Dos migrantes originarios de Texcacoac, Chiautempan, identificados ambos con el nombre de Gerardo (padre e hijo), recibieron el último adiós por sus familiares al arribar sus cuerpos en recientes horas a Tlaxcala.
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Después de cinco meses de haber fallecido calcinados en la vivienda que rentaban en Tijuana, Baja California, para su familia fue un tormento para que sus restos mortales regresaran a su natal Chiautempan.
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Gerardo padre e hijo salieron de Texcacoac con el sueño de mejores condiciones para su familia, no obstante, un desafortunado accidente -ocurrido en diciembre- provocó que murieran calcinados en la ciudad de Tijuana, Baja California, lo que derivó en un suplicio para la familia.
Los cuerpos de padre e hijo fueron trasladados a la morgue de la Fiscalía General de Justicia de Baja California, por lo que tuvieron que hacerse múltiples pruebas de ADN para identificar sus restos.
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Su hija Paola N., de 23 años de edad, fue la responsable de hacer los trámites para que los cuerpos de su padre y hermano de 45 y 20 años de edad, respectivamente, regresaran a su lugar de origen para recibir sepultura de acuerdo a su creencia religiosa.
La señora Genoveva Pérez solventó los gastos del sepelio, que por cada uno de los cuerpos superó los 80 mil pesos.
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EL ÚLTIMO ADIÓS
Con una misa de cuerpo presente en la Parroquia de Nuestra Señora Santa Ana, en Chiautempan, fueron despedidos padre e hijo, entre el llanto de sus familiares quienes después de mucho tiempo pudieron inhumarlos.
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La música de mariachi afloró el sentimiento de tristeza que por meses ha invadido a la familia de los originarios de Texcacoac.
Como un reconocimiento recorrieron las calles céntricas de Santa Ana Chiautempan, para luego depositar los restos mortales de Gerardo (padre e hijo), en el panteón de San Sebastián Atlahapa, municipio de Tlaxcala, pues el cupo del panteón de Texcacoac ha sido sobrepasado.
*Con información de Moisés Morales