Este fin de semana en varios municipios del estado determinaron la realización del Carnaval que en febrero pasado fue postergado a causa de la cuarta ola por Covid-19.
Al igual que en el resto del país, en Tlaxcala las fiestas carnestolendas anteceden al Miércoles de Ceniza, pero este año la pandemia modificó las fechas.
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Normalmente el Carnaval son días de fiestas y hasta de excesos; sin embargo, no siempre fue así pues a lo largo de la historia ese importante evento ha modificado su celebración en apego a las condiciones de la época y hasta las formas de gobernar de sus autoridades.
En un breve recorrido por la historia del carnaval, hecho a través de los documentos que resguarda el Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala (AHET), El Sol de Tlaxcala constató que hubo una época en la que era obligatorio mantener el orden en esas fechas, y la importancia de eventos de gallos y de toros en esas fiestas.
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Al respecto, María del Carmen Saavedra de la Rosa, historiadora e investigadora del AHET, contó que uno de los primeros antecedentes sobre ello data de 1699, un bando emitido por el Conde de San Román, gobernador de la ciudad y provincia de Tlaxcala, a través del cual exhortó a hombres y mujeres a mantener el orden durante los tres días de carnestolendas.
Agregó que también restringió la pronunciación de versos satíricos, ordenó bailar solo en las calles y no en las casas, y recalcó que nadie podía danzar después de la oración de la noche.
Los infractores se harían acreedores a penas monetarias o cárcel, dependiendo de su casta o condición social, dice el texto.
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La historiadora del AHET mencionó que otros expedientes de la época virreinal destacan que durante los días de carnaval fue común que la gente pronunciara versos satíricos y que llegaran a lanzarse inmundicias, lodo, agua, granos de semillas y confites gruesos, aprovechando que su verdadera identidad se encontraba oculta debajo de las máscaras, ropajes y tiznes burlescos. “Este tipo de actos llegaron a derivar en distintas riñas”, dijo.
Indicó que, por lo que corresponde a la figura femenina en las carnestolendas, la documentación consultada en el AHET destaca su presencia desde la época virreinal, aunque existe prueba de las constantes prohibiciones para participar de las que fueron víctimas, como lo demuestra un expediente de 1768, por medio del cual lo ordenó Antonio López Matosso, gobernador de la ciudad y provincia de Tlaxcala. “Que ninguna mujer saliera de huehue durante los días de carnestolendas, sin importar su casta o condición social”, establece el documento.
Por ello, la especialista mencionó que de ese mismo bando se rescata la expresión “mujeres de poco recato”, en referencia a quienes decidieron participar.
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Saavedra de la Rosa añadió que también existen otros expedientes de fines del siglo XIX en los que se aprecian los nombres de algunas damas que forman parte de las cuadrillas, tal es el caso de un documento de 1896 en el que sobresalen siete mujeres.
Y ya que hablamos del siglo XIX, nuestra institución también cuenta con documentación histórica que da luz sobre las fiestas del carnaval durante esta época, y de manera específica en el municipio de Tlaxcala, destacó.
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Detalló que para esos años resalta la presencia del ayuntamiento de la capital tlaxcalteca y la comisión de diversiones públicas, quienes tuvieron a su cargo garantizar el éxito de las fiestas carnestolendas y, para tal fin, pusieron énfasis en la mejora del alumbrado público, en la limpieza de las calles y terrenos baldíos, así como en la pintura o blanqueamiento de las fachadas de las casas.
Ampliaban horario del tren
Señaló que para resguardar la seguridad de los visitantes locales y foráneos fueron contratados veladores, que fue supervisado que los mesoneros no alteraran los precios de los cuartos y que los comerciantes no vendieran alimentos en mal estado, sin olvidar que el horario en el servicio del tren entre Santa Ana y Puebla fue amplió durante esos días.
De igual manera se encargaron de convocar con varios meses de anticipación a los empresarios de las corridas de toros, peleas de gallos y funciones de teatro,comentó Saavedra de la Rosa.
Y a lo anterior sumó la publicación de algunos programas o carteles que ponen de manifiesto el interés de parte de las autoridades municipales por atraer a los turistas locales y foráneos.
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Refirió que otro punto para señalar es que antes de cada presentación las comparsas debían pagar un impuesto y especificar número de integrantes y el lugar en donde se presentarían a bailar.
Algunos expedientes de principios de época revelan que en el municipio de Tlaxcala, durante los años de 1911 y 1913, quedaron prohibidas las comparsas de máscaras ante el peligro inminente generado por la Revolución Mexicana, pues las personas podrían aprovechar el uso de las máscaras para cometer algún tipo de abuso, relató.
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- Para profundizar sobre el tema pueden acudir a las instalaciones del AHET, ubicadas en boulevard Luis Donaldo Colosio Núm. 1, San Pablo Apetatitlán, Tlaxcala. De lunes a viernes, de 8:30 a 16:00 horas.
En 1699, en un bando emitido por el Conde de San Román, gobernador de la ciudad, restringió la pronunciación de versos satíricos y ordenó bailar solo en las calles y no en las casas durante los tres días de carnestolendas.
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