Al encabezar la celebración de la Pasión del Señor durante este Viernes Santo, el obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, mencionó que la cruz donde murió Jesús es la revelación del amor que Dios tiene por el mundo.
En la homilía, desde la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, mencionó que ante la cruz de Cristo es posible contemplar y tomar mayor conciencia de la gravedad de los pecados, pero al mismo tiempo de la grandeza del amor y de la misericordia de Dios.
Luego de dar lectura al Evangelio de Juan, Salcedo Aquino indicó que sobre la cruz permanecen los signos de la maldad humana que aún se desencadena en el mundo, y que incluso sigue habiendo nuevos crucificados víctimas del egoísmo, la miseria y la injusticia.
"Lo que brilla con mayor esplendor en la cruz no es el pecado, sino el amor de Dios que no conoce medida", expresó.
Destacó que el sufrimiento y muerte de Jesús es un don inmerecido para los fieles, pues dijo que se trata de la liberación del mal y el perdón de los pecados.
"Para ayudarnos a comprender toda esta realidad el Evangelio de San Juan nos acompaña este Viernes Santo con el relato de la Pasión, y podemos ver que la Pasión y la Muerte de Jesús, ante todo, es un don de amor que salva", comentó.
Detalló que la Pasión del Señor es un don del amor de Dios y no es la consecuencia de su debilidad, eso al indicar que es la muerte del buen pastor que da la vida por sus ovejas para que todos tengan vida en abundancia.
"Revela que la Pasión y la Muerte de Jesús es entrega voluntaria de la vida y no debilidad", agregó.
Comentó también que la escucha de la Palabra permite entrar de manera más profunda en ese misterio.
"Que el espíritu de Dios ilumine nuestra mente y abra nuestro corazón de manera que brote fuerte la voz de nuestra gratitud con Dios, unida al deseo profundo de la conversión", expresó.
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