Con la bajada de Nuestra Señora de la Misericordia desde su nicho a la parte baja del altar de la basílica que honra su nombre, inició la fiesta religiosa más importante del municipio de Apizaco. En ese sentido, cientos de católicos se reunieron este sábado para atestiguar la reubicación de imagen y, con un acercamiento alegórico a la divinidad, rendir pleitesía a la patrona de la ciudad rielera.
Durante el acto religioso, el párroco Adrián Gutiérrez invitó a los asistentes a acortar distancias con la Virgen de la Misericordia y confiar en su bendición, pues “ella no hace milagros, pero sí es la principal intercesora de Apizaco con Dios”. Además, destacó la importancia que tiene la fiesta patronal en la geografía espiritual de la entidad. “Nuestra Señora de Ocotlán mira hacia Tlaxcala, Nuestra Señora de la Caridad lo hace en Huamantla y en Apizaco tenemos a la Misericordia. Cada una de ellas como defensoras de su comunidad”.
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INICIA LA FIESTA PATRONAL
Con la tradicional bajada de la Virgen dieron inicio las actividades religiosas de este fin de semana, que tienen como acto principal el recorrido nocturno de la Virgen en solemne procesión por las principales calles de la ciudad para culminar con la celebración eucarística de media noche en su santuario.
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El 12 de mayo, que este año cae domingo, se celebrará de manera oficial a la advocación mariana. Cabe recordar que la fecha fue establecida en el año 1850 en la ciudad italiana de Rimini, de donde es oriunda, luego del milagroso movimiento ocular que concedió la imagen al sacerdote Pedro Pablo Castelli.
A propósito de la fecha, comerciantes conforman la feria popular del 12 de mayo, que se encuentra instalada en el parque Cuauhtémoc y se suma a la kermés organizada por autoridades religiosas al mediodía, así como a la quema de pirotecnia de las 21:00 horas.
PARA SABER MÁS
El cuadro de Nuestra Señora de la Misericordia que reposa en Apizaco es una copia elaborada por Francisco Morales, quien lo pintó de rodillas por respeto a la imagen original en Rimini. Sin embargo, algunos de sus rasgos se adecuaron a la tradición mexicana. La obra quedó resguardada en la catedral de Puebla, pero en 1875 fue donada al naciente templo de tlaxcalteca.