La unión familiar fue el mejor legado que pudo dejar don Leobardo Ángulo Vázquez a sus cinco queridos hijos, luego de perder la vida hace cinco años a consecuencia de padecer una enfermedad de insuficiencia renal.
Los 48 años de su existencia los radicó en su amado Chiautempan y fue estimado entre sus hermanos, amigos y compañeros de trabajo por su característica de persona, pues siempre buscaba el bien entre quienes lo rodeaban.
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A propósito del Día de Muertos, su memoria sigue viva y en este 2021 su familia lo recordó en el panteón “El Carmen” de Chiautempan como era en vida, acompañado de su música regional mexicana, además de su pan y bebida favorita, la Coca-Cola.
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Leobardo, uno de sus cinco descendientes, relató que el legado de su padre no solo es recordado en las fiestas de “Todos Santos”, sino que literalmente vive en su vida diaria, con su familia y hasta en el trabajo.
Mi padre siempre quería que sus hijos estuvieran bien y unidos ante cualquier adversidad… y precisamente es eso lo que tratamos de hacer y que prevalezca entre nosotros, comentó Leobardo.
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Detalló que aunque era de pocas palabras y expresivo, don Leobardo siempre demostraba sus sentimientos a sus hijos con actos, ya sea en su escuela cuando eran pequeños o en su trabajo cuando se convirtieron en pilares de familia.
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No obstante, algo que se convirtió en un valor primordial dentro de su familia fue el trato que debían dar a la gente, ya que así las personas serían agradecidas y de confianza hacia ellos mismos.
A mi papá le tengo que agradecer la vida y que nunca me quedé con hambre, porque hasta en los peores momentos de mi vida, siempre me dio de comer, expresó Leobardo con la voz quebrada ante el recuerdo de su padre.
Don Leobardo era taxista en vida y ese oficio se lo heredó a su hijo que le dio su mismo nombre. Sus otros descendientes son Leonardo, Inri, Irving y Aldo.
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Por otra parte y en contexto de pandemia, Leonardo (hijo mayor) indicó que extrañaron sus visitas a su tumba durante los casi dos años que permaneció cerrado el panteón como una de las medidas sanitarias.
Refirió que por lo menos tres veces al año visitan su tumba, principalmente en su cumpleaños el 18 de enero, 23 de noviembre por su aniversario luctuoso y en Día de Muertos, pues así sienten que está con ellos.
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En ese sentido, externó que un ser amado nunca debe ser olvidado luego de fallecer, mucho menos su recuerdo, pues “eso será lo que siempre va a perdurar entre quienes estamos en vida”, finalizó.
- Sus cinco hijos año con año limpian y enflorar la tumba de su padre tres veces al año, así sienten que aún está con ellos.
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