquirió los grandes retos de su vida en sus primeros años en la escuela Emilio Sánchez Piedras.
“Hace cuatro décadas, esta escuela era una bodega de INDECO”, recordó. “Los alumnos tomaban clases bajo un tejado que apenas nos protegía del clima”. Durante varios ciclos escolares, Laura trabajó con los recursos que había, hasta que la perseverancia de los padres de familia y los maestros permitió la construcción de un espacio adecuado para el aprendizaje.
Del Razo también fue protagonista del desarrollo educativo en una primaria Loma Verde, también en Apizaco, donde fue pionera de un proyecto que comenzó con apenas siete niños de la comunidad que fueron invitados a inscribirse casa por casa.
“Íbamos a buscar a los niños para que estudiaran y luego fui yo quien nombró a esta escuela como Mi patria es primero, en honor a la primera escuela donde hice prácticas en la Ciudad de México”, relató con orgullo.
Posteriormente, trabajó en la escuela Benito Juárez, donde permaneció durante 14 ciclos escolares, y en la Francisco I. Madero de Texcalac, donde compartió sus conocimientos durante 12 ciclos escolares más.
Con el paso de los años, Laura se ha convertido en una guía para generaciones enteras, siempre fiel a su vocación. “Dentro de la calidad que me da mi profesión, mi energía y calidez de ser humano es mi convivencia con los niños”, expresó.
CUATRO DÉCADAS DE UNA ESCUELA Y UNA PROFESIÓN
Como si de un plan escrito se tratara, Laura Del Razo regresó después de muchos años a la escuela primaria Emilio Sánchez Piedras, que esta semana cumplió su 42 aniversario y donde la maestra piensa jubilarse luego de los 45 años al servicio de la educación.
Su filosofía de vida como maestra está marcada por la exigencia, pues asegura que le gusta ser recordada como la maestra malvada “porque así puedo proveerles a los niños las oportunidades que la vida nos concede. Quiero que sean el doble de lo que yo fui, porque lo que deseo para mis hijos lo deseo para cada niño”.
Para Laura, el rol del maestro es crucial. “Los docentes tenemos la tarea de ser espejo de cada niño. Debemos contribuir para que tengan mejores oportunidades de vida. Si llegaron a una escuela donde el maestro no los abrigó, pueden quedar atorados en esa circunstancia”. Además, ha formado a sus alumnos con una visión clara: “Servir a los niños y no servirme de ellos”, lema que ha guiado su carrera y dejado una huella en cada comunidad donde ha trabajado.
Ahora, al celebrar 45 años de servicio, Laura reflexiona sobre su camino con gratitud: “El universo me sigue colmando de buena aventura en mi profesión. Llegar a celebrar este aniversario me llena de alegría”.