Hombres, mujeres e infantes llegaron hasta los pies de la Virgen de la Caridad para agradecerle por salud y empleo. Después de dos años, ya sin pandemia y cubrebocas, los turistas arribaron al Pueblo Mágico desde la mañana y el lugar se transformó en el tianguis más grande de Tlaxcala.
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“La Noche que Nadie Duerme” en Huamantla se convirtió en un “río de gente” desde la tarde hasta el amanecer. Por la noche, para miles de personas fue imposible ingresar a la Basílica de Nuestra Señora de la Virgen de la Caridad.
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Y lo que era un día espiritual para la familia se convirtió en malestar por los pisotones y empujones que recibieron al intentar llegar a la Basílica. En algunas calles los tapetes cubrieron de banqueta a banqueta cada calle, lo que complicó el ingreso. El transcurso de la noche no se sintió, pues cientos de establecimientos y restaurantes ofrecieron una variedad gastronómica.
Por primera vez, hubo coordinación entre el comercio semifijo y las familias con sus locales al estilo Pueblo Mágico. En tanto, la carretera Apizaco-Huamantla permaneció saturada desde la tarde hasta antes de la procesión. Los estacionamientos habilitados se llenaron, el cobro fue de 200 pesos por toda la noche.
Sobre la calle Galeana fue instalada una herradura adornada con flores y un altar que decía: a la memoria de doña Marlen y don Saúl de la Rosa.
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Y el cantante Carlos Rivera montó un operativo en Casa Huamantla para cantarle a la Virgen a su paso. El dispositivo de seguridad estuvo a cargo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la policía local. El reporte de la procesión fue de saldo blanco.
Por la madrugada, la recompensa para los artesanos fue fungir como espectadores cuando pasó frente a sus hogares, la llamada Madre de Dios en su advocación de la Virgen de la Caridad.
Lo que costó dinero y esfuerzo se convirtió en un montón de arena, es decir, desapareció el arte efímero. Este día es de asueto para la mayoría de los huamantlecos.
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PASIÓN POR EL TRABAJO Y FE A VIRGEN DE LA CARIDAD
Pasión por el trabajo y fe es lo que asociaron mujeres y hombres para decorar cada calle del centro histórico de Huamantla, durante “La Noche que Nadie Duerme”.
Son descendientes de artesanos que durante ocho horas cambiaron las calles de cemento por sitios luminosos, para dar paso a la procesión de la Madre de Dios.
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Mezclaron el aserrín de colores entre los moldes de cada figura, algunos llamados tapetes de arte sacro.
Fueron decoradas 17 calles en una extensión de casi ocho kilómetros. Según datos confirmados por José Hernández Castillo, cronista de Huamantla, en total, participaron 272 alfombristas, es decir, 16 por cada calle.
Como los alfombristas de Javier Servín de Huamantla que este 14 de agosto cumplieron 50 años de elaborar tapetes. Cada año dejamos las calles de lujo, nos pagan por lo que hacemos, pero también es por fe a la Virgen de la Caridad, algunas familias cooperan entre 700 y 1500 pesos, según sea el sitio del centro histórico, explicó José Huerta, artesano del Grupo Servín.
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En la cálida noche que esta vez no registró lluvia, los visitantes pudieron apreciar las calles decoradas -para la procesión de la Virgen de la Caridad- con pendones y globos de color blanco y azul.
Algunas familias colocaron geranios en macetas frente a sus accesos, faroles, arcos y banderas.
A las 20:00 horas ya estaba concluida la alfombra de las mil dalias de color magenta, coronadas por la imagen del maestro Jesús, una obra de arte sacro del artesano Efrén Chacón.