En los últimos seis meses, más de 60 talleres de pirotecnia que operaban con permiso de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en Tlaxcala, cerraron a consecuencia de la contingencia epidemiológica, pues no son contratados para elaborar su artesanía.
Con ello, unas mil familias tlaxcaltecas se quedaron sin empleo, de ahí que la industria de la pirotecnia está en bancarrota.
El ocho de marzo de 2020 tuvo lugar la última quema de castillos para venerar a Juan de Dios. Esa noche mágica, en Santa Martha, municipio de Xaloztoc, miles de visitantes fueron testigos de la XX Feria Estatal de la Pirotecnia con la quema de 12 castillos de hasta 15 metros de altitud cada uno y un costo de entre 30 mil y 50 mil pesos.
Ese día, la innovación de bombas multicolores con destellos y la sincronía de la música (piro musical), en el arte efímero, arrancó los aplausos de la gente. La marcha de Zacatecas fue uno de los últimos piromusicales que ofrecieron como tributo al Santo Patrón de los coheteros en México.
Ocho meses antes, el 19 de julio, se registró la última explosión de un polvorín clandestino en Teometitla, municipio de Xaloztoc y dos personas (una mujer y una niña) resultaron fallecidas
EL DESPLOME DE LA PIROTECNIA
Así, los hermanos Alejandro, Alan, Caín, Iván y Marcos Fernández Guarneros, quienes antes se dedicaban a la fabricación de cohetones y pirotecnia, cerraron sus talleres al no encontrar clientes por la pandemia.
Los temblores del 7 y 19 septiembre de 2017 que dañaron templos católicos y luego, la enfermedad viral de la Covid-19, mermaron su economía hasta llevarlos a la quiebra.
De hecho, no venden desde las fiestas navideñas del año pasado y su polvorín marcado con el número 1087, autorizado por la Secretaría de la Defensa Nacional, literalmente está cerrado.
Y los cinco mil metros cuadrados de sus talleres, dedicados a este peligroso oficio, están abandonados, mientras que los trabajadores que contrataban para las festividades patrias fueron despedidos.
Ante la situación, los hermanos de la empresa Pirofer tuvieron que vender bienes muebles e inmuebles. “Ya nos habíamos consolidado, fueron muchos años de trabajo, desde que falleció mi papá en una explosión... ahora tenemos que dejar esto y dedicarles otro oficio”, expresó Alejandro.
- 60 talleres de pirotecnia que operaban con permiso de la Secretaría de la Defensa Nacional permanecen cerrados.
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