Luego de 25 años de ausencia en el coso más grande del mundo, los novillos de la ganadería tlaxcalteca de Atlanga volvieron a pisar el ruedo de la Plaza de Toros México durante la cuarta novillada de la temporada 2024.
Sorteados entre el español Carlos Domínguez y los mexicanos Efrén Cabrera y Cesar Fernández "El Quitos", el encierro destacó la bravura del campo tlaxcalteca al dejar como resultado de su lidia dos arrastres lentos y la emoción de una afición que se dio cita la tarde de este domingo 4 de agosto.
EL FESTEJO
Los seis novillos variopintos estuvieron bien presentados y mostraron una combinación de fuerza, nobleza y casta, características que han distinguido a esta casa ganadera tlaxcalteca a lo largo de los años.
Los jóvenes novilleros se entregaron en cada lidia. Entre ellos, sobresalió la actuación de”El Quitos”, quien supo aprovechar la bravura de su lote para hacer una faena llena de arte y emoción.
Cabe destacar que durante la tarde soleada se tributó un minuto de aplausos a la memoria del maestro Paco Camino, fallecido en días pasados. Y, al final del festejo, el ganadero Emilio Rodríguez, saludó una ovación.
SOBRE ATLANGA
Atlanga fue fundada en 1890 por don José María Rodríguez en el mismo lugar donde ahora se encuentra bajo el liderazgo de don Emilio Rodríguez Arroyo. Con su divisa rojiazul, Atlanga está ubicada en el rancho de San José, en el municipio de Atlangatepec.
La familia Rodríguez inició su crianza de toros de lidia con vacas criollas de la región, otras de Tepeyehualco y un semental español de don Eduardo Ibarra.
Atlanga figuró por primera vez en el ruedo de la ciudad de Puebla el 12 de mayo de 1895 y se presentó en la Ciudad de México en la plaza de Tacubaya el 14 de junio de 1896, con cinco novillos. A la capital del país mandó su primera corrida, para sortearse en la antigua Plaza México el 28 de enero de 1906, con Antonio Fuentes y Antonio Montes en el cartel.
En tiempos de la Revolución redujo el crecimiento de la ganadería; de hecho, desde 1995 no se presentaba en La México, pero el abolengo revivió con los cuidados de don Emilio con la intención de conservar la gran tradición taurina de su familia.