La “primera ofrenda” representa la tradición de mayor importancia para las familias de Tetlanohcan, pues es una combinación de religiosidad, misticismo y convivencia social, para homenajear a los difuntos en su primer año de acaecidos.
Teolocholco también lleva a cabo esa tradición, pero Tetlanohcan es el municipio que organiza esa representación con mayor fervor, pues la población lo considera algo sagrado e infaltable dentro de sus tradiciones, no realizarla representa una grave falta de respeto a la memoria del difunto y para quienes visitan a los deudos.
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La familia Cuapio Mendieta abrió las puertas de su hogar a El Sol de Tlaxcala para que observara la organización, los preparativos y el recibimiento de familiares, amigos y vecinos, quienes entregaron chiquihuites con pan, fruta, flor de cempasúchil y una cera, a manera de ofrenda.
Los ocho hermanos se organizaron para “esperar” el alma de su difunto padre, don Octaviano Cuapio (mejor conocido como Don Mario), quien falleció apenas en agosto, lo cual, hizo dudar si debían poner la “primera ofrenda”, pues según el catolicismo, deben pasar al menos seis meses para colocarla; al final lo hicieron -pues como ya se dijo- es algo sagrado e infaltable.
Esto es más que una fiesta, porque en ella distribuyes invitaciones y sabes más o menos a cuántas personas vas a esperar y aquí no, pues llegan todos aquellos quienes estimaron mucho al familiar fallecido, señaló María Teresa Cuapio Mendieta.
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Explicó que la tradición en ese lugar dicta que el padrino tiene la obligación de donar una cruz adornada con flor de cempasúchil, la cual ponen en la entrada del domicilio para indicar que ahí se conmemora la “primera ofrenda”.
Justo al mediodía, cuando retumba un cohete en lo alto del cielo, es indicativo que las familias deben homenajear el símbolo religioso y ahora sí, recibir a los visitantes, quienes dejan de desfilar hasta las 11:00 horas del dos de noviembre.
Por ello, los hermanos Cuapio Mendieta, acompañados de los padrinos, procedieron a humear con incienso la cruz, rezar en la entrada, brindar palabras de bienvenida al alma de su señor padre, y en general, para todos sus muertos.
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Es costumbre instalar al interior de los domicilios un templete con tablas, encima un petate de tule, una pequeña ofrenda con alimentos, bebidas y ropa que le gustaba usar en vida al caído, pero un elemento primordial es el ayate, para que el alma a su regreso cargue con su itacate.
El templete debe estar bien reforzado, pues cargará bastantes kilogramos, casi siempre se llena a lo alto y ancho. Cuando las ofrendas ya no caben, las dejan incluso en el piso.
Se trata de bastante pan, fruta, flor y ceras las que recibe el alma, por ello, cuando se levanta la ofrenda, se reparte entre los familiares y personas que acudieron a ayudar durante el compromiso, mientras, las flores las usan para colocarlas en las tumbas del cementerio.
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La familia nombró al padrino, como el encargado de recibir las ofrendas de los visitantes y entregarlas al alma del laureado, pues de vez en vez, las recibió y antes de ofrecerlas, mencionó al alma quién la llevó y platicar ella, como si estuviera presente en persona.
Antes, todos los hermanos se apostaron frente al templete para brindar unas palabras y externar sus sentimientos hacia sus padres difuntos, cada uno donó una ofrenda con el mismo contenido y entonces recibió a los allegados.
La familia comentó que demanda alrededor de 80 a 100 mil pesos, pues la comida ofrecida a los visitantes debe ser considerable, con platos bien llenos de comida, acompañada de agua de sabor, refresco, cerveza o pulque.
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En su caso, sacrificaron una res, la cual fue donada, pues los parientes y conocidos apoyan de diferente forma. Algunos llevaron bultos con maíz, otros rejas de refresco y algunos más dieron dinero en efectivo, pues es una costumbre que refleja solidaridad.
Efectivamente, pasado el mediodía empezaron a llegar las vistas, saludaron a los familiares y pasaron a persignarse frente al altar alzado, dejaron la “primera ofrenda”, compartieron el vino y el pan, para posteriormente retirarse, pues algunos visitaron más de una casa.
Lo anterior, porque este año muchas personas fallecieron a causa de Covid-19, no fue el caso de don Mario, pues a él se le complicó la diabetes mellitus que padecía, la hipertensión y su avanzada edad.
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- La familia comentó que demanda alrededor de 80 a 100 mil pesos, pues la comida ofrecida a los visitantes debe ser basta, con platos bien llenos de comida, acompañada de agua de sabor, refresco, cerveza o pulque.
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