A pesar de la limpieza parcial efectuada y las constantes lluvias registradas, el riachuelo de agua limpia El Potrero, ubicado en Ixtacuixtla, mantiene visibles estragos de contaminación por el derrame de fueloil registrado en 2023.
Antecedente
El espacio natural se ubica en la localidad de Altpozonga, a metros de la autopista Arco Norte y se contaminó en julio del año pasado, después de la volcadura de una pipa en el kilómetro 212+500, la cual transportaba ese material que quedó esparcido en la zona y arrastrado por las lluvias.
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La empresa Pretoil fue la responsable del traslado del hidrocarburo y se comprometió a sanear el riachuelo, por lo que subcontrató a otras tres factorías dedicadas a la limpieza de zonas naturales contaminadas con combustibles, pero debido al papeleo y la burocracia avanzó lento.
Este Diario recorrió nuevamente el sitio y constató que algunas zonas del río lucen negras por la presencia de residuos del combustóleo y hay montañas de tierra contaminada, la cual quedó apilada con costales de nailon, pero estos ya se pudrieron.
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El presidente de comunidad, Martín Minero Morales, comentó que tras insistir en una operación de limpieza el cuerpo de agua fue tratado para reducir al mínimo los efectos del desastre ambiental, pero hace medio año abandonaron los trabajos.
Agregó que, a pesar de los esfuerzos por restaurar el ecosistema afectado, persisten daños significativos en la biodiversidad y la calidad del agua, pues el riachuelo aun enfrenta graves niveles de contaminación por combustible, lo cual representa una amenaza continua para el medioambiente y las comunidades que dependen de sus recursos acuáticos.
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Dijo que, a pesar de los esfuerzos iniciales de contención, la situación persiste y se requiere una acción urgente y coordinada para mitigar los impactos ambientales y proteger la salud pública.
Precisó que las autoridades competentes empeñaron sus esfuerzos para implementar medidas efectivas de limpieza y prevención de futuros incidentes similares, pero no fincaron responsabilidades por el derrame.
Refirió que hace meses las autoridades ambientales le informaron que continúan monitoreando de cerca la situación para mitigar aún más los impactos y buscar soluciones a largo plazo que les permita recuperar el ecosistema afectado, pero todo quedó en demagogia.
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Llamó a los grupos de ambientalistas a manifestarse o en su caso sumarse a limpieza de la zona, pues los costales con tierra y combustible fueron abandonados, sin que alguna autoridad se haya hecho cago de su retiro.
Responsabilizó a la última empresa de limpieza, cuya razón social es Ecología 2000, de dejar los estragos de la contaminación en la misma zona, pues las lluvias arrastrarán la tierra de nueva cuenta al espejo de agua.
Son más de tres kilómetros afectados con el derivado del petróleo, el cual a su paso ha dejado la muerte de cientos o tal vez miles de animales que conforman la fauna local. En ese entonces, al caminar por la zona, un olor parecido al diésel resultó penetrante, mismo que acabó con comunidades de mosquitos, libélulas y escarabajos, sin contar que ya no permitió la hidratación de mamíferos como conejos, ardillas, coyotes y aves endémicas y migratorias.
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Hay rastros de las labores efectuadas por los empleados de las empresas dedicadas a la limpieza de zonas naturales contaminadas con ese tipo de material, pero no fueron suficientes.
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