Se olvida el INAH de las pinturas rupestres de Atlihuetzia

Leonel TLALMIS

  · lunes 19 de septiembre de 2016

Aunado a los derrumbes generados por las inclemencias del tiempo, también han existido daños generados por la mano del hombre, pues es visible que la roca ha sido tallada para borrar los trazos rupestres. / César RODRÍGUEZ

Ubicadas en Atlihuetzia-Amaxac

A casi 40 años de haber sido analizadas como parte de unProyecto Arqueológico Puebla-Tlaxcala, hoy las “pinturasrupestres” ubicadas en un acantilado de la comunidad deAtlihuetzia, Yauhquemehcan, se encuentran en el olvido. Lo que haceunas décadas era un  atractivo turístico estatal estáabandonado y se hace imposible acceder al lugar.

Conforme se adentra uno a la zona, ubicada a unos 250 metros dela calle Independencia, se percibe desolación e inseguridad, conun sendero lleno de maleza y cientos de telarañas que evidencianel tiempo de abandono.

De hecho, es prácticamente imposible llegar a la famosa‘cueva del diablo’, pues después de recorrer la vereda de unos200 metros donde existe un mirador cubierto por ramas de árboles,se llega al pie del acantilado formado de piedra de arcilla, dondeno se visualiza escalera o vereda alguna para llegar a la zona,ahí donde años atrás podían observarse las pinturas y elpaisaje del lugar.

Nula presencia de seguridad pública

El abandono del lugar es tal que lejos de ser una zona derecreación o lugar turístico, se percibe un ambiente deinseguridad, sobre todo porque el camino se ciñe a la veredaprotegida por malla ciclónica, salvo cuando se llega al lugar.

De hecho, en los últimos años se han reportado varios asaltos,el último se suscitó el 20 de marzo de este año, cuandoelementos de la policía municipal de Yauhquemehcan fueroninformados que, en la zona, dos sujetos robaron diversaspertenencias a unos visitantes, aunque los responsables fueronasegurados más tarde.

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Zona peligrosa para los visitantes

Desde el momento de la entrada, la superficie del lugar advierteun elevado nivel de sufrir accidentes, pues no existen escaleraspara iniciar el recorrido y los visitantes tienen que bajar sobrepequeñas laderas.

Ya en el sendero, el lugar es húmedo, sobre todo en estatemporada de lluvias, amén de que el camino resulta un tantofangoso por la cantidad de tierra que se deslava, incluso por lacaída de algunas rocas que se encuentran sobre la vereda deescasos 40 centímetros, aunado al pequeño canal que conduce partedel agua por los escurrimientos naturales y que en algunas partesya se encuentra roto.

Incluso, aunque algunos pobladores aseguraron que al final delpasillo existían algunas escaleras habilitadas para arribar a lacueva, éstas no logran identificarse debido a que han sidocubiertas por la hierba y tierra deslavada, por lo que no esposible encontrarlas y es necesario escalar una ladera de unos 20metros de altura, hasta encontrar nuevamente el sendero.

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Ya frente al acantilado, de unos 37 metros de altura, se puedeobservar el desprendimiento de rocas de diferentes tamaños que enciertas zonas impiden el paso, aunque la mayor preocupación sonlas enormes fisuras que advierten de posibles deslaves y generantemor al caminar por el lugar, incluso para adentrarse a la cueva,cuya profundidad ya se nota reducida en comparación a décadasatrás, según lo comentado por algunos habitantes de la zona.

En la cueva se observa una excavación reciente deaproximadamente dos metros de ancho por tres de largo y uno deprofundidad, cuyo propósito se desconoce, lo que también hacedifícil el paso.

Debajo de rocas de hasta metro y medio de diámetro, se lograobservar parte del barandal que fue colocado años atrás paraevitar a los visitantes que se introdujeran a la cueva.

En el olvido ‘pinturas rupestres’

De acuerdo con publicaciones de investigadores del InstitutoNacional de Antropología e Historia (INAH), las pinturas rupestresde Atlihuetzia fueron elaboradas con un pigmento rojo que demuestraun alto contenido de óxido de hierro para la formación deelementos a base de líneas curvas y rectas, representacionesidentificadas con el disco solar, puntos, líneas paralelasformando recuadros y líneas rectas aisladas.

Aunque información generada años atrás, precisa la existenciade un conjunto de pinturas rupestres, entre figuras humanas y deanimales, siluetas de manos y otras ubicadas sobre los accidentesgeológicos en las paredes, los escurrimientos de agua y tierra,así como la lama que se forma en la mayor parte del acantilado,difícilmente permite observar las pinturas.

La más vistosa se encuentra en la punta de una de las rocas quesobresale del acantilado justo arriba de la cueva, donde se logróver una pintura con la figura aparente de un animal y a unos 50centímetros a la izquierda algunas líneas y siluetas que nologran distinguirse.

Aunque la totalidad de las pinturas permanecen intactas, lafalta de mantenimiento del lugar, complica su visualización.

Han existido derrumbes provocados

Algunos habitantes aseguran que, aunado a los derrumbesgenerados por las inclemencias del tiempo (lluvia y aire), tambiénhan existido algunos generados por la mano del hombre, segúncuentan, en busca de obtener parte de las pinturas rupestres, dondeno hay un solo elementos de seguridad que evite afectaciones o lasustracción de material.

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De la pintura rupestre al vandalismo

Pese a la importancia de las pinturas rupestres, cuya fecha noha sido posible identificar por investigadores del INAH, la zona hasido ‘vandalizada’, pues cientos de nombres y frases como“Cristo Vive”, “César Hernández”, “Julia y Juan”,fueron ‘grafiteados’ a lo largo de unos 30 metros delacantilado, incluso en el interior de la cueva.

Podrían datar del 4000 a.C.

Según los estudios realizados por Manuel Toussaint, “en lahipótesis inicial de la exploración se comprobó en lo que serefiere a la paleoclimatología y la geomorfología, el abrigorocoso se forma durante el tiempo pluvial que ocurrió en estaregión de Tlaxcala hacia 4000 años a.C., seis mil añosabsolutos… la posición de las pinturas y su altura al senderoactual, hacían suponer que éstas fueron pintadas antes de laformación del abrigo”.

Se ven desde un venado, aves, un coyote y figuras dehombre y manos

De acuerdo con el libro de Manuel Toussaint denominado “Suproyección en la historia del arte mexicano”, publicado en 1992y que formó parte de los trabajos del Instituto de InvestigacionesEstéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),en las pinturas rupestres de Atlihuetzia se pueden observar lasfiguras de animales, peces, formas humanas y simétricas.

Incluyen las de un temazate (venadito rojo de montaña) y unaestructura que puede ser un ánade (ave palmípeda de plumajedenso, patas cortas y pico más ancho), que incluso puede ser unbagre; también se visualiza un coyote o lobo muerto y una mano,que representa la forma más antigua de las fotocopias porcontacto.

También habla de figuras de hombres con rayos, trenzas openachos, pero en general señala la existencia de al menos 24unidades pictóricas, 13 de formas humanas, siete de animales, tresformas simétricas y una que no fue posible clasificar.

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En el olvido su difusión

Aunque a nivel estatal y nacional las pinturas rupestres sonconocidas y se han realizado investigaciones, actualmente laSecretaría de Turismo y Desarrollo Económico (Setyde) no realizaningún tipo de promoción sobre las mismas.

De hecho, a un costado de las pinturas rupestres que aún quedanse observó la colocación de algunos anclajes mecánicosexpansivos para la práctica de rapel en el acantilado deaproximadamente 37 metros de altura; pero, aunque la zona esperfecta para el turismo de aventura, caminata, senderismo omontañismo, además de gozar de una vista espectacular, ningunadependencia realiza promoción turística.

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En el caso de la Setyde, dentro de su página de promociónturística denominada “Ni te imaginas… descúbrelo”, enninguno de los tours o paquetes que se difunden sobre arqueologíao turismo de aventura hace mención de las pinturas rupestres deAtlihuetzia pues, aunque aparece una pestaña con la leyenda“pinturas rupestres en la peña bendita”, hace referencia a unazona del municipio de Tlaxco y difunde una imagen de los murales deCacaxtla.

Qué es el arte rupestre

De acuerdo con el INAH, el arte rupestre es aquel que se realizasobre las paredes de las cuevas, puede ser pintura, grabado oescultura; el color de una pintura está determinado por lospigmentos. El rojo es el más utilizado en la mayoría de laspinturas rupestres halladas alrededor del mundo.

Se ha podido conocer que el pigmento que da como resultado elcolor rojo suele estar constituido por dos minerales, óxidos dehierro (rojo), y óxido de mercurio (bermellón), materiales que seobtienen de la naturaleza. El arte rupestre, a diferencia de otrosvestigios culturales del pasado, se encuentra al aire libre, en elmismo lugar en que hace cientos, o quizás miles de años, fuerealizado.

Expuestos a diversas condiciones climáticas como erosión,radiación solar, lluvia o humedad, al crecimiento de líquenes yhongos o al depósito de minerales en la superficie de la roca,muchos sitios están desapareciendo de una manera natural.

De acuerdo con una publicación del arqueólogo del INAH, ÁngelGarcía Cook, denominó a las pinturas rupestres de Atlihuetzia“unidad” al conjunto de motivos que por su proximidad parecíanguardar relación entre sí y a cada motivo de una unidad le llamó“elemento”, asignándole una letra minúscula.

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