Ni la temporada invernal ayuda aincrementar las ventas de los artesanos localesAnte la invasión de productos asiáticos, Contla de Juan Cuamatzi,considerada cuna del sarape del país, se quedará en“pañales”, satirizó Clemente Cuatecontzi, artesano de tercerageneración de una familia dedicada a producir la tradicionalprenda.
Mientras con sus pies y manos trabajaba en un telar de madera,narró que “los productos que hacían mis abuelos y padres eranbien aceptados en el mercado nacional, vendíamos a buen precio,pero eso quedó en el pasado, ahora tenemos que competir conprecios bajos de los productos chinos”.
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Lamentó que los discursos de las autoridades queden enpalabras, pues dijo que es de antaño la falta de apoyo ydifusión.
“Todos pensaríamos que las temporadas invernales son la mejorépoca para nosotros, no es así, si bien hay un leve incremento enlas ventas, con el incremento de precios de los insumos salimostablas, solo para subsistir y no dejar que esta tradicióntermine”, aseveró.
Asimismo, explicó que mientras elaboran tres prendas en unajornada de 12 horas, en ese mismo tiempo de producción se venden10 de origen chino.
“Nuestros clientes, en su mayoría comerciantes de Chiautempane Ixcotla, tienen que comprar de los dos productos, pues hay genteque sí valora nuestro trabajo por la calidad, pero hay otraspersonas que quieren economía y se llevan un productoasiático”, enfatizó.
Recordó que su abuelo vendía su mercancía en la capital delpaís, “de ahí todavía la comercializaban a tiendas del estadode Chihuahua y a la ciudad de Tijuana, fue una gran época paraellos, porque prácticamente todo el año tenían producción, yahora tenemos que dobletear de trabajo, un rato en lo textil y otroen una tienda de abarrotes, porque el sarape ya no deja paravivir”.
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Ni las moscas se paran: SóstenesCuatecontzi
Desde el año pasado en Contla de Juan Cuamatzi funciona unaferia artesanal todos los fines de semana -frente a la presidenciamunicipal- donde participan textileros de la comuna que ofertan susproductos a costo de producción, pero aun así no venden.
“Hay días que ni una prenda podemos vender, pues ni lasmoscas se paran por ese lugar, donde falta mucha difusión denuestras autoridades para que la gente venga de otros municipios acomprar”, aseveró Sóstenes Cuatecontzi Tzompantzi, artesano detextiles de lana como chamarras, gabanes, cobijas y tapetes, entreotros.
De este modo, el artesano de 70 años de vida y 64 dedicado a laartesanía, indicó que “desde que tengo uso de razón, desdeniño ya trabajaba la lana, esos eran años de buena producción yganancias, ahora ya no es negocio, tengo que trabajar en mi tierrade cultivo, en mis animales y en mis telares para tener con quévivir”.
“Imagínese, una chamarra que se lleva cuatro días paraproducir y que se vende en unos 800 pesos, la ganancia es de 150,pero si consideramos que la prenda pasa por otras manos, eldividendo es poco”, apuntó.
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Por último, comparó un producto chino con uno contlense: “elprimero es desechable, no sirve para nada, el de nosotros es deprimerísima calidad y con lana virgen”.