En varias rancherías del municipio de Terrenate, la dieta alimenticia diaria de los habitantes consiste en nopales silvestres y maíz forrajero. Las jefas del hogar, viven en condiciones de pobreza, sin apoyos ni subsidios institucionales.
Alejadas de las comunidades entre zonas de bosque, trabajan más de 12 horas al día para subsistir. Entre el ejido de Toluca de Guadalupe y San José Villarreal, estas mujeres no conocen los programas del gobierno de la República ni saben de las elecciones.
Ellas y sus hijos recolectan lo que el bosque les provee, aunque con los incendios forestales los recursos se agotan. El agua es acarreada desde el arroyo Tlacaxolo, pero no tienen agua potable.
Al respecto, Felipe N., tiene 14 años y sueña con terminar la secundaria solo que donde vive no tiene señal de internet. Antes de la pandemia, asistía a la escuela del Consejo Nacional de Fomento Educativo, pero desde hace un año no recibe clases, apenas terminó el sexto de primaria.
Vive con su madre de 46 años, ambos fueron abandonados y trabajan cuidando cabezas de ganado en el rancho San Isidro. Para llegar a la comunidad de San Juan o La Caldera, deben caminar dos horas.
“No tenemos ningún apoyo, comemos lo que Dios dispone como nopales, a veces frijoles y torteo con el maíz quebrado que le damos a los animales”, puntualizó.
Continúa leyendo: