/ martes 9 de julio de 2024

Por "Otis", una familia de Guerrero migró a Tlaxcala; cumple ocho meses en la entidad

El niño de cuatro años lucha todos los días por superar su trauma, ya que cuando empieza a llover llora y dice que se acerca un Otis

Una familia originaria de Guerrero damnificada por el huracán Otis se refugió en Tlaxcala desde hace ocho meses y, tras superar la pérdida total de su patrimonio, decidió adoptar al estado más pequeño en territorio de la República Mexicana como su segunda casa para comenzar una nueva vida.

El pasado 25 de octubre de 2023, el fenómeno natural Otis azotó la costa del Pacífico de México con ráfagas de viento que alcanzaron los 270 kilómetros por hora y devastó todo lo que encontró a su paso, incluida la vivienda que con esfuerzo construyó la familia que encabezan Anaí Vélez Jiménez y Noé Salgado Urbina.

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El huracán devastó toda la naturaleza de Guerrero. Cortesía / Pixabay

Al no quedarles nada, los afectados y sus tres hijos de 16, 13 y cuatro años de edad, recibieron alojamiento en San Jorge Tezoquipan, municipio de Panotla, donde radica Damaris Vélez Jiménez, hermana de Anaí, quien desde hace algunos años contrajo nupcias con Edgar del Razo Morales.

La decisión de dejar su vivienda ubicada en costas del pacífico mexicano no fue fácil, pues antes de conformar su matrimonio, Anaí Vélez, de 38 años de edad y Noé Salgado, de 54 años, llevaban más de 30 años nacidos y radicados en Acapulco, pero la desgracia provocada por la fuerza de la naturaleza los obligó al exilio.

Con profunda tristeza acordaron rematar los 200 metros cuadrados del predio donde alguna vez conformaron un hogar y donde nacieron Keyla Daniela, Néstor Alexander y Noé Eliseo Salgado Vélez.

No dejes de leer: ➡️ Vuelca Tlaxcala apoyo a Guerrero por “Otis”

Acompañada de su hijo Néstor Alexander, Anaí compartió a El Sol de Tlaxcala la amarga experiencia que pasó junto a su familia aquel fatídico 25 de octubre, cuando enfrentaron a un huracán sediento de destrucción y de magnitudes estratosféricas.

El huracán devastó toda la naturaleza de Guerrero. Cortesía / Pixabay

Contó que tras el paso de Otis la colonia Cumbres de Llano Largo, Guerrero, ya no fue la misma. Perdió todo colorido para convertirse en una zona de guerra, con viviendas y edificios destruidos, pero sobre todo sin árboles, lo que propició un clima mucho más caluroso.

EL DÍA CERO

Eran las 10:30 de la noche cuando empezó a correr el aire y posteriormente la lluvia. La población ya había recibido la alerta de un huracán de importantes magnitudes, pero lo minimizaron pues una advertencia similar habían recibido años anteriores con Paulina y Boris, pero solo se redujo a inundaciones.

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Una tía que vive ahí en la colonia me mandó mensaje antes de que se fuera la luz, me dijo súbete con los niños porque viene feo el huracán; le dije que sí, pero no le hice caso, me empecé a preocupar cuando vi granizar, pues en Guerrero es un fenómeno extraño ver granizo y las bolas de hielo eran bastante grandes, recuerda.

La casa en la que vivía tenía techo de triplay, una parte de teja y del otro lado lámina galvanizada, el cual no resistió, pues el viento derribó bloques y material pétreo que había comprado la vecina y cayeron en el techo, que combinado con el granizo provocó el desplome.

Un fuerte estruendo se escuchó cerca, fue la ruptura de un árbol de unos 50 años de vida y de grueso tronco que cayó cerca de la vivienda. Estaban inseguros, tuvieron que abandonar la casa y refugiarse con su vecina. 

Lee más: ➡️ Contribuye Tlaxcala a la recuperación de Guerrero

Mi esposo estaba en un localito de comida que teniamos, pues ahí se quedaba para cuidarlo, pero al ver la magnitud del huracán bajó corriendo y nos dijo que nos fuéramos, envolvió en una cobija a mi hijo de cuatro años; salimos en medio de fuertísimas ráfagas de viento, agua y cosas que iban volando… fueron apenas unos metros, pero para mí fue una eternidad, comentó.

Ya en casa segura, observaron cómo el viento arrastró cualquier cantidad de objetos y ramas que al mismo tiempo golpeaban las paredes y techos, mientras caía agua y truenos en el cielo, pero todo a oscuras, pues Cumbres de Llano Largo se había sumido en las tinieblas por el corte de energía eléctrica.

“Como pudimos, pasamos la noche y al día siguiente, cuando amaneció, subimos a la azotea y observamos el cerro completamente devastado, solamente estaban los troncos de los árboles, sin una sola hoja, todo lucía desolador; yo me quería venir para Tlaxcala con mi hermana, pero mi hijo no quiso”, narró.

Continúa leyendo: ➡️ Se solidariza Santa Cruz Tlaxcala con los damnificados por “Otis”

Posteriormente se enteraron que el gobierno federal apoyaría económicamente a los damnificados, entonces estuvieron una semana más, aunado a que las vías de comunicación de Acapulco estaban completamente bloqueadas y los vecinos se organizaron para retirar el escombro y árboles caídos.

La comida y agua escasearon. Los tendejones tenían largas filas de personas que querían comprar pan, comida enlatada, refresco y agua, pero fueron insuficientes, entonces la desesperación de la gente los orilló a saquear las tiendas comerciales y de conveniencia.

Por su lado, Néstor Alexander comentó que fue testigo de un saqueo, pues obligado por el hambre y la necesidad acudió a una tienda comercial que ya habían saqueado y al entrar encontró botellas de cerveza abiertas, rotas y un sinfín de líquidos y golosinas solidas regadas.

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Recuerda que alcanzó a comer un helado y llevó lo que encontró a su hogar, pues su mamá y hermanos padecían hambre, como la mayoría de personas en Guerrero, además, la ayuda del voluntariado no llegaba. Las escuelas y hospitales también habían sufrido daños en su estructura, por lo que ciertas áreas dejaron de operar y la atención médica resultó insuficiente, hasta que fueron auxiliados por elementos del Ejército Mexicano.

No había forma de mantener comunicación, sin embargo, las personas adineradas que tenían equipo de planta de luz reactivaron la energía eléctrica y para permitirle a la gente cargar su celular les cobraban hasta 50 pesos una hora. La gasolina elevó su precio hasta cuatro veces más de lo normal, lo cual generó molestia entre la gente, pero muchos no tuvieron otra alternativa que comprarla para moverse.

CONSTRUYEN UNA NUEVA VIDA

Entérate: ➡️ Sentí pánico cuando se fue la luz!, recuerda tlaxcalteca experiencia tras “Otis”

Pasada una semana, la familia decidió dejar las tierras costeras y venir a Tlaxcala donde fueron recibidos cálidamente y les brindaron alojamiento. Hace unos días, el matrimonio de Acapulco compró un terreno ubicado en Tezoquipan y esperan levantar una vivienda en próximos años.

Mi esposo apenas encontró trabajo de vigilar una escuela y con lo poquito que me dieron del terreno, pues ahí vamos solventando algunos gastos, por mi lado yo ayudo a mi hermana a hacer tamales y comida para vender y tener algo de ingreso, refirió.

Para ganar un poco de dinero, Salgado Urbina comenzó a tejer hamacas para venderlas en dos mil pesos cada una, pero en Tlaxcala nadie se las compró, por lo que tuvo que llevarlas a Guerrero donde logró acomodarlas.

Continúa leyendo: ➡️ Huracán Otis casi destruye hotel; familia queda atrapada y narra cómo lo vivieron

Para empezar la nueva vida que siguen construyendo, Noé Salgado renunció a su trabajo de técnico en telefonía y aquí llegó desempleado, pero ahora que lo contrataron como velador, Keyla Anaí Vélez anda en busca de un local para vender comida típica de Guerrero. De sus tres hijos, solamente Daniela concluyó sus estudios de primer año de preparatoria, pues estuvo recibiendo cátedras en línea, en el sistema de Educación Media Superior a Distancia (EMSAD) número 028, para este nuevo año escolar los tres serán inscritos en escuelas de la entidad.

Noé Alexander trabaja en la mecánica, en un taller cercano, para ayudar a los ingresos familiares, pero también tomará clases una vez que inicie el nuevo ciclo escolar. “Tlaxcala es muy bonito, por eso nos quedamos, nos gusta su clima fresco y la gente es muy amable, aquí, aunque no te conozcan te saludan en la calle y allá en Acapulco ni los buenos días te dan”, concluyó.

El niño de cuatro años lucha todos los días por superar su trauma, ya que cuando empieza a llover entra en pánico, llora y dice que se acerca un Otis, pero su mamá y hermanos lo tranquilizan.


Una familia originaria de Guerrero damnificada por el huracán Otis se refugió en Tlaxcala desde hace ocho meses y, tras superar la pérdida total de su patrimonio, decidió adoptar al estado más pequeño en territorio de la República Mexicana como su segunda casa para comenzar una nueva vida.

El pasado 25 de octubre de 2023, el fenómeno natural Otis azotó la costa del Pacífico de México con ráfagas de viento que alcanzaron los 270 kilómetros por hora y devastó todo lo que encontró a su paso, incluida la vivienda que con esfuerzo construyó la familia que encabezan Anaí Vélez Jiménez y Noé Salgado Urbina.

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El huracán devastó toda la naturaleza de Guerrero. Cortesía / Pixabay

Al no quedarles nada, los afectados y sus tres hijos de 16, 13 y cuatro años de edad, recibieron alojamiento en San Jorge Tezoquipan, municipio de Panotla, donde radica Damaris Vélez Jiménez, hermana de Anaí, quien desde hace algunos años contrajo nupcias con Edgar del Razo Morales.

La decisión de dejar su vivienda ubicada en costas del pacífico mexicano no fue fácil, pues antes de conformar su matrimonio, Anaí Vélez, de 38 años de edad y Noé Salgado, de 54 años, llevaban más de 30 años nacidos y radicados en Acapulco, pero la desgracia provocada por la fuerza de la naturaleza los obligó al exilio.

Con profunda tristeza acordaron rematar los 200 metros cuadrados del predio donde alguna vez conformaron un hogar y donde nacieron Keyla Daniela, Néstor Alexander y Noé Eliseo Salgado Vélez.

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Acompañada de su hijo Néstor Alexander, Anaí compartió a El Sol de Tlaxcala la amarga experiencia que pasó junto a su familia aquel fatídico 25 de octubre, cuando enfrentaron a un huracán sediento de destrucción y de magnitudes estratosféricas.

El huracán devastó toda la naturaleza de Guerrero. Cortesía / Pixabay

Contó que tras el paso de Otis la colonia Cumbres de Llano Largo, Guerrero, ya no fue la misma. Perdió todo colorido para convertirse en una zona de guerra, con viviendas y edificios destruidos, pero sobre todo sin árboles, lo que propició un clima mucho más caluroso.

EL DÍA CERO

Eran las 10:30 de la noche cuando empezó a correr el aire y posteriormente la lluvia. La población ya había recibido la alerta de un huracán de importantes magnitudes, pero lo minimizaron pues una advertencia similar habían recibido años anteriores con Paulina y Boris, pero solo se redujo a inundaciones.

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Una tía que vive ahí en la colonia me mandó mensaje antes de que se fuera la luz, me dijo súbete con los niños porque viene feo el huracán; le dije que sí, pero no le hice caso, me empecé a preocupar cuando vi granizar, pues en Guerrero es un fenómeno extraño ver granizo y las bolas de hielo eran bastante grandes, recuerda.

La casa en la que vivía tenía techo de triplay, una parte de teja y del otro lado lámina galvanizada, el cual no resistió, pues el viento derribó bloques y material pétreo que había comprado la vecina y cayeron en el techo, que combinado con el granizo provocó el desplome.

Un fuerte estruendo se escuchó cerca, fue la ruptura de un árbol de unos 50 años de vida y de grueso tronco que cayó cerca de la vivienda. Estaban inseguros, tuvieron que abandonar la casa y refugiarse con su vecina. 

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Mi esposo estaba en un localito de comida que teniamos, pues ahí se quedaba para cuidarlo, pero al ver la magnitud del huracán bajó corriendo y nos dijo que nos fuéramos, envolvió en una cobija a mi hijo de cuatro años; salimos en medio de fuertísimas ráfagas de viento, agua y cosas que iban volando… fueron apenas unos metros, pero para mí fue una eternidad, comentó.

Ya en casa segura, observaron cómo el viento arrastró cualquier cantidad de objetos y ramas que al mismo tiempo golpeaban las paredes y techos, mientras caía agua y truenos en el cielo, pero todo a oscuras, pues Cumbres de Llano Largo se había sumido en las tinieblas por el corte de energía eléctrica.

“Como pudimos, pasamos la noche y al día siguiente, cuando amaneció, subimos a la azotea y observamos el cerro completamente devastado, solamente estaban los troncos de los árboles, sin una sola hoja, todo lucía desolador; yo me quería venir para Tlaxcala con mi hermana, pero mi hijo no quiso”, narró.

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Posteriormente se enteraron que el gobierno federal apoyaría económicamente a los damnificados, entonces estuvieron una semana más, aunado a que las vías de comunicación de Acapulco estaban completamente bloqueadas y los vecinos se organizaron para retirar el escombro y árboles caídos.

La comida y agua escasearon. Los tendejones tenían largas filas de personas que querían comprar pan, comida enlatada, refresco y agua, pero fueron insuficientes, entonces la desesperación de la gente los orilló a saquear las tiendas comerciales y de conveniencia.

Por su lado, Néstor Alexander comentó que fue testigo de un saqueo, pues obligado por el hambre y la necesidad acudió a una tienda comercial que ya habían saqueado y al entrar encontró botellas de cerveza abiertas, rotas y un sinfín de líquidos y golosinas solidas regadas.

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Recuerda que alcanzó a comer un helado y llevó lo que encontró a su hogar, pues su mamá y hermanos padecían hambre, como la mayoría de personas en Guerrero, además, la ayuda del voluntariado no llegaba. Las escuelas y hospitales también habían sufrido daños en su estructura, por lo que ciertas áreas dejaron de operar y la atención médica resultó insuficiente, hasta que fueron auxiliados por elementos del Ejército Mexicano.

No había forma de mantener comunicación, sin embargo, las personas adineradas que tenían equipo de planta de luz reactivaron la energía eléctrica y para permitirle a la gente cargar su celular les cobraban hasta 50 pesos una hora. La gasolina elevó su precio hasta cuatro veces más de lo normal, lo cual generó molestia entre la gente, pero muchos no tuvieron otra alternativa que comprarla para moverse.

CONSTRUYEN UNA NUEVA VIDA

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Pasada una semana, la familia decidió dejar las tierras costeras y venir a Tlaxcala donde fueron recibidos cálidamente y les brindaron alojamiento. Hace unos días, el matrimonio de Acapulco compró un terreno ubicado en Tezoquipan y esperan levantar una vivienda en próximos años.

Mi esposo apenas encontró trabajo de vigilar una escuela y con lo poquito que me dieron del terreno, pues ahí vamos solventando algunos gastos, por mi lado yo ayudo a mi hermana a hacer tamales y comida para vender y tener algo de ingreso, refirió.

Para ganar un poco de dinero, Salgado Urbina comenzó a tejer hamacas para venderlas en dos mil pesos cada una, pero en Tlaxcala nadie se las compró, por lo que tuvo que llevarlas a Guerrero donde logró acomodarlas.

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Para empezar la nueva vida que siguen construyendo, Noé Salgado renunció a su trabajo de técnico en telefonía y aquí llegó desempleado, pero ahora que lo contrataron como velador, Keyla Anaí Vélez anda en busca de un local para vender comida típica de Guerrero. De sus tres hijos, solamente Daniela concluyó sus estudios de primer año de preparatoria, pues estuvo recibiendo cátedras en línea, en el sistema de Educación Media Superior a Distancia (EMSAD) número 028, para este nuevo año escolar los tres serán inscritos en escuelas de la entidad.

Noé Alexander trabaja en la mecánica, en un taller cercano, para ayudar a los ingresos familiares, pero también tomará clases una vez que inicie el nuevo ciclo escolar. “Tlaxcala es muy bonito, por eso nos quedamos, nos gusta su clima fresco y la gente es muy amable, aquí, aunque no te conozcan te saludan en la calle y allá en Acapulco ni los buenos días te dan”, concluyó.

El niño de cuatro años lucha todos los días por superar su trauma, ya que cuando empieza a llover entra en pánico, llora y dice que se acerca un Otis, pero su mamá y hermanos lo tranquilizan.


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