El arte fino que aprendió don Guillermo Velázquez González de restaurar imágenes religiosas del Niño Dios, lo trae en la sangre, su padre se lo heredó. Músico por profesión, futbolista por pasión y restaurador por convicción, en tres frases se describe la vida de este hombre que acaba de cumplir 70 años.
Y es que desde hace 25 años, se dedica a restaurar figuras de yeso. “Estoy muy al pendiente de mi padre, Eduardo Velázquez, está delicada su salud, tengo que cuidarlo, tiene 90 años y mi madre doña Teresa González, acaba de fallecer... en el negocio se queda mi hijo, que ya aprendió el oficio”, expresa.
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Don Guillermo manifiesta que su trabajo requiere de muchas horas de dedicación y paciencia.
En entrevista con El Sol de Tlaxcala, refiere que “aquí restauramos imágenes de la religión católica, algunas de mucho valor histórico y sentimental, restauramos la fe que las personas tienen al Niño Dios”.
Y afirma que con el corazón repara lo que traen los clientes, imágenes que han pasado de generación en generación.
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Él, dedicó a la música 50 años, formó parte del Grupo Los Alcántara y Banda Alfiles, oficio con el que sacó adelante a su familia. El teclado es el instrumento que lo acompañó la mayor parte de su vida, durante las giras artísticas; la fama a nivel regional fue el éxito del grupo apizaquense. Ahora, de vez en cuando lo toca en casa, “solo para recordar los viejos tiempos”.
También, durante varios ciclos escolares, compartió enseñanzas del arte musical con alumnos de secundaria. Empero, ahora, dedica sus esfuerzos a lo que llama la reconstrucción de la fe y de los sentimientos de las personas que solicitan que sus imágenes queden de lujo.
Además, rememora que de joven jugó en las reservas del Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México al compartir cancha con Francisco Castrejón y Miguel Mejía Barón.
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TEMPORADA ALTA
En esta temporada el trabajo se triplica durante 90 días, por la celebración del Día de la Candelaria. “Tenemos mucho trabajo, estamos saliendo de la cuesta de enero y nos traen las imágenes como rompecabezas, pero se las regresamos como nuevas, hay empleo, lo genera el Santo Patrón”, expresa.
Y es que desde antes de la Navidad y previo al Día de la Candelaria, (el dos de febrero), su trabajo es muy solicitado. El restaurador no se hace responsable de los trabajos con tres días de anticipación; hay muchos que deben salir antes de la festividad. Eso sí, coadyuva al cobrar por su trabajo pues “si me traen sus imágenes les doy buen precio, todo el año restauramos”.
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LABORA EN PEQUEÑO LOCAL
En el bulevar Cuauhtémoc del municipio de Apizaco a un costado de la Basílica de Nuestra Señora de la Misericordia, realiza su arte en un pequeño local en el que restaura figuras de yeso, fibra de vidrio, resina y madera de ayacahuite.
Aplica yeso a las extremidades rotas de la figura. La magia que surge de sus manos con el pincel, en el último retoque es captada por la lente de este Diario. “El trabajo que hacemos con pasión se resume con una sonrisa de nuestros clientes”, resalta.
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Y reitera que una vez que deje el oficio de restaurador, como lo hizo con la música, la tradición que compartió con su padre, perdurará pues uno de sus hijos lo aprendió y los clientes no se irán de ese antiguo local.
El veterano restaurador dice que al año realiza más de 500 trabajos, lo que le permite vivir sin problemas económicos. “Cuento con la pensión que da el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es una gran ayuda, nos la acaban de aumentar”, puntualiza.