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Desde hace una década, el Semillero Creativo de artes escénicas de Tenancingo Tlaxcala ha cambiado el rumbo de las nuevas generaciones de este municipio, conocido en el pasado por el estigma de la trata de personas.
Bajo la dirección de Alan Rivera Tello, ese Semillero Creativo de producción escénica ha demostrado que el arte y la cultura pueden ser herramientas poderosas para erradicar la violencia y construir una comunidad más sana.
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El proyecto surgió durante el sexenio anterior y fue ejecutado a través de la Secretaría de Cultura del gobierno federal y desde entonces se ha dedicado a ofrecer talleres gratuitos a niños y jóvenes de zonas consideradas como “focos rojos”.
El Semillero ofrece disciplinas como títeres, teatro, artes plásticas, ballet y circo; actualmente son 150 participantes, en su mayoría de Tenancingo, pero también asisten de Teolocholco, Panzacola y San Pablo del Monte.
Los talleres los llevan a cabo de 15:00 a 19:00 horas, en calendario escolar y de 10:00 a 14:00 horas durante el periodo vacacional, pues los niños y jóvenes tienen una mayor holgura en sus tiempos.
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Rivera Tello, quien ha estado al frente de esta iniciativa desde sus inicios, comentó que uno de sus métodos al iniciar un taller es preguntar a los niños ¿qué quieren ser de grandes? Y al principio, muchos respondían con ideales negativos, influenciados por la violencia de su entorno.
Sin embargo, con el paso del tiempo y la inmersión en el trabajo cultural, sus perspectivas cambiaron significativamente, pues hoy en día, varios de esos niños, al concluir la preparatoria, optan por estudiar en universidades.
Dos jóvenes de Tenancingo, por ejemplo, decidieron ingresar a la Universidad Mesoamericana para estudiar la Licenciatura en Circo y una jovencita más optó por incursionar en el Arte Dramático.
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El instructor puntualizó que el Semillero no solo ofrece formación artística, sino que también promueve la participación comunitaria a través de tres etapas: “La Asamblea de Participación”, donde los niños detectan problemas en su entorno; “La Huella Comunitaria”, en la que trabajan en soluciones; y “La Cosecha”, una presentación pública de lo aprendido.
Un ejemplo de estos pequeños pero significativos cambios, dijo, fue la construcción de un teatro al aire libre por gestión del propio municipio, ante el gobierno estatal, espacio que se ha convertido en testigo de la evolución cultural de la comunidad.
A pesar de los desafíos, incluida la necesidad de que los maestros aporten de su propio salario para comprar materiales, el Semillero de Tenancingo sigue firme en su misión, sostuvo Rivera Tello.
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“A través del arte, los niños no solo desarrollan habilidades, sino que también transforman su comunidad, paso a paso y eso es lo más valioso”.
Alan Rivera Tello, director del Semillero creativo en Tenancingo.
