Gerardo Sampedro Bueno tiene 45 años de edad, hace cinco años perdió las dos piernas, usa silla de ruedas, y, desde esa fecha, no ha podido encontrar trabajo para contribuir al gasto familiar.
Molesto, relata que después de su recuperación por el accidente solicitó apoyo al gobierno estatal, a las administraciones municipales y hasta con las autoridades civiles de su comunidad, pero nadie lo contrata.
“Solamente me dicen que sí, y me traen a la vuelta y vuelta, sin resolverme nada y me canso más de estar yendo y viniendo”, exclama.
“Me gusta sobresalir, ser una persona exitosa. Ojalá que esta entrevista llegue al gobernador Marco Mena, me gustaría hablar con él para que me apoye a encontrar un trabajo para ayudar a mis dos hijos en sus estudios y mermar la carga económica que tiene mi esposa porque ella está al frente del hogar”.
Postrado en una vieja silla metálica, desgastada y las llantas casi lisas, asegura que ha superado la depresión que la explosión le dejó.
Apunto del llanto, recuerda que en la tragedia de cohetes en Jesús Tepectepec perdió las dos piernas, sufrió quemaduras en diversas partes del cuerpo y manos, pero fue una de las personas que lograron sobrevivir a la tragedia.
Pese a la discapacidad permanente con la que vive a causa del hecho que le cambió su vida para siempre, ha logrado sobresalir, tiene la ilusión de emplearse, porque “gracias a Dios tengo en perfecto estado mis dos manos y puedo moverme con la silla a donde yo quiera”.
Gerardo Sampedro posee su vivienda sobre la calle “Bugambilias” que es de terracería y con una marcada subida que le dificulta el traslado para poder ingresar a su propiedad, que aproximadamente se encuentra a cinco cuadras de la alcaldía de Nativitas.
Cuenta que es padre de dos hijos que cursan la educación del nivel medio superior y superior -una mujer y un varón-, además tiene el apoyo de su esposa, quien lleva el sustento en la casa.
Sampedro Bueno explica que en últimas fechas ha preferido no hablar de su caso porque meses después de la explosión en Nativitas, le hicieron una entrevista en la televisión donde se aseguró que él recibió la cantidad de 60 mil pesos como ayuda.
“Pero no es verdad, no recibí ningún solo peso, por eso he preferido ya no dar entrevistas”, pero en esta ocasión –enfatiza- hizo la excepción con la ilusión de que pueda encontrar una fuente de empleo.
Establece que en el año 2013, el gobierno estatal en turno les proporcionó atención médica a los lesionados, incluso él fue uno de los que enviaron al Instituto Nacional de Rehabilitación de la Ciudad de México, los recogían en el municipio y los regresaban al mismo lugar.
Después de unos meses, cuenta que los choferes recibieron la instrucción de esperarlos en la ciudad de Tlaxcala para llevarlos a su rehabilitación, pero ante los gastos económicos que eso representaba, aunado a la dificultad del traslado, dejó de acudir a este tipo de atenciones médicas.
No quiero que me den dinero los gobiernos, yo pido que me ayuden a conseguir un trabajo, que me abran las puertas para ayudar a mi familia