El mismo día que el conquistador Hernán Cortés entró a Tizatlán, el corazón de Tlaxcala, en la entidad fue celebrada la primera misa católica con la presencia de indígenas. Al día siguiente fue la segunda.
La relevancia de ese hecho histórico, social y religioso, ocurrido el 23 de septiembre de 1519 -hace cinco siglos- fue celebrado ayer por la Diócesis de Tlaxcala con una solemne eucaristía encabezada por el Obispo de la entidad, Julio César Salcedo Aquino.
Ahí, el Obispo de Tlaxcala mencionó que los historiadores reportan que en esa primera misa de Tlaxcala, en Tizatlán, hubo una cruz, un altar y una imagen de la Virgen María, es decir, la Evangelización, la Palabra, la Eucaristía y la presencia materna de María, estuvieron juntos.
Abundó que los niños mártires de Tlaxcala recibieron la herencia del Evangelio que a través de muchos años había sido consolidado en otros contenientes, para hacer lo propio en la Nueva España.
Pidió a los fieles a tener presente que en el anuncio del Evangelio y en la evangelización, iniciada en Tlaxcala y extendida en América, tiene que estar unida la promoción humana, de ahí que les instó hacer esa promoción social en beneficio de los pueblos.
De acuerdo con la obra “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, de Bernal del Castillo Díaz, en septiembre de 1519, cuando los españoles emprendieron su viaje hacia la Gran Tenochtitlán, pasaron por territorio tlaxcalteca y luego de varias batallas los caciques tlaxcaltecas aceptaron la paz que Hernán Cortes les ofreció.
Y tan solo algunos días después, cuando el sacerdote español Juan Díaz ofició en Tlaxcala la primera eucaristía, de forma oficial inició la Evangelización.
La Iglesia peregrina en la entidad cumplió cinco siglos de vida
JULIO CÉSAR SALCEDO AQUINO / OBISPO DE TLAXCALA
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