El talento de Yaqueline, una madre de tres niños, habla por sí solo. En el arte de los malabares, impone ritmo, coordinación y sincronía.
Ella impresiona a los automovilistas que hacen alto en el bulevar Emilio Sánchez Piedras y la estación del tren de Apizaco.
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Al iniciar el año nuevo, la familia integrada por cinco personas proveniente de Acapulco, Guerrero, se gana la vida con un show que ofrece cada 60 segundos. Antes de que naciera Zamari, su primera hija, Samuel su esposo, se encargaba de las acrobacias callejeras.
Así ha pasado mientras sus otros dos hijos de cuatro y dos años de edad crecen.
Sin embargo, hace unos meses Samuel enfermó de una úlcera gástrica y tuvo que ser internado en el Hospital Regional de Tzompantepec. “Estaba muy grave, pero por fortuna lo atendieron a tiempo y ahora está en recuperación”, expresa Yaqueline.
Ella y Samuel no han podido acceder al programa Jóvenes Construyendo el Futuro del gobierno de la República.
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Por ahora, durante varios meses se han quedado a vivir en Apizaco, para ganarse la vida y, con ello, vestir y alimentar a sus vástagos. La pasión que Yaqueline impone en cada presentación es reconocida por los conductores que le regalan unas monedas.
Sobre el escenario con ritmo y equilibrio cautiva a propios y extraños. “Si me toman fotos a cien pesos cada una”, advierte visiblemente enfadada con el fotorreportero.
Y mientras hace un descanso para cubrir del mal tiempo a su hijo dentro de una carriola, expresa que “esta es nuestra única fuente de trabajo, (los apizaquenses) son muy generosos con nuestros hijos, lo hacemos con amor y amor con amor se paga, como dice el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador”.
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Sobre la pista donde se presenta en forma fugaz, monta y desmonta su escenario en cuestión de segundos. Con destreza llama la atención del público. Sobre una cubeta de pintura coloca una llanta de un vehículo, luego, se impulsa para quedar arriba.
Samuel me enseñó a usar los tres machetes, unas veces me lastimé, pero ahora es mucho más fácil, comenta.
Ella imita a Enrico Rastelli, creador de los malabares con pelota de goma, empero, con su esposo alcanzó una sincronía con los machetes.
No obstante, el arte de juegos de destreza y agilidad lo alcanzó con mazas.
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Para ella, las cascadas con tres mazas son el patrón más complicado de malabares para ejecutar en lo alto.
No obstante, lanzarlas al aire con un balón y una sombrilla es su acrobacia casi perfecta. De un brinco se sube a la llanta, con sus manos hace girar un balón colocado sobre una sombrilla y lo sostiene con sus dientes, al mismo tiempo hace malabares con las mazas. De inmediato, desciende de la acrobacia, desmonta el escenario y antes que aparezca el siga, pide una ayuda económica.
El frío, el calor y el agobiante tránsito parecen aturdir su estado de ánimo. Después de una jornada de siete horas regresa con sus hijos y su esposo a la habitación que les prestan bajo las tribunas de un campo de béisbol.
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Ella y su familia han aprendido a sobrevivir en una ciudad totalmente desconocida.
Lo anterior, porque no tuvieron la oportunidad de estudiar una carrera profesional para alcanzar el bienestar.
Apizaco es el municipio con mayor presencia de acróbatas y malabaristas en Tlaxcala.
Se observan en los altos obligados de las carreteras de mayor tránsito.
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Mientras tanto, Yaqueline permanece en el escenario, dando su mejor espectáculo a los automovilistas que corresponden con la menudita mujer de tez morena.