La desbordante fe movió a miles de peregrinos que durante los últimos minutos del mes de septiembre y en las primeras horas del primero de octubre recorrieron largos tramos para visitar el santuario de San Miguel del Milagro, ubicado en el municipio de Nativitas.
Aunque la fiesta inició desde el 26 de septiembre, los feligreses de diversos estados del país se dieron cita -en mayor medida- la noche del 28 y todo el día del 29 de septiembre; sin embargo, hasta ayer domingo las peregrinaciones continuaron.
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Creyentes peregrinaron desde sus lugares de origen para recorrer las calles de Texoloc, Tetlatlahuca y Tepetitla y arribar a pie, mientras otros llegaron en camiones, bicicletas o incluso a caballo.
Las grandes aglomeraciones fueron de la Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Puebla, Veracruz, Chiapas y Oaxaca; todos con el mismo objetivo, pedir o agradecer un favor al arcángel y llevarse un poco de “la milagrosa” agua.
El origen de esta fe se remonta al 25 de abril de 1631, año en el –según la fe católica- el arcángel San Miguel le anunció al indio feligrés Diego Lázaro de San Francisco, que en una quebrada cercana encontraría una fuente cuya agua sería capaz de curar cualquier enfermedad.
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Luego de encontrar la fuente por orden del arcángel, el mensajero se reunió con el Obispo de Puebla y le pidió que estableciera el Templo de San Miguel; tiempo después fue construido por decreto del obispo Don Juan de Palafox y Mendoza (1632).
En un acto de fe, los creyentes acudieron a visitar la imagen celestial, por ello, las calles del pueblo y calzada que conduce al templo religioso lucieron abarrotadas, pues todos buscaron tocar y persignarse frente a San Miguel, ubicado en el templo mayor.
Afuera, el “Santuario del Peregrino” alojó a cientos de hombres, mujeres y niños, que amanecieron en el suelo, arropados con cobijas y cobertores, pues su andar fue de varios kilómetros y una vez cumplida su “promesa” de visitar al santo patrono, descansaron por un momento para recuperar las energías.
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Con música, baile y fuegos artificiales, la comunidad “del milagro” estuvo de manteles largos y las calles principales, las plazas y atrios se llenaron de color. En el ambiente se respiraba una variedad de olores, compuestos por los platillos tradicionales de la región, así como de refrescantes bebidas endulzadas, cerveza, vino y pulque curado.
La festividad a San Miguel es la conmemoración religiosa de Nativitas que detona la economía local.
Los comerciantes -ubicados por la comisión de “vareros”- ofrecieron dulces típicos de la región, muchos de ellos a base de amaranto, pues es una semilla que ha producido la ciudadanía de San Miguel desde tiempos ancestrales.
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Otros, hicieron su “agosto” con la venta de figuras y cuadros que representan a San Miguel y a la Virgen de Guadalupe, aunque también ofrecieron escapularios, llaveros y rosarios, así como las garrafas para llevar el agua “curativa” y juguetes tradicionales.
Con lágrimas, una mujer de la tercera edad, originaria de Oaxaca e identificada con el nombre de Aleada Rovelo Carrasco, señaló que cada año recurre a San Miguel para pedirle salud y ayuda en sus problemas económicos, aunque otros tantos visitantes piden favores amorosos o protección en su andar, pues el arcángel también se ha convertido en protector de los migrantes, quienes dejan sus hogares en busca del sueño americano.
VISITANTES A CABALLO
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Con este, suman 20 años desde que la peregrinación de Acajete, Puebla llega al santuario de San Miguel Arcángel a caballo, pero en esta ocasión acompañó a un contingente mayor de 49 personas y un número similar de familiares arribaron a pie.
“Mientras todo se haga con fe, sea caminado, a caballo, o en bicicleta no pasa nada, Dios nos cuida, sabemos que Él está presente en todo momento en nuestro camino”, dijo Juan Carlos Buendía, un integrante de esa peregrinación.
Los demás integrantes se apostaron al pie del arcángel, se persignaron, oraron en silencio, extendieron sus brazos y le mostraron sus palmas vacías, inclinaron la cabeza por un segundo, tocaron el nicho en forma de cruz, besaron sus pulgares y se retiraron.
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Tras ellos, miles esperaron su turno para ver a la imagen religiosa. Afuera el calor y una aglomeración de gente apenas permitió caminar.
La logística estuvo integrada por mujeres y hombres con chalecos fluorescentes que en su espalda portaron la leyenda, “Apoyo parroquial”, quienes dirigieron a desorientados, brindaron agua para las flores y prestaron cerillos para encender veladoras. La vigilancia policial fue discreta.
El olor a incienso invadió el ambiente, los puestos brillaron con tonalidades de oro que subieron los marcos donde resguardan la imagen del santo patrono, San Miguel.
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En los puestos ofrecían escapularios de todos los colores y modelos.
La mayor congregación de peregrinos que registra el pueblo de San Miguel es la noche del 28 y todo el día del 29.
ORIGEN
El Templo de San Miguel fue edificado por decreto del obispo Don Juan de Palafox y Mendoza en 1632; el catolicismo indica que el 25 de abril de 1631 el arcángel San Miguel le anunció al indio Diego Lázaro que en una quebrada cercana encontraría una fuente, cuya agua sería capaz de curar cualquier enfermedad.
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El “Santuario del Peregrino” alojó a cientos de hombres, mujeres y niños, que pernoctaron para reponer energías.