En pleno siglo XXI, el rito ancestral de origen náhuatl de pedimento de mano sigue presente en el municipio de Contla de Juan Cuamatzi, donde la solemnidad va acompañada por 12 o más chiquihuites repletos de regalos para la familia de la novia.
Ahí, infaltable es la cera escamada de pedimento que lleva el padre del novio para alumbrar espiritualmente el acontecimiento. De este modo, la tradición implica la participación de familiares, padrinos y amigos de los novios, quienes atestiguan de principio a fin la ceremonia.
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Antes, un sacerdote ofreció una plática y bendición a los futuros contrayentes.
TRADICIÓN NÁHUATL
Según Calixta Muñoz Corona, presidenta del grupo cultural Tlahtoltequitl, de la comunidad de San Felipe Cuauhtenco, municipio de Contla de Juan Cuamatzi, el rito tiene diferentes variantes en cada región de la localidad y del estado.
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Si bien ya es raro presenciar un rito de pedimento de mano, principalmente por la economía de las familias, la también maestra de náhuatl informó que los jóvenes prefieren invertir ese dinero en la boda religiosa, que también conlleva mucho gasto, pese al apoyo de los diferentes padrinos.
Y según narración de algunos adultos mayores consultados por El Sol de Tlaxcala, informaron que desde tiempos ancestrales viene la tradición del rito de pedimento, incluso cuando los padres de familia decidían quién sería el esposo de sus hijas.
Así, en agradecimiento por dicha selección, la familia del novio llevaba diferentes regalos a los padres de la novia, como animales de traspatio, maíz y pulque, entre otras cosas.
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De este modo, en San Felipe Cuauhtenco y el Barrio de Cuba son las comunidades donde los jóvenes preservan comúnmente dicha tradición, pero ahora con chiquihuites de pan, fruta, botellas de vino y dulces.
IVÁN TZOMPANTZI CUMPLE RITO
El día esperado llegó para Iván Tzompantzi Cuauhtle, un joven profesionista oriundo de la Sección Sexta Barrio de Cuba, que mantiene la tradición heredada por sus padres y abuelos.
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Fue uno de los días más importantes de su vida, el pedimento de mano a su joven novia Esperanza Hernández Téllez, vecina de la Sección Primera.
Pese a que la tradición refiere que el novio debe salir desde su casa hasta donde habita la novia, ahora las distancias son más largas con el desarrollo de las comunidades, y cargar los chiquihuites no es cosa fácil.
Ante esto, los familiares de Iván decidieron comenzar el recorrido a pie desde la capilla de Guadalupe ubicada en la calle Hidalgo de la Sección Primera.
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Con un ramo de flores en las manos, el novio encabezó la caminata escoltado por su madre Sonia Cuauhtle Cuatecontzi, quien cargaba el sahumerio, y su padre Eduardo Tzompantzi Rodríguez con la cera escamada.
Atrás, los demás familiares, padrinos del novio y amistades con 14 chiquihuites y un pastel, así como otro caso imprescindible para este rito, la música, esta vez con el mariachi Con Sentimiento Ranchero de Pablo Copalcua.
El tronar de los cohetones anuncia el recorrido, la circulación vehicular se cierra momentáneamente para dar paso a la comitiva que acompaña al novio, la gente sale de sus casas o negocios para conocer al próximo contrayente.
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Después de varios minutos arriban a la casa de la novia, donde el jefe de familia, Eleazar Hernández San Luis, acompañado por su esposa Alma Rosa Téllez González, recibe a sus “compadritos”, quienes los invitan a ingresar a la vivienda.
Dentro de una habitación, donde se colocó un altar a la virgen de Guadalupe, el humo del incienso invadió el espacio, pero es parte de la pureza del rito ancestral.
Primero, el padre del novio prende la cera escamada para colocarla frente al altar, luego ofrece el agradecimiento por la bienvenida y por la anuencia de solicitar el pedimento de mano, también la madre; recíprocamente reciben las palabras de los papás de la novia.
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También intervienen los padrinos de bautizo, confirmación o primera comunión de los próximos desposados.
Luego, la parte central de la ceremonia, la petición de mano de parte de Iván Tzompantzi a Esperanza Hernández, que después de un mensaje de amor, llegó el momento de la pregunta medular, y arrodillado con la pierna izquierda, se escuchó: “¿te quieres casar conmigo?”.
Un “sí” fue la respuesta, para sellar el momento con el anillo de compromiso y un beso entre los futuros contrayentes, quienes anunciaron su boda para el 23 de noviembre del año en curso.
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Luego, la entrega de chiquihuites, primero el novio entrega a su futura esposa el canasto con dulces, luego los padres del novio a los padres de la novia, botellas de vino para el papá y un pastel para la mamá.
Asimismo, los familiares del novio siguen con la entrega de chiquihuites con fruta y pan, para finalmente desear lo mejor a la pareja de novios. Así, el rito culminó con la comida que ofreció la familia de la novia.
La palabra chiquihuite viene de la lengua náhuatl, chiquihuitl, que significa cesto o canastita o cesto sin asas hecho de palma, carrizo, mimbre o tule, su presentación es de varios tamaños.