La crónica lírica de Apizaco se escribe en la esquina de las calles 5 de Febrero y Mariano Matamoros, al interior de la juguería Casa Ramírez, perteneciente a don Ezequiel Ramírez, mejor conocido como “El Charrito”.
A pesar de haber nacido en Ixtacamaxtitlán, municipio al norte del vecino estado de Puebla, José Raymundo Ezequiel Ramírez López se considera un orgulloso apizaquense y, en entrevista, narró a este Diario que a los siete años de edad llegó a vivir y trabajar a la ciudad rielera de la que hoy se siente profundamente orgulloso de pertenecer.
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Mi trabajo a esa edad era cuidar gallinas y a una yegua, que era muy clasuda y sin trabajar. Como en ese entonces Apizaco era todo de tierra, la sacaba a pasear y desde entonces me gané el mote de ‘El Charrito’, detalló.
Su trabajo como caballerango se suplió tiempo después al emprender la emblemática juguería Casa Ramírez, donde se ganó el cariño de los apizaquenses y de quienes llegaban de otras partes de la entidad al preparar exquisitos y nutritivos jugos durante el día endulzados con su buen humor y elocuencia.
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Esta tiendita me la pasaron unos familiares, pero con los poquitos abarrotes que tenía no había venta. Pero el negocio salió adelante gracias a una persona que me dijo ‘por qué no vendes jugos’. No me dijo dos veces. Compré mis primeras herramientas y me puse a trabajar
El primer día no vendió más de tres zumos de naranja, pero a los pocos meses su negocio ya era un éxito. Al no haber competencia a su alrededor, don Ezequiel, junto con su esposa, capturó un mercado muy importante y en sus mejores días llegó a vender hasta 300 jugos diarios de diferentes frutas y verduras.
“Tuve el orgullo de ser el rey del jugo en Apizaco. Ahora ya no porque el negocio está muy competido, pero en su tiempo todos venían para acá”, agregó.
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POETA NATO
Junto al extractor de jugos, don Ezequiel guarda un espacio para las letras, pues las rimas que ha escrito desde hace 30 años muestran, a manera de crónica, el acontecer diario del municipio de forma apasionada y mordaz, sin perder la sencillez que lo caracteriza.
En abril de 1984 escribió su primer estrofa sobre un accidente ferroviario, del cual fue testigo en Soltepec hace poco más de 30 años. A partir de entonces, ha compuesto corridos a las comunidades, políticos, organismos públicos, oficios y profesiones apizaquenses.
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A pesar de no haber tenido estudios, hoy cuenta con dos libros publicados “Memorias del Charrito” (2018) y “Memorias del Charrito II” (2023), ambos patrocinados por autoridades municipales.
Considera que su trabajo poético tiene origen en la música, debido al afecto que tuvo por los corridos norteños desde joven. “Yo me preguntaba por qué en el norte sí pueden tener corridos rimados y nosotros no, así que me puse a escribir”, relató.
Por otro lado, en el pueblo de donde es originario existe una tradición fusionada con el carnaval donde la comunidad se reúne alrededor de una fogata para bailar. Durante esa festividad, cada bailarín que pasaba recibía rimas improvisadas por parte del público para animar la noche. “Quizá en mi genética venga algo de la intención de rimar, lo único que tengo claro es que es lo que me gusta. Eso sí, siempre respetuosos y siempre con buen humor”, sostiene.
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A sus 82 años de edad, más de 40 como comerciante y 30 como escritor del pueblo, “El Charrito” asegura que su secreto para estar bueno y sano es “un juguito bien temprano”. No obstante, más allá del verso, Ezequiel Ramírez es un referencia obligado de la gastronomía en Apizaco, así como un ejemplo de que el acelerado crecimiento de la joven ciudad se debe a la llegada de hombres y mujeres trabajadoras que poblaron sus calles desde hace poco más de 150 años.
- A pesar de no haber tenido estudios, hoy cuenta con dos libros publicados: “Memorias del Charrito” (2018) y “Memorias del Charrito II” (2023).