En Ixtenco, muertos viven entre las familias otomíes

Doña Alfonsina recuerda a sus padres con tristeza

Tomás Baños | El Sol de Tlaxcala

  · jueves 3 de noviembre de 2022

Indiferencia en el panteón de Ixtenco, no hay acceso para personas con una discapacidad. | Tomás Baños

En San Juan Ixtenco los muertos “viven”, por el culto que hace la población de origen otomí.

De entre los hogares proviene un aroma que impregna la ropa. Se puede percibir solo una vez al año. Una mezcla de copal, cempasúchil y frutos como la guayaba. Son elementos representativos de las ofrendas y sirven para purificar el ambiente y abrir paso a los muertos.

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Con pétalos de cempasúchil “llaman” a los muertos para que pasen a comer sobre la ofrenda. Las mujeres pasan horas preparando atole morado en ollas de barro y con leña que extraen de la Malinche.

Doña Alfonsina recordó a sus padres en el panteón de San Juan Ixtenco. | Tomás Baños

La tradición se complementa con tamales de chile guajillo y tlacoyos de haba. Todo lo ofrecen a precios accesibles durante el culto a los difuntos.

El pueblo de Ixtenco, que data del año mil 200, mantiene enraizadas sus tradiciones. Y aunque el municipio es el que tiene menos población en Tlaxcala, con siete mil 504 habitantes, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía 2020, mantiene viva sus creencias.

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Casi todos, en familia salen de sus hogares para rendir culto a sus muertos y embellecer las tumbas con crisalias y pétalos de pata de león y cempasúchil.

SON MÁS DE 470 AÑOS DE CULTO

En el panteón municipal de Ixtenco se cumplen más de 470 años de culto a los muertos, indicó Agustín Ranchero, veterano cronista del lugar.

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Refirió que en el cementerio no cabe una tumba más, de hecho, hay casos en que los mismos sepulcros han sido utilizados varias veces. En este lugar, desde el uno de noviembre conviven con los muertos. Dan vida a la celebración prehispánica. Los últimos sepulcros son de hace dos años, por el fallecimiento de personas por Covid-19, expresó.

RECUERDOS DE DOÑA ALFONSINA

Alfonsina, una mujer de avanzada edad, es un claro ejemplo de la tradición de honrar a los muertos. Con sus manos rugosas limpió las tumbas de sus padres y abuelos; no permitió ayuda de sus hijos.

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Colocó flores frescas y aromáticas sobre las tumbas, mientras recordaba a cada uno de ellos. “Aquí estamos, recordando a papá y mamá, ya está la ofrenda, el panteón debe quedar del uno”, expresó.

La indígena de origen otomí comentó que mientras viva, aquí estaré, honrando a los que me dieron la vida y por los que seguimos viviendo.

Con entusiasmo para enflorar las tumbas, doña Alfonsina motivó a los visitantes que la vieron, eso sí, se dobló cuando colocó el cempasúchil a su señora madre. El llanto la invadió.

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NO HAY MUCHO DINERO: FIDEL

Fidel Texcalac, oriundo de ese municipio, manifestó que la falta de economía de las familias obliga a gastar menos en esta conmemoración. No entendemos cómo es que antes, nuestros padres llenaban las mesas de ofrendas con un costal de naranjas, una arroba de pan, mucha fruta y flores, ahora todo está muy caro”, expresó a este Diario.

El cementerio de Ixtenco tiene más de 470 años de historia. | Tomás Baños

Eso sí, dijo que se han encargado de seguir la tradición, ahora con ofrendas menores que hace 20 años.

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DEDICAN CALAVERA DE MAÍZ

Varios días tardó un grupo de artesanos, para forrar un cráneo con semillas de maíz nativo de colores.

El monumento dedicado a los fallecidos fue instalado frente a la alcaldía. Ahí, decenas de visitantes detenían sus automotores para llevarse la imagen del recuerdo.

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  • En el panteón municipal de Ixtenco se cumplen más de 470 años de culto a los muertos, en el panteón de Ixtenco indicó Agustín Ranchero, cronista del lugar.
  • 7 mil 504 habitantes tiene Ixtenco, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía 2020.

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