“Fui a evangelizar y regresé evangelizado”, reflexionó el sacerdote tlaxcalteca Jesús Wolfango Lobato García al volver a casa, luego de haber pasado 15 años de su vida en África gracias a la misión religiosa que eligió en su juventud y a la que se prepara para retornar el próximo mes de abril.
El oriundo de Apizaco explica que desde niño sintió el llamado sacerdotal y de servicio, al cual se aferró durante su juventud en el Seminario de Tlaxcala, donde hizo la secundaria, preparatoria y la carrera en Filosofía.
Al ingresar con 21 años de edad en el Postulantado de los Misioneros Combonianos en Xochimilco, inició sus estudios en Teología y fue asignado por primera ocasión al país africano de Kenia para completar dos años de experiencia antes de su ordenación sacerdotal.
Con la consciencia de que no tendría comunicación con su familia ni las comodidades a las que estuvo acostumbrado toda su vida, el joven salió de la república mexicana con la esperanza de servir a Dios.
El choque cultural fue el primer reto para el tlaxcalteca, pues cuando llegó al país africano no tenía idea de los aprendizajes que le esperaban en el camino. Su nuevo hogar era una comunidad donde no había comida suficiente para sobrevivir ni servicios básicos como luz, agua, ni hospitales.
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“Uno lleva la información en teoría, pero en la práctica la fe es la única que te mantiene fuerte, sereno y contento”, narró en entrevista con El Sol de Tlaxcala.
Entre zonas de sabanas, áridas y semiáridas, el tlaxcalteca se confirmó a sí mismo que su cometido estaba fuera de Tlaxcala, de manera que únicamente regresó a su país de origen para ordenarse como sacerdote antes de regresar otros 13 años al tercer continente más extenso del mundo, ahí donde aprendió que la vida va más allá de una iglesia.
LA EXPERIENCIA DE EVANGELIZACIÓN
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Jesús Lobato habla español, inglés, italiano, portugués y dos dialectos propios de Kenia, los cuales tuvo que aprender para comunicarse en las comunidades con las que convivió por más de una década.
Aunque los sacramentos y las celebraciones litúrgicas se mantienen intactas, sus actividades se distinguen de las empleadas históricamente en el mundo católico. Hoy, los sacerdotes que emprenden propósitos evangelizadores tienen como manda el servicio humanitario; de lo contrario, su misión terminaría en el templo.
Algunas tribus que apenas están escuchando el evangelio, lo que hace a nuestra tarea más difícil porque no se trata de repetir patrones como el de los españoles en el continente americano, sino que tratamos de conocer la cultura de la gente y ayudarlos en lo que se pueda, detalló.
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Las labores del equipo misionero conformado por religiosos de los cinco continentes estuvieron divididas en dos áreas: educación y salud. Para el primero, se dedicaron a construir escuelas, diseñar material didáctico y brindar educación a los niños que presentan analfabetismo en un 90 %. Por el lado de la salud, construyeron hospitales y equipamiento para atender las necesidades de la población.
El color de piel, el idioma y el dogma sin duda fueron tropiezos para acercarse a las tribus, quienes tienen un rechazo histórico por la raza caucásica, por lo que “pensamos que de esa forma nuestra presencia como Iglesia católica va a dar frutos en el futuro. Sí, queremos evangelizar, pero primero queremos ayudar”, aseguró.
LA HUMANIDAD, INHERENTE EN EL SACERDOCIO
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El tlaxcalteca regresó de África hace 12 años, tiempo que ha dedicado para continuar sus labores religiosas en diferentes estados mexicanos. No obstante, las postales mentales que adquirió del otro lado del mundo lo acompañan en su día a día.
Desde la imponente imagen de una manada de elefantes cruzando frente al sol naciente de la sabana hasta el desgarrador retrato de un niño muriendo de hambre frente a sus ojos, sus recuerdos quedaron marcados con el sello africano.
“En México es pecado quejarse. Aprendí que, aunque hay gente que vive en la miseria, porque ni siquiera se le puede llamar pobreza a la vida en Kenia, se puede ser feliz”, por lo que invitó a tener gratitud por la comida, el vestido, el techo y la libertad.
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El pasado 30 de enero, Jesús Wolfango Lobato García cumplió 25 años como sacerdote, mismos que celebró con las enseñanzas que sus decisiones, el apoyo de su familia y la devoción religiosa le han brindado.
El próximo 20 de abril, el apizaquense emprenderá un nuevo viaje a Kenia para predicar la palabra de Dios, para entregar otros seis años al servicio comunitario y para convertir las oraciones de sus paisanos en un pan para quienes nunca han gozado de las bonanzas que él conoció desde niño.