El descubrimiento de vestigios arqueológicos en diferentes partes del país y del estado dan cuenta que uno de los primeros inventos del ser humano fue la alfarería con barro, aquel arte de convertir la tierra en materia para moldear figuras o vasijas a capricho y luego aprovechar sus propiedades con la ayuda del fuego.
En Tenexyecac, municipio de Ixtacuixtla, el barro es el protagonista, pues desde tiempos inmemorables ha dado sustento a miles de familias alfareras de ese lugar, quienes moldean desde un jarrito para el café, hasta las monumentales cazuelas moleras, cuya capacidad es para más de 30 kilos de chile molido.
Sin embargo, nunca antes habían enfrentado una crisis en sus ventas como la de ahora provocada por la Covid-19, aunque se resisten a desaparecer.
Al igual que otros sectores, la suspensión de festividades religiosas, ferias y fiestas familiares han afectado a los artesanos del barro, pues al no haber los tradicionales moles en los pueblos, no hay compra de cazuelas o recuerdos de centros de mesa elaborados a base de barro.
FE EN DIOS Y ADELANTE: ALFAREROS
Aunque los contagios por coronavirus en Tlaxcala continúan, los artesanos de Tenexyecac toman sus debidas precauciones, pero continúan con la elaboración de la alfarería y ponen su fe en Dios.
“Aquí es la Santísima Trinidad, aquí Dios nos cuida de los contagios, dicen: fe en Dios y adelante… aun así tomamos nuestras propias previsiones para evitar que nos contagiemos”, expresó Jorge Luis López Díaz, uno de los propietarios de la alfarería Arce Isa, ubicada en la Avenida Hidalgo de esa comunidad.
Con dejo de tristeza, recordó que desde que inició la pandemia observó pérdidas marcadas en las ventas de cazuelas, lo mismo que en pedidos importantes para fiestas programadas, ya que el negocio también ofrece figuras o recuerdos para centros de mesa, servilleteros y saleros.
“Manejamos por docena los saleros, servilleteros y centros de mesa, con figuras como lámparas y ángeles, entre otras. En saleros hay moldes de hongo, sombrero y alcatraz, el precio es de 10 pesos decorados, pero todo se perdió este año, por ejemplo, las temporadas buenas eran el Día de la madre y Día del niño, pero ahora no hubo nada”, soltó.
López Díaz insistió en que la suspensión de los moles en los pueblos de Tlaxcala propició la falta de demanda de las tradicionales cazuelas de campana, las cuales cotizaban entre mil a mil 300 pesos, dependiendo de su elaboración.
“Las más chicas de un kilo para los frijolitos valen 50 pesos, la de tres kilos en 150 pesos y así van los precios, pero ahora no se han vendido, tenemos sobreproducción y ahí están guardadas”, refirió.
SE COMPENSA CON LAS MACETAS
Eso sí, el también estudiante universitario admitió que la mejor temporada para vender macetas es primavera y verano, además de que en esta pandemia la ciudadanía aprovechó para mejorar sus viviendas con plantas.
“La maceta esta escasa, casi no la hay ahorita y los costos son altos, ya que anteriormente las macetas estaban saliendo en 95 pesos y ahorita las estamos dando a 120 pesos”, declaró.
Lo que es un hecho es que a pesar de la falta de comercialización, la producción continúa y la alfarería Arce Isa mantiene a sus empleados en el amasado y cocimiento del barro.
LA ARTESANÍA SE ENFRENTA A DIFICULTADES
En la publicación “Artesanía en Tlaxcala: una visión desde la perspectiva de género”, Flora Jeannine Uwimabera y Emma Zapata Martelo, del Colegio de Postgraduados, Montecillo, Texcoco, Estado de México, señalaron que la actividad artesanal se enfrenta a serias dificultades, tanto en la elaboración como en la comercialización.
“Algunas artesanías son más vulnerables que otras, algunas están a punto de desaparecer y otras se posicionan cada vez más en el mercado”, señalan en el estudio publicado en 2017.
Establecen que las formas de comercialización de las cazuelas y vasijas de barro en la Trinidad Tenexyecac y San Sebastián Atlahapa, son básicamente a través de tres circuitos: recurriendo a intermediarios; venta directa y en intercambio directo por productos básicos, el llamado sistema de trueque.
Precisan que en la primera se recurre a mediadores locales o regionales con capacidad económica para comprar gran parte de la producción de cazuelas, de esta manera las y los artesanos efectúan su venta sin necesidad de tener un puesto o lugar fijo.
Detallan que a través de los intermediarios, la producción es entregada en varias regiones del país con gran afluencia turística y en otras ocasiones las artesanías se venden como piezas exclusivas a galerías de arte y museos nacionales.
Así, los intermediarios, los altos costos para su elaboración y la falta de demanda, son algunas dificultades que los alfareros enfrentan diariamente y, a pesar de todo, el trabajo sigue presente y la actividad se niega a desaparecer.
1,300 Pesos es el costo de las cazuelas de campana
120 Pesos cuestan las macetas, pero antes de la pandemia su costo era de 95 pesos
MANTIENEN EMPLEO
A pesar de la falta de comercialización, la producción continúa y la alfarería Arce Isa mantiene a sus empleados en el amasado y cocimiento del barro.
NO DEJES DE LEER