Pese a que la mayor parte del calzado que adquiere el consumidor se elabora en la industria, aún hay personas que lo fabrica de manera artesanal, pues con 30 años de experiencia en el oficio, para Gerónimo Herrera Dionisio, lo mismo da hacer choclos, que botas y hasta bostonianos a la medida del cliente, en el pequeño taller de reparación de calzado denominado El Terry, el cual se ubica en el primer cuadro de Calpulalpan.
Tras culminar la elaboración de un par de zapatos ortopédicos, Gerónimo Herrera Dionisio comentó que inició en el oficio a la edad de 17 años, en el pequeño taller de reparación propiedad de un tío, quien le enseñó el arte de manejar las hormas para moldear la piel y otros materiales que terminan en un par de choclos.
En este sentido, explicó que cuando un cliente requiere un trabajo toma medida de largo, ancho y empeine de cada pie, con el fin de que el zapato tenga un terminado a la medida y no lastime en ninguna parte de los pies, pero cuando el pedido es ortopédico solicita la receta que extiende el especialista, para dar altura y modificaciones que requiere el calzado.
Aseguró que el trabajo se hace a mano y es 100 % piel en su totalidad, además de que se hace el diseño según lo requiera el cliente, pues puede ser tipo borceguí, choclo, bota de vestir y vaquera.
Agregó que un par de zapatos ortopédicos tiene un valor de 800 a mil 500 pesos, según las especificaciones que requiera la persona, mientras que un calzado normal cuesta de 600 a mil pesos, dependiendo del modelo y diseño, pero un bostoniano original bien hecho tiene un costo aproximado a cinco mil pesos, ya que lleva más mano de obra y materiales.
El calzado artesanal debe tener un terminado exacto, hagamos de cuenta que es un par de guantes para los pies
Gerónimo Herrera / Zapatero