De la historia u origen del carnaval en el municipio de Ixtacuixtla poco se sabe; sin embargo, los recuerdos de los adultos mayores rememoran la tradición de personificar al mismísimo diablo desde hace por lo menos un centenar de años, pues sus abuelos ya usaban máscaras de trapo con cuernos y barbilla para celebrar las fiestas carnestolendas. Vestidos con calzoncillos de manta, camisa blanca y huaraches de cuero, los hombres bajaban del cerro para hacer desmanes en las calles y cometer “maldades” contra las mujeres. Años más tarde, a su indumentaria agregaron el chicote (de lazo, mecatillo y cuenda).
El septuagenario Arturo Hernández recuerda de su infancia a un grupo de hombres disfrazados haciendo disturbios en las principales calles, no para burlarse de hacendados, como en el origen de otros carnavales en el estado, sino para liberar al “pingo” previo a la Semana Santa. Al paso de los años, en las colonias comenzaron a organizarse en cuadrillas con vecinos de todas las edades; niños, jóvenes y personas mayores elegían sus mejores atuendos para representar a su barrio y así poder ganar el concurso de carnaval que se lleva a cabo durante tres días, previos al Miércoles de Ceniza.
En Ixtacuixtla, son noches de carnaval; los participantes esperan a que se oculte el sol para reunirse y hacer su entrada triunfal al auditorio municipal, donde regularmente se lleva a cabo esta fiesta pagana. Hoy en día, al menos 10 cuadrillas se concentran en el recinto para bailar en círculos, un evento que también presenta otros disfraces, destacando actores políticos del momento, hombres vestidos con ropa de mujer, “osos” de paxtle, payasos, por mencionar algunos.
“LA ROÑA”: BAILE INFERNAL
A diferencia de otras danzas carnavalescas en la entidad, en las que el baile es sincronizado y en pareja, los diablos llevan a cabo un baile infernal llamado “La Roña”. Todas las cuadrillas se concentran en el centro y dejan libre una pista como de caballos, en la que grupos clasificados: niños, jóvenes y adultos, esperan su turno para correr y brincar alrededor, haciendo maldades a quienes se les atraviesen.
Te puede interesar: ➡️ Máscaras de diablo, arte de Ixtacuixtla
Finalmente, con sus chicotes ensordecen el espacio para impresionar al espectador. “En el concurso de tonada de chicote, las reglas son simples; cada participante tiene tres opciones frente a toda la multitud para generar el ruido más fuerte con su chicote, los espectadores por medio de aplausos eligen al ganador”, relata Daniel Zárate García en su blog (2012).
MÁSCARAS, IDENTIDAD DEL CARNAVAL
Aunque en la zona norte y sur de la entidad sus comparsas se distinguen por majestuosos trajes de largas capas, cuartas, penachos y máscaras brillantes talladas de madera, al poniente del estado celebran la “fiesta de la carne” con creativas máscaras de diablo, las cuales están hechas de tela, barbilla y cuernos; pese a ser menos costosas y elaboradas, tienen el mismo significado.
Continúa leyendo: ➡️ “Cueva de los tres Pepes”: la historia de una popular banda de ladrones que operó en Ixtacuixtla a inicios del siglo XVIII
Una tradición antiquísima poco valorada por autoridades municipales y por los propios lugareños; de hecho, son contados los artesanos que se dedican a la elaboración de la máscara que, desde hace décadas, ha dado identidad al carnaval de la región.
Ramón Torres López es uno de los artesanos más conocidos con más de dos décadas en el oficio. Desde niño elabora sus propias máscaras; años después, la perfección en su técnica, así como su ingenio y creatividad, fueron suficientes para llamar la atención de vecinos, quienes lo impulsaron a dedicarse a esta noble actividad, que, si bien no es su principal sustento económico, le ha dado reconocimiento. “Tenía 30 años cuando empecé a vender mis máscaras y hasta la fecha las sigo haciendo para las nuevas generaciones”, expresó don Ramón a este Diario.
ELABORACIÓN
➡️Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Debido a que se trata de diseños únicos, la complejidad en su elaboración dependerá de ello y del tipo de tela que se elija; los elementos y formas dependerán de lo que el cliente pida. De tela lisa, brillante y hasta charol, el artesano confecciona las máscaras, a las que les agrega largos cuernos e incluso, doble cara. Su imaginación no tiene límites y su máquina de coser tampoco. Con moldes de cartón, pasa un día entero para hacer una o dos piezas, según el oriundo de Ixtacuixtla, quien también resalta el apoyo de su esposa: “solo mi mujer y yo hacemos el trabajo (…)”.
Como en todo negocio, precisa el artesano, hay temporadas de demanda; en su caso, enero y febrero son los meses con mayor trabajo, en los que ha llegado a fabricar hasta 60 piezas, en precios que oscilan entre los 500 y 800 pesos. Comentó que, pese a ser un carnaval poco reconocido en el estado, los lugareños siguen mostrando interés por la tradición, siendo los más jóvenes los que acuden a su artesanía para participar en una de las fiestas más coloridas en Tlaxcala.
- El costo por la adquisición de una máscara de diablo elaborada por Ramón Torres, oriundo de Ixtacuixtla, oscila entre 500 y 800 pesos.
Entérate: ➡️ El carnaval es muestra de la identidad cultural de Tlaxcala
- La tradición de disfrazarse con máscaras de diablo tiene registro a mediados del siglo XX, según la memoria colectiva.