Después de su hallazgo y registro el siete de agosto de 1972, las pinturas rupestres localizadas en el acantilado del cerro Otongatépetl, municipio de Amaxac de Guerrero, siguen sin ningún tipo de conservación y se extinguen con el paso del tiempo.
De las 21 unidades con 67 elementos de color rojo, solo quedan unas cuantas debido a los derrumbes, avisperos, la mano del hombre y la propia naturaleza.
Así, la riqueza del imperio olmeca-xicallanca en la tierra donde se bifurca el agua se acaba gradualmente.
Sitio poco estudiado
Además, poco se ha estudiado de ese vestigio prehispánico que contiene pinturas de dos estilos: seminaturalista y simbólico.
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Del lugar, solo se conocen dos investigaciones superficiales, una más reciente de alumnos de Centro Universitario México, del área de humanidades, y la otra de los años 70 del antropólogo y exdirector Centro Regional INAH Hidalgo, Raziel Mora López en su libro “Anales de la antropología”.
Desconocen las personas valor histórico de la zona
A pesar de que el acceso está a unos 500 metros de la circulación vial, con entrada desde la privada conocida como pinturas rupestres, muchas personas desconocen el valor histórico que representa el lugar.
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Y es que para llegar a la zona donde también se encuentra la “Cueva del Diablo” existe un corredor que se construyó en la época del gobierno de Beatriz Paredes Rangel, donde además se habilitaron miradores para apreciar las cascadas de Atlihuetzía.
Ese camino, de al menos un metro de ancho, está deteriorado: de los barandales de protección nada más quedan algunos soportes, que lo convierten en un riesgo para los peatones por lo resbaladizo del suelo, debido a las hojas secas de los árboles y maleza que lo cubren, aunado a la barranca que termina en el cauce del río Zahuapan.
UN GRAN LEGADO HISTÓRICO: CRONISTA
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Ricardo Martínez Fernández, profesor jubilado y hoy cronista de Amaxac de Guerrero, informó a El Sol de Tlaxcala que se cree que los olmecas-xicallancas fueron los iniciadores de la población hace aproximadamente 10 mil años antes de Cristo.
Después, en la era común, la llegada de los españoles en 1521 marcó otra referencia histórica para Amaxac de Guerrero, donde los conquistadores permanecieron en lo que hoy se conoce como los barrios Metecatlán y Atotonilco, donde está localizado el cerro Otongatépetl.
“Hoy, la modernidad no ha traído muchos beneficios, pero también perjuicios, como un contaminado río Zahuapan que pasa cerca de la zona de las pinturas rupestres, en muchos lugares quisieran tener un lugar así como la ‘Cueva del Diablo’, nosotros la tenemos, pero con agua contaminada”, dijo Ricardo Martínez.
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Indicó que son pocos los lugares que cuentan con ese tipo de vestigios prehispánicos a nivel nacional, y detalló: “afortunadamente Tlaxcala lo tiene y en especial Amaxac de Guerrero, pero lamentablemente no se ha podido avanzar en cuanto a convertirlo en un lugar plenamente turístico”.
EXHIBEN ALUMNOS NULO APOYO
En el estudio realizado por los estudiantes del Centro Universitario México, refieren en su metodología que visitaron las pinturas rupestres, la biblioteca local y el Palacio de Gobierno, “pedimos una cita con el presidente municipal, Ing. Oswaldo Pérez Cruz –periodo 2005-2008-, pero nunca atendió nuestra petición”, dice el documento, cuya copia posee este Diario.
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En ese tiempo, los alumnos mencionan en su trabajo: “nos hemos dado cuenta de que el municipio de Amaxac, no explota la zona arqueológica [sic] para el desarrollo económico adecuado, se observó deterioro que hay en ellas –pinturas rupestres- por las acciones naturales como los deslaves, la lluvia, el sol (rayos ultravioleta) y la proliferación de avisperos que han decolorado esas pinturas”.
Aunque en las investigaciones de los alumnos como la del antropólogo tienen algunas imprecisiones como mencionar que el paraje está en Atlihuetzía, lo cierto es que las pinturas rupestres de Amaxac de Guerrero no han contado con trabajos de conservación desde su hallazgo hasta la fecha.
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Se cree que los olmecas-xicallancas fueron los iniciadores de la población hace aproximadamente 10 mil años antes de Cristo, según Ricardo Martínez Fernández, cronista de Amaxac de Guerrero.