Al político Joaquín Cisneros Fernández se le debe que en Tlaxcala fueran conocidos los tacos de canasta en la década de los 90, así lo indicó Austreberto Botis Jiménez, primer taquero ambulante que llegó a la capital proveniente de la Ciudad de México.
Reveló que durante el proceso electoral del dos de julio del año 2000, Cisneros Fernández, candidato priista al Senado de la República, le ordenó que elaborara 30 mil tacos.
Expuso que inicialmente se instaló en Plaza de la Constitución, pero el entonces alcalde capitalino, Benito Hernández, lo removió a la calle Porfirio Díaz, donde permaneció 13 años hasta que el sector Salud lo removió.
“(Benito Hernández) no me quería, me mandaba lejos, pero Dios es grande, siempre me iba bien”, contó.
Recordó que para celebrar el triunfo electoral con la militancia priista, Cisneros Fernández le ordenó que hiciera 50 mil tacos, y “así fue que los repartimos entre toda la gente”.
“A ese señor se debe que ahora muchos hombres y mujeres en Tlaxcala se dediquen a este comercio en el que se le gana según se trabaje”, refirió.
Dijo que años después Lorena Cuéllar Cisneros, ahora diputada con licencia, también lo contrató durante su carrera política.
Sin embargo, contó que el día que Cuéllar perdió la elección como candidata a Gobernadora de Tlaxcala, respaldada por el Partido de la Revolución Democrática, se quedaron más de dos mil taquitos pues la gente ya no llegó.
- EN 1950 VIAJARON A LA CDMX
Durante la década de los cincuenta, un grupo de varones encabezado por Eugenio Botis Jiménez emigró al entonces Distrito Federal en busca de empleo, pues en Nativitas su tierra natal no había oportunidades de desarrollo.
Apenas habían cumplido la mayoría de edad, elaboraban merengue y garapiñados y los vendían en la ciudad más grande del mundo, pero no les alcanzaba para comer y pagar la renta.
Don Eugenio Botis, ya retirado de este oficio, rememoró que en 1960 conoció a doña Virginia Hernández, una mujer de avanzada edad que tenía como principal actividad la venta de tacos de canasta.
“Curiosamente doña Virginia nos contrató a todos, nos daba trabajo y alojamiento, éramos como diez, pero el que guisaba la comida era un michoacano”, expresó.
Refirió que años después, al ver la necesidad de llevar más dinero a su casa pues se había casado, decidió renunciar a su trabajo y poner un negocio propio.
Mencionó que al fallecer la señora Virginia, la historia de sus paisanos fue similar, “nos casamos y nacieron los primeros hijos, pero teníamos que ir al DF y regresar a San Vicente, ahí empezó todo, ahora hasta las mujeres lo venden, cuando antes estaba prohibido pues era un pueblo machista”.
El taco de canasta, uno de los alimentos de mayor popularidad y arraigo en entidades del centro de la República Mexicana, fue adoptado por habitantes de San Vicente, municipio de Nativitas a partir de 1980.
De casi tres mil habitantes, este pueblo que inicialmente se dedicaba a las artesanías a base de tule y la elaboración de merengue y garapiñados, dio un giro de 360 grados, pues ahora el 90 % de la población vive de ese oficio.
- BOTIS, PRIMER VENDEDOR EN TLAXCALA
De 53 años de edad y dueño de la taquería El Compa, ha dedicado 38 años a esta actividad en Guadalajara, Querétaro y México.
Fue en 1990 cuando Botis (como lo conocen en la ciudad de Tlaxcala) regresó a su tierra a trabajar para mantener a su esposa María Luisa Morales Sánchez y a sus cuatro hijos.
Don Carlos Muñoz, propietario de un comercio sobre la calle Porfirio Díaz del centro de la ciudad, expuso que Botis y su hijo Marco Antonino comenzaron vendiendo en una bicicleta en las calles de la capital, hasta que esto les permitió vivir de forma cómoda.
Ahora, continúa en el comercio ubicado frente a la oficina parroquial, atrás de templo San José.
- A LAS 04:00 HORAS INICIA LA ACTIVIDAD
La actividad comercial para unos 500 taqueros de canasta en San Vicente, comienza todos los días a las cuatro de la mañana.
A esa hora, Botis Jiménez, nativo de esa comunidad ubicada al sur de Tlaxcala, inicia con el sazón del típico platillo.
Una vez que tiene lista la cazuela, primero sazona el chicharrón, luego los frijoles, papas con longaniza, adobo y salsas roja y verde con cebolla y cilantro.
El trabajo de preparar 500 tacos diarios le lleva cinco horas, hasta el empaque, y en esta actividad participa su esposa, su hija y su yerno.
Así, a las 09:00 horas sale hacia la ciudad donde ya lo esperan los comensales.
Una canasta recubierta en papel estraza, servilletas de tela y plástico azul cielo, montada sobre una bicicleta de montaña, distingue a estos hombres que se dedican a la venta.
Candelario Linares Bote, de 73 años de edad, pero que desde joven aprendió el oficio en la Ciudad de México, ahora con más 40 años agradece el apoyo de sus clientes.
Dijo que vende unos 400 diarios en la parada conocida como la Cerrada, del municipio de Totolac.
Los tacos de canasta me han permitido sacar a mi familia adelante, uno de mis hijos decidió irse al Ejército Mexicano y ya tiene grados, otros me siguieron a lo mismo
Austreberto Botis